Frank Herbert (1920-1986) vivió la mayor parte de su vida en el estado de Washington, Estados Unidos, trabajando en diferentes oficios y dejando volar su imaginación para convertirse en un escritor referente en el género. Dicho estado está plagado de lugares naturales fascinantes: bosques interminables, lagos, montañas y volcanes, así como muchos accesos portuarios que permiten disfrutar de una exquisita gastronomía. En mi viaje por el estado en el año 2018, uno de los intereses principales justo fue imaginar los ambientes ecológicos que pudieron influenciar a Frank Herbert para escribir, principalmente, DUNE (1965), su obra magna, misma que en pocos meses tendrá una de las adaptaciones cinematográficas más atrevidas y arriesgadas.
Herbert siempre fue un gran autodidacta que leía y profundizaba en numerosos temas. Con sólo un breve paso por la Universidad de Washington para aprender técnicas de escritura creativa, el autor tuvo numerosos trabajos: reportero independiente, camarógrafo, redactor de discursos políticos, escritor fantasma, fotógrafo, y un largo etcétera. Como un gran aficionado a la ciencia-ficción, observaba un gran potencial en el género al grado que escribiría en la década de los 50 sus primeros relatos. EL DRAGON EN EL MAR (1956), su primera novela, generó entusiasmo en la crítica especializada, aunque un profundo desinterés en la mayoría de los lectores de la época. Aún como un autor poco conocido, tuvo una idea para una novela que le llevaría alrededor de seis años en documentar y año y medio en escribir.
Lo primero que hay que señalar de las vastas lecturas e intereses de Herbert es su inclinación por la psicología y la lingüística. Su interés en la mente humana y en las propiedades del lenguaje lo llevarían a enriquecer su obra magna. Asimismo, su trabajo en la política le permitió vislumbrar los tejemanejes en los pasillos del poder, así como los planes dentro de planes dentro de planes. Su interés en la ecología y en el boom del movimiento ambientalista en los Estados Unidos, así como su visión casi antropológica de los beduinos (cultura nómada de origen musulmán), fueron configurando su futura gran novela. Sus lecturas sobre el mesianismo y su relación con el desierto, especialmente aquellas tomadas del Islam, se convirtieron en algunos de los múltiples ingredientes del arduo trabajo que le esperaba. No debe faltar la mención de su interés en la Economía, la Historia y la Religión.
Un evento frecuentemente citado como la inspiración inicial de su novela fue el papel de las dunas en el equilibrio ambiental del estado de Oregon, Estados Unidos, así como la inclusión de un tipo de pasto extranjero que mejoraría la ecología de la región. Interesado en el tema y sus consecuencias, y contando con experiencia al haber escrito previamente artículos periodísticos sobre problemas ecológicos, propuso un texto a una revista de importante circulación en el estado. Basado en información del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, los primeros esbozos de la propuesta, muy pesimistas sobre la situación que se vivía en la región, no entusiasmaron al editor, quien solicitó a Herbert que propusiera posibles soluciones y cambiara el tono lúgubre. Luego de diversas circunstancias, éste último se involucró en otros proyectos y nunca escribió el artículo. A pesar de ello, el tema se convirtió en una de las inspiraciones más fuertes para la escritura de la novela.
Las lecturas y la investigación para DUNE se trabajaron durante los siguientes seis años. Mientras tanto, su esposa Beverly Herbert se convirtió en cabeza de familia y proveedora de recursos gracias a un empleo de redacción en campañas publicitarias para tiendas departamentales, aspecto que permitió a Frank Herbert tener más tiempo libre para la investigación de su libro. Hay que señalar que ambos se conocieron en los mencionados cursos de escritura creativa, pero a la larga, fue ella quien abandonó su carrera creativa para trabajar en la publicidad y así ayudar con los gastos familiares. Beverly también ofreció comentarios y sugerencias a su esposo para los diálogos femeninos de la futura novela. Hay que mencionar que sin ella, el trabajo en DUNE se hubiera dificultado y quizás hubieran pasado muchos más años para que fuera escrita[1].
Gracias el apoyo familiar, Herbert juntó todas sus piezas para preparar lo que sería la obra maestra que lo lanzaría a la fama.
[1] Algunos estudiosos señalan el fuerte machismo de Herbert con su esposa y sus propios personajes femeninos. También comentan que el autor fue quien obligó a su esposa a abandonar su carrera literaria para él pudiera tener la tranquilidad y el financiamiento suficiente para escribir su obra magna.

