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1 de marzo de 2020


La estrella que nos visitó
La estrella que nos visitó
por David Quintero

Tiempo estimado de lectura: 3 min 17 seg

Se calcula que sucedió hace unos 70.000 años, una época especialmente importante para nuestra especie, como comentaré más adelante. Una enana roja y su compañera se acercaron a las vecindades de nuestro Sistema Solar (entendiendo por vecindades unos 0.82 años luz del Sol). En 2013, el astrónomo Ralf-Dieter Scholz descubrió este cuerpo, y posteriores simulaciones de su retro-trayectoria demostraron (con un 98 % de probabilidad) que en el pasado, hace unos 70.000 años, este sistema binario estuvo muy cerca de nuestro Sistema Solar. Se llamó a la estrella principal en honor a su descubridor.

¿Cuáles son las características de la estrella de Scholz? Bueno, es una enana roja, como comentaba antes. Las enanas rojas son estrellas relativamente frías (4000 K), algo más pequeñas que nuestro Sol. Se cree que forman las tres cuartas partes de las estrellas de la galaxia. Una cuestión muy interesante es la posible presencia de planetas en estas estrellas. Ya que las enanas rojas son parecidas al Sol, no es descabellado pensar que si tienen planetas a la distancia adecuada, estos podrían ser propicios para la vida. En realidad, hay mucho debate con esto: la zona de habitabilidad alrededor de la estrella (definida como aquella zona en la que puede existir agua líquida en la superficie de un planeta o luna) es muy pequeña y está muy cerca de la estrella, lo que baña al planeta con considerable radiación. Sin embargo, estos planetas tienden a estar ligados gravitatoriamente al astro, esto es, muestran siempre la misma cara hacia su estrella (como la Luna hacia nosotros), lo que quizá pueda favorecer que algún tipo de forma de vida pudiera prosperar en la cara oscura del planeta o en la línea terminador entre las dos caras.

La estrella de Scholz, como la mayoría de sistemas de la galaxia, no es una estrella sola: tiene una compañera, y una compañera peculiar, una enana marrón. Las enanas marrones son cuerpos ligeramente más grandes que Júpiter pero inferiores a las enanas rojas. Están en el límite para ser consideradas estrellas; de hecho, su pequeña masa hace imposible que fusionen hidrógeno atómico, aunque sí pueden con el deuterio (²H). Por cierto, la primera enana marrón descubierta lo fue por astrofísicos españoles del IAC (Instituto de Astrofísica de Canarias): Rafael Rebolo, María Rosa Zapatero Osorio y Eduardo Martín. La llamaron Teide 1. Se cree que las enanas marrones tienen una característica fascinante: ¡son estrellas con nubes, nubes de las que puede llover! Eso sí, no hablamos de lluvia en forma de agua, más bien gotas de hierro y metano. Aunque, como sugiere John Baez en su blog[1], con temperaturas suficientemente bajas, típicas al final de sus vidas, estas estrellas podrían tener nubes de hielo y amoniaco en sus capas más altas. Muy impresionante, sin duda.

El caso es que la estrella de Scholz (la enana roja y su pequeña compañera, la enana marrón) se acercaron hace unos 70.000 años al barrio, a unos 0.82 años luz del Sol. De hecho, probablemente estuvieron dentro de los dominios de la nube de Oort, una gran envoltura de todo el Sistema Solar, formada en su mayor parte por espacio vacío, pero que incluye posiblemente millones de cometas; de hecho, es la fuente de los cometas. La nube de Oort se formó con el Sistema Solar, y probablemente cerca del Sol, pero las perturbaciones gravitatorias de los protoplanetas lanzaron los primitivos cometas y asteroides en órbitas muy elípticas o parabólicas que los alejaron mucho del centro del Sistema Solar que antes ocupaban. La nube de Oort es muy grande y se extiende bastante en todas las direcciones, hasta algo más de 3 años luz.

En su acercamiento, la estrella de Scholz tuvo que perturbar las órbitas de algunos cometas, alguno de los cuales es posible que se acerque al Sistema Solar. Pero que nadie se preocupe: debido a las tremendas distancias implicadas, estos cometas tardarán todavía más de un millón y medio de años en llegar al Sistema Solar interior. (Por no mecionar la bajísima probabilidad de cruzarse con la Tierra).

¿Vieron nuestros antepasados la estrella de Scholz? Sí, posiblemente a altas latitudes del hemisferio norte y en otoño, pero sería una estrella poco brillante. No obstante, nuestros ancestros han observados los cielos con gran detalle desde los albores de la especie; es posible que no pasaran por alto la estrella de Scholz. Curiosamente, hace unos 70.000 años, el Homo sapiens venía de sobrevivir a un evento traumático que aniquiló muchos seres vivos: la explosión del super volcán Toba, en Indonesia, hace unos 75.000 años. Esta mega explosión tuvo que inyectar mucha ceniza en la atmósfera y producir una especie de invierno nuclear, con temperaturas que pudieron descender bastante durante varios años (las estimaciones de cuánto, varían entre 1 ºC y 5 ºC de promedio; esto es mucho descenso, aunque parezca poco a simple vista). Muchos animales y Homos murieron (es posible que incluso se extinguieran algunas líneas). Hay una cierta evidencia genética que sugiere una gran mortandad entre los humanos, lo que produciría un cuello de botella genético. Las pruebas genéticas indican que todos los humanos modernos provenimos de una población pequeña de Homo sapiens de entre 50.000 y 100.000 años de antigüedad, quizá de no más de 10.000 parejas fértiles. Las fechas concordarían con el evento de Toba.

Hay que decir que no todos los investigadores comparten las conclusiones de esta teoría; no tanto por negar que hubo una gran explosión del volcán Toba en Sumatra, Indonesia, sino que consideran que los efectos no fueron tan drásticos. Otra cuestión, probablemente relacionada con el evento de Toba, es que la gran migración del Homo sapiens fuera de África tuvo lugar pocos miles de años tras la explosión del supervolcán Toba, cuando el clima se estabilizó. Realmente, siempre había habido migraciones desde África hacia Oriente Medio, Europa y Asia, pero el registro del ADN mitocondrial indica que estas migraciones no dejaron descendencia hasta la actualidad. En cambio, la gran migración africana de entre el 70.000 y el 50.000 a. C. es de la que provenimos todos. ¿Por qué se produjo esta migración? Nunca lo sabremos. Quizá tenga que ver con la búsqueda de terrenos nuevos con abundantes presas, árboles frutales y bayas; quizá fue un deseo de evitar la incipiente superpoblación de las primeras comunidades de sapiens; o quizá simplemente la curiosidad innata que los homínidos llevamos dentro. Puede que incluso todos estos factores a la vez y alguno más. El caso es que en un espacio de pocos miles de años los Homo sapiens llegaron a todos los continentes y comenzaron a establecer su hegemonía sobre el planeta.

Un super volcán erupcionó y alteró el clima de la Tierra, provocando que un grupo de intrépidos Homo sapiens decidieran salir de África. Al mismo tiempo, y sin relación causal, una estrella fascinante y rara realizaba una incursión muy próxima a nuestro Sol. Es fascinante ver cómo todos estos hilos se entretejen formando el intrincado tapiz de nuestro pasado.


Notas
© David Quintero
(1.183 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Mundos múltiples el 2 de marzo de 2019
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