Quizá tengamos ya un pedacito del futuro, como una cápsula que haya viajado en el tiempo hacia atrás, entre nosotros, los hombres y mujeres que ahora poblamos la Tierra. Creo que ese futuro son las tecnologías de la comunicación. La ubicuidad tecnológica que nos permite comunicarnos y acceder a todo un océano de información en décimas de segundo, probablemente es un progreso del futuro que nos ha llegado adelantado. No llegaron a soñar con un avance tan grande en la gestión de la información ninguno de los pioneros de la ciencia-ficción (léase Isaac Asimov, Arthur Clarke, Stanislaw Lem, por citar algunos). Curiosamente, estos padres fundadores sí imaginaron un futuro en el que el hombre dominaría la propulsión espacial y estaría colonizando el Sistema Solar y quizá los mundos de más allá.
Todo esto me ha traído a la memoria la clasificación del nivel de desarrollo tecnológico que Nikolai Kardashev, un astrónomo soviético, propuso allá por los años sesenta del siglo pasado. En ella se hablaba de la capacidad de gestionar la energía de una civilización. Se distinguieron, originalmente, tres tipos de civilizaciones: la tipo I, que es capaz de usar la energía de todo su planeta; la tipo II, que usaría la energía de toda su estrella; y la tipo III, capaz de gestionar toda su galaxia (ha habido añadidos posteriores, como la capacidad de usar
energéticamente todo el universo, o un conjunto de universos). La clasificación de Kardashev se ha modificado y retocado muchas veces, y una de las sugerencias más interesantes es la de incluir dos ejes perpendiculares, uno representando la gestión de la energía, y otro la de la información, aunque desde un punto de vista físico son conceptos relacionados.
Si trabajamos con esta versión de la escala de Kardashev, los humanos, que aún no somos capaces de llegar del todo a una tipo I en energía, habríamos avanzado bastante en la gestión de la información, de tal forma que no estaríamos en la diagonal que divide los dos ejes, sino inclinados claramente del lado de la información. Fue Carl Sagan quien propuso que la capacidad de gestionar 106 bits (una cantidad menor que cualquier registro de cualquier cultura humana) fuese el nivel más bajo de capacidad de gestionar la información. Llamó A
a este nivel. Cada letra del abecedario incluía un orden de magnitud más hasta llegar a 1031 bits, que sería una Z. En 1973, se colocó a la humanidad en un 0.7 H. (Sin llegar al tipo I, que sería 1.0, y una digna H en cuanto a la información). Hoy estaremos prácticamente igual en gestión de la energía, pero probablemente hayamos dejado atrás ya la H, o tendremos una H alta. Creo que se ve, por todo lo expuesto anteriormente, que la gestión de la información se nos da mucho mejor que la de la energía.
¿Y por qué es esto así? ¿Por qué somos mucho mejores gestionando la información que la energía? ¿Por qué tenemos unos avances tan impresionantes con los ordenadores, los teléfonos móviles, los GPS, Internet, etc... y no hemos vuelto a caminar sobre la Luna desde hace más de treinta años, no digamos ya caminar en otros cuerpos del Sistema Solar? Supongo que la respuesta más simple es que gestionar la energía es más difícil que gestionar la información. Tal vez sea así. O tal vez haya en el vasto cosmos otras civilizaciones que no son capaces ni de soñar con algo llamado Internet, pero que han colonizado varios sistemas estelares, al estilo de como Asimov, Clarke y compañía soñaron. Tal vez nosotros vamos tan detrás en la gestión de la energía porque la perspectiva de negocio es mucho más fuerte con la gestión de la información. O tal vez, como ya dije antes, simplemente es más difícil gestionar la energía, o nos lo parece a nosotros, con nuestros cerebros homínidos, que la información, una herramienta más natural que la energía. Otras formas de vida podrían encontrarse mucho más a gusto nadando en la piscina de la energía y encontrar la información un concepto abstruso y duro de lidiar.
Por cierto, que la clasificación de Kardashev hablaba solo del nivel tecnológico. Es obvio que la tecnología por sí misma no resuelve nada: hace falta la aplicación de una moral y unos valores. Me parece que, como especie, y a pesar de que hay individuos notables en estos aspectos, en este terreno vamos mucho más retrasados que con la energía y la información.
