Sitio de Ciencia-Ficción

2 de febrero de 2025


A vueltas con las nucleares
El futuro en que vivimos, 47
A vueltas con las nucleares
por Francisco José Súñer Iglesias

Tiempo estimado de lectura: 4 min 14 seg

Las ciencias adelantan que es una barbaridad, le decía Don Sebastián a Don Hilarión en La verbena de la Paloma [1], y resulta bastante desconcertante como las mentes pensantes que dicen tener la capacidad de administrar todo un país adelante no son plenamente conscientes de eso.

Con las ciencias adelantando a esa velocidad se ha hecho patente, entre otras muchas cosas, que las necesidades energéticas de empresas y ciudadanos han superado con mucho cualquier expectativa. Simplemente el hecho de tener que cargar el móvil (y la tablet, y el portátil, y el reloj inteligente) a diario ya es un consumo de energía relevante. Añadámosle los artefactos de la cocina: freidora de aire, microondas, robots de cocina varios, la rumba, el aire acondicionado, y también los pequeños ladrones de energía, como los routers, las impresoras, los despertadores digitales... La tecnología LED vino a aliviar un poco el gasto en iluminación, reforzando el concepto de ahorro por eficiencia antes que por deficiencia, con la contrapartida de tener más tiempo más luces encendidas con la convicción de que gastan poco. Vaya, que finalmente el tal ahorro no es tal sino que ese excedente se emplea en otros usos.

En las empresas otro tanto, la climatización se lleva un buen pico, seguida por toda la parafernalia informática que no hace tanto no existía. Y eso hablando solo del sector servicios, en los procesos industriales las demandas energéticas son cada vez mayores.

¿Y qué se les ocurrió a esas mentes pensantes, esas lumbreras que nos gobiernan? Empezar la casa por el tejado y con la excusa del Cambio Climático Antropogénico iniciar una carrera por la Transición energética que sustituyera las muy contaminantes centrales de combustibles fósiles y las cuestionadísimas centrales nucleares por molinillos eólicos y placas solares. Per se es buena idea, de no ser porque se ha hecho de forma torpe, desordenada y con más ideología que criterios técnicos. Antes de garantizar sin fisuras el suministro barato con las energías renovables se han ido apagando las contaminantes, con el agravante de hacerse trampas al solitario haciendo pasar el gas natural y las nucleares por energías verdes. Por si fuera poco estas últimas se están apagando más por motivos ideológicos que técnicos, con lo que el respaldo cuando la naturaleza anda perezosa queda a cargo de las centrales de ciclo combinado, esto es, las de gas, con todos los problemas que ya sabemos que tiene su suministro y el valor que llega a alcanzar en momentos de gran demanda e inestabilidad mundial.

¿Resultado? Precios de la energía desorbitados y, por tanto, empobrecimiento general y desventajas industriales. Además de remar a contracorriente.

El empeño en cerrar a toda costa las centrales nucleares significa no ya meter un palo en las ruedas de la economía, sino eliminarlas por completo. En Alemania, sempiterna locomotora da la economía europea, se han dado cuenta gracias al sindios geopolítico que tienen no muy lejos de casa, lo que entre otros motivos no solo les están llevando a ser poco competitivos, sino a hacerse más trampas al solitario e intentar hacernos creer que el lignito no es carbón, para seguir quemándolo a como si no hubiera un mañana[2]. Menos mal que los franceses, que no están libres de pecado aunque sus problemas son otros, siguen creyendo firmemente en la nuclear y proyectan abrir alguna que otra nueva central[3].

Pero no solo Francia como Estado se lo ha propuesto, las grandes empresas tecnológicas han previsto juiciosamente que los requerimientos de las nuevas tecnologías, principalmente la inteligencia artificial, sobrepasará a no mucho tardar la capacidad energética que las compañías tradicionales son capaces de suministrar, y se han lanzado a generar su propia energía. ¿Cómo? Pues no se lo han pensado demasiado: con centrales nucleares.

Se trata de los llamados reactores SMR (Small Modular Reactor, Pequeño reactor modular) capaces de proporcionar hasta 300 megavatios con un tamaño realmente reducido. La tecnología no es nueva, tiene al menos setenta años, el USS Nautilus fue botado en 1955 siendo el primer navío impulsado mediante esta tecnología. El principio es sencillo, la reacción nuclear calienta agua que genera vapor a alta presión que a su vez mueve unas turbinas enclavadas a un alternador que genera la electricidad que alimenta los sistemas del navío y mueve el motor, eléctrico, de barco. Todo esto en un artefacto que cabe en un casco de menos de cien metros de eslora (largo), y menos de nueve de manga (ancho).

