En su intento de recrear sociedades futuras la ciencia-ficción ha tocado todos los aspectos de las presentes, transformándolo y proyectándolos cientos, miles de años en ese futuro con la intención de hacer más creíbles los escenarios en los que sitúa las aventuras de los protagonistas. De ahí que sean tan frecuentes las apariciones de juegos, deportes y torneos que retuercen deportes y juegos actuales hasta convertirlos en remedos más o menos creíbles. Como problema y característica común es que no suelen ser demasiado plausibles, los juegos que practicamos a día de hoy tienen igualmente cientos, a veces miles de años a sus espaldas y sus reglas y práctica están tan depurados que no somos conscientes de su complejidad hasta que alguien decide inventarse uno nuevo y ésta invención no termina de alcanzar el grado de refinamiento al que estamos acostumbrados.
Por ejemplo, el ajedrez tridimensional de Star Trek es sumamente desconcertante porque no parece haber la menor lógica en su desarrollo, Spock mueve las piezas sin orden ni concierto porque... no había el menor orden y aún menor concierto. El juego fue inventado
por Peter Ganine para la serie clásica, usando partes de juegos ya disponibles en las tiendas, pensando como podría evolucionar el ajedrez en el futuro, pero pasaron más de quince años hasta que Franz Joseph le dio unas reglas jugables. Con todo, el concepto de Ganine no era nuevo, ya en 1851 el ajedrecista alemán Lionel Kieseritzky desarrolló el Kubikschach (cubo de ajedrez
) que se jugaba a ocho niveles con un total de 512 casillas[1]
La caza como deporte también es un tema recurrente en el género, y como no, la caza del hombre es su expresión más truculenta. Una de las que resultan más retorcidas es la que practican los dirdir en el Ciclo de Tchai. En si misma no tiene mayor misterio, los didir tienen una comarca acotada en el planeta, llamada los Carabas o Zona Negra, donde practican la caza ritual del hombre. Lo siniestro del caso es que las presas se prestan gustosamente a ejercer tal papel porque la criospina, una planta propia de Tchai, es endémica de esa región, y las semillas de la criospina, los sequins, son la moneda de curso legal del planeta. Está claro que, pese a lo extremadamente peligroso que es internarse en la Zona Negra, sobran atrevidos prospectores con la para nada oculta intención de hacerse ricos. Solo vuelve uno de cada seis.
Por supuesto, en ese aspecto no se puede olvidar la saga de Pedrator, cúlmen de la caza deportiva galáctica, que también está muy presente en EL SONIDO DEL TRUENO, donde ricachos aburridos van a cazar bichos gigantes al cretácico con imprevisibles consecuencias.
Y que decir de las carreras.
Ya sean las salvajes y para nada regladas persecuciones de coches en MAD MAX (vale, un poco exagerado llamar a eso deporte) hasta las carreras de motos de TRON, pasando por LA CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000, son múltiples los ejemplos de que al ser humano le chifla correr, sea cual sea la época histórica, y si hay que citar BEN-HUR, se cita, porque su famosa carrera de cuádrigas es la inspiración directa de la carrera de vainas de LA AMENAZA FANTASMA, donde Anakin Skywalker empezó a dar muestra del talento natural que años mas tarde nos daría interminables momentos de sobresalto.
Por supuesto, los juegos de azar son un importante elemento, sobre todo cuando hay que describir los barrios menos recomendables de ciudades perdidas en planetas más perdidos aún o los tugurios infectos que pueblan los alrededores de los astropuertos. Sin salirnos del Universo Star Wars, el amigo Lando Calissian es el arquetipo del nuevo tahur, elegante, burlón y hábil jugador.
Pero no siempre los autores inventan nuevos juegos, simplemente los convierten en versiones más sanguinarios de los actuales. Es poco conocido, al menos en Europa, que el rollerball está inspirado en el Roller Derby, un deporte-espectáculo muy similar e igualmente físico, aunque lejos de ser tan brutal, que se lleva practicando en Estados Unidos, casi exclusivamente por mujeres, desde los años 30 del siglo XX.
Los juegos sociales también son una buena forma de describir civilizaciones futuras más o menos despiadadas donde sus protagonistas son reclutados para juegos salvajes con el fin de promocionar dentro de la escala social o simplemente divertir a los de arriba
, ejemplo claro son LOS JUEGOS DEL HAMBRE, donde los protagonistas deben participar en un torneo a muerte donde solo puede quedar uno. Otro juego igual de mortal es el quintet, de la película homónima de 1979. Lo cierto es que las reglas no son muy claras, pero el resultado es que los participantes deben morir a manos de los demás jugadores. En ambos casos son sociedades post-apocalípticas y la moraleja viene a ser que destruida la civilización actual, lo que siga tendrá unos estándares éticos y morales bastante bajos.
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Publicado originalmente el 14 de enero de 2024 en www.ciencia-ficcion.com
