A pesar de que la mayoría sean profesionales con una formación bastante buena, a nivel político en el ejecutivo de Pedro Sánchez predominan las medianías, empezando por la señora Calvo, ministro (no ministra) de Cultura de infausto recuerdo, famosa por aquello de estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie
y otras genialidades por el estilo.
Sin embargo, entre los integrantes del nuevo gobierno destaca Pedro Duque, el astronauta español que, tal vez influenciado por la destacable carrera política de su colega estadounidense John Glenn, ha decidido arriesgarse y sumergirse de lleno en las procelosas y traicioneras aguas de la politiquilla española.
A Duque, persona con una excelente preparación científica y una intachable trayectoria profesional, no se le conocen opiniones políticas de ninguna clase, lo que no significa que no las tenga. Posiblemente, y dado que ha accedido a figurar en un gobierno del PSOE, sus tendencias sean afines a la socialdemocracia. Ahora bien, el PSOE jamás ha sido un partido socialdemócrata al uso y sólo hay que revisar su historia para comprobarlo. Duque ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el extranjero, así que seguramente está un poco desconectado de la realidad española, lo que tal vez le haya llevado a asumir que el PSOE es como otros partidos socialdemócratas europeos, caso del francés o el alemán. No es así, por supuesto, pero esa es una cuestión que ahora no viene al caso. Lo que sí es cierto es que Pedro Duque sabe cómo está la ciencia en España, y es evidente que ha aceptado el cargo para intentar mejorar las cosas en ésa área específica. En nuestra nación, a pesar de lo que parlotean los politicastros, apenas se invierte en ciencia o en investigación y desarrollo. Tal parece que exista una mafia politiquera que deseara convertirnos en un país de servicios, así que se agradece que alguien como Duque vaya a tener responsabilidades políticas en el campo científico. La verdad es que no se me ocurre nadie mejor que él para ese cargo ministerial.
Pero como ya conocemos el sucio paño politiquero ibérico, temo que este hombre, nada dado a la polémica estéril como la inmensa mayoría de los políticos de oficio, vaya a tener sus más y sus menos con los restantes miembros del gabinete. Puedo equivocarme, y ojalá sea ese el caso, pero sospecho que no durará mucho al frente del ministerio, y que se irá por propia voluntad, cuando se percate de quiénes son los que le rodean y los intereses que tienen, para nada relacionados con el progreso de la ciencia.