El problema de estos reactores era que su operación resultaba demasiado cara, por eso no se han extendido a la navegación civil más allá de los rompehielos árticos. Los artefactos funcionaban a la perfección pero salía más barato quemar diesel, y ya se sabe, cuando lo que está en juego es el dinero propio el derroche no entra en la ecuación. Sin embargo, con los años y el refinamiento de la tecnología el costo de operación de los SMR se ha vuelto más que aceptable y, sobre todo, garantizan un suministro estable e interrumpido durante décadas, y ya hay varias empresas que los ofertan.

De ese modo Google, esto es, Alphabet, ha contratado con Kairos Power la construcción de siete reactores de este tipo para 2030, con una potencia total de 500 megavatios[4], y en un principio alimentará con ellos varios de los centros de datos que posee en Estados Unidos.

Por su parte Amazon, que obtiene un buen pellizco de sus ingresos del suministro de servicios en la red, ha contratado cuatro de estas centrales con Energy Northwest, otra con X-energy y otra más con Dominion Energy. [5]

Oracle no se queda atrás, y tiene previstos tres reactores SMR para dar de comer a un mega centro de datos de nueva construcción que consumirá nada menos que 1 gigavatio[6].

Pero quizá el proyecto más ambicioso es el de Microsoft, que está en tratos con Constellation Energy para reabrir la malhadada central de La isla de las tres millas [7], famosa porque en 1979 protagonizó el mayor accidente nuclear de Estados Unidos. A partir de 2028 hasta al menos 2054, el reactor superviviente, el TMI-1, le proporcionaría a Microsoft alrededor de 800 megavatios para sus centros de datos.

Es ocioso decir que estos proyectos levantan muchas suspicacias, cuando no directamente terror. Bien, eso ya va en el sentir de cada cual, pero nunca se debe olvidar que vivimos muy confortablemente gracias a que el ingenio humano ha conseguido extraer energía barata de fuentes impensables. Si tuviéramos que calentarnos aún a base de madera y carbón estaríamos más cerca de la pura miseria que de esta cómoda vida que nos hemos dado. Retroceder, en cualquier aspecto, es volver de nuevo a la pobreza. Yo particularmente no estoy dispuesto a pasar las calamidades que pasaban nuestros antepasados ni, por supuesto, a dejar de usar estos cacharritos electrónicos tan chulos.

¿Peligroso? Nada está exento de peligro y de los errores se aprende. No se ha dejado de usar el fuego sabiendo lo desagradable que es quemarse, no se han prohibido los coches o los aviones sabiendo de los múltiples accidentes mortales que protagonizan, es más coches y aviones son cada día más seguros gracias al estudio de esos accidentes. Igualmente el diseño de las centrales nucleares ha aprendido de los accidentes de La isla de las tres millas, Chernobil y Fukushima para construir reactores cada vez más fiables y seguros.

Si quieren volver a la edad de piedra hay lugares lo bastante apartados para vivir de esa manera[8], yo prefiero la vida muelle.

Adenda: Ahora queda por ver donde va todo esto con el revuelo que ha supuesto la irrupción de DeepSeek [9] en el panorama de la IA. En pocos días hemos visto como las expectativas se dispararon hasta el infinito para ir aterrizando poco a poco cuando según se van concretado[10] sus fortalezas y debilidades[11]. Lo más interesante respecto al tema que nos ocupa es que DeepSeek, al menos para cuestiones no excesivamente complejas, precisa de unos recursos mucho más modestos y, en general, a unos costes muy inferiores que las IAs que hasta ahora dominaban el mercado, como ChatGPT o Gemini, por lo que la rentabilidad de estos centros de datos gigantes queda en entredicho. En todo caso, la demanda de energía sigue siendo cada vez mayor en todos los ámbitos, y si no se usan al 100% para alimentar centros de datos, estos SMR servirán para cargar coches (o aviones) eléctricos o llenar las baterías de móviles de 10.000 mAh que veremos a no mucho tardar, en un particular efecto dominó en el que las empresas de las tecnologías de la información entren a competir con las tradicionales operadoras del mercado eléctrico.


Notas
Francisco José Súñer Iglesias
© Francisco José Súñer Iglesias
(1.528 palabras) Créditos

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© 2025 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 2 de febrero de 2025 en www.ciencia-ficcion.com

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