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26 de abril de 2020


Un laboratorio de ideas previendo desastres
Primavera del 2020
Un laboratorio de ideas previendo desastres
por Francisco José Súñer Iglesias

Tiempo estimado de lectura: 4 min 29 seg

Una de las cosas que nos maravillan de nuestras obras favoritas es la capacidad de sus protagonistas de adelantarse a los acontecimientos y tenerlo todo previsto.

En JUEGOS DE GUERRA, WOPR hacía continuas simulaciones de posibles escenarios geopolíticos, con los probables conflictos, consecuencias de los mismos etc. etc. Gracias a él, los militares tenían la posibilidad de tener una idea aproximada de cómo irían las cosas dependiendo de la geopolítica del momento.

Un personaje arquetípico es el científico, más o menos independiente, que advierte de las desgracias y catástrofes sin fin, ya sean naturales, ya provocadas por un cúmulo de malas decisiones. Desde la caída de meteoritos, hasta invasiones extraterrestres, catástrofes eco-climáticas, pasando, por supuesto, y sin que tuvieran la menor idea de lo que se nos venía encima, epidemias y enfermedades virulentas. De principio se les hace poco o ningún caso, hasta que la catástrofe se sustancia. Esto coge por sorpresa a todo el mundo excepto el científico en cuestión, obvio, y nadie está en absoluto preparado para lo que se le venía encima.

Hay un buen montón de ejemplos, no todos del género, donde se nos describe minuciosamente, y por supuesto de forma espectacular, como se propagan y como se controlan las pandemias. En MÚSICA EN LA SANGRE, Greg Bear cuenta como se propaga una cepa de microorganismos especialmente activa, teníamos ESTALLIDO, de Wolfgang Petersen, basada en una novela de Robin Cook, que es... ¡médico! de modo que no estamos hablando de los delirios de un indocumentado. En la misma línea Steven Soderbergh rodó CONTAGIO, inspirándose en la pandemia del la gripe A de 2010. Otra advertencia ampliamente recordada ha sido la novela LOS OJOS DE LA OSCURIDAD, de Dean R. Koontz, que ya en 1981 lanzaba advertencias sobre un llamado virus Wuhan-400. Hasta podríamos poner de ejemplo cualquier Apocalipsis zombi (pero las de infectados) para ilustrar las consecuencias.

¿Era entonces, como se repite una y otra vez, imposible prever la alta tasa de contagios y la mortalidad que nos traía el maldito coronavirus? No podemos aducir ignorancia o sorpresa. Más allá de la ficción sabíamos que esto ya había pasado, no hace falta irse muy lejos, solo a 1918[1], para tener el ejemplo más reciente de gran pandemia global, y no hacía falta ser un lince para saber que podría llegar a repetirse.

Cuestión diferente es que al analizar ambos escenarios se pudiera suponer que nada tenían que ver las condiciones de 1918 con las de 2020. En aquel momento estaba finalizando la Primera Guerra Mundial, y la mayor parte de Europa estaba devastada. Había miseria y hambre generalizadas, las economías estaban inmersas en un esfuerzo de guerra que desviaba todo recurso a ese fin, los gobiernos en conflicto silenciaron la mera existencia de la epidemia para no mermar aún más la ya tocada moral de la ciudadanía, solo en España, país neutral y no beligerante, se daban las condiciones suficientes de libertad de prensa para que la información al respecto fuera todo lo puntual que era posible en la época. De ahí, que al solo conocerse noticias de la enfermedad procedentes de España acabó por colgársele el cartel de española.

A día de hoy, con sólidos sistemas de salud, espectaculares avances en campo de la medicina e información casi instantánea, se podría pensar que la extensión de una epidemia de ese estilo sería frenada en seco sin muchos problemas. Ya ocurrió con el SARS-CoV, en 2003, el H1N1 en 2010 (relacionado con el de 1918) y el MERS en 2012, que pese a su alto grado de virulencia fueron rápidamente aisladas y contenidas. De alguna forma se pensaba que eso iba a pasar con el SARS-CoV-2, pero no ha sido así.

Toda una serie de prejuicios entre lo arrogante, lo cultural y lo racista (es cosa de chinos), intereses políticos y económicos y falta de reacción rápida y consistente cuando ya se vio que la extensión de la pandemia era inevitable, nos llevó al confinamiento generalizado de la población.

En España, el no se podía saber ha estado en boca de la propaganda oficial para tapar esa inacción y falta de precisión. Pero es solo eso, propaganda, porque las evidencias de que si no se actuaba en tiempo y forma el virus se nos echaría encima eran más que públicas y notorias.

Simplemente haciéndome eco de lo dicho por Fernando Díaz Villanueva en su programa La contracrónica del 24 de marzo[2] y unos días después en un artículo publicado en Vozpopuli[3] además de algún apunte más.

En 22 de enero, el partido político Ciudadanos, registró la primera pregunta escrita[4] al gobierno sobre el conocimiento que tenía respecto al coronavirus y las medidas que se habían previsto al respecto.

El 30 de enero el doctor Cavadas, uno de los cirujanos plásticos más prestigiosos del mundo, en unas declaraciones al espacio Espejo público, de Antena 3, recalcando la opacidad informativa del gobierno chino, ya advertía de la gravedad de lo que ocurría en ese país[5].

A partir del 7 de febrero Taiwan prohíbe la llegada de viajeros que hubieran estado en la República Popular China durante los catorce días anteriores. El día 11 lo amplían a los procedentes de Hong Kong y Macao[6].

El 12 de febrero se suspende el Mobile World Congress (MWC), a celebrar en Barcelona, debido a que la mayoría de las grandes empresas de telecomunicaciones ya han empezado a tomar medidas preventivas para evitar el contagio a sus empleados.

El 14 de febrero, la OMS, emitía un comunicado donde se alertaba del peligro que suponían las concentraciones multitudinarias como potenciales focos de propagación del virus: Existe amplia evidencia de que las reuniones masivas pueden amplificar la propagación de enfermedades infecciosas. La transmisión de infecciones respiratorias, incluida la gripe, se ha asociado con frecuencia a reuniones masivas. Dichas infecciones pueden transmitirse durante una reunión masiva, durante el tránsito hacia y desde el evento, y en las comunidades de origen de los participantes a su regreso[7].

El 21 de febrero el Imperial Gollege, de Londres publicó un informe donde se exponía que al menos dos tercios de los casos exportados por China estaban aún sin detectar y, por lo tanto, propagando la enfermedad.

El mismo 21 de febrero el presidente de la OMS, el doctor Ghebreyesus, anunció que existía una ventana de oportunidad para contener el virus y evitar su propagación exponencial.

El 23 de febrero el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades calificó de esenciales las medidas tomadas por el gobierno italiano para la contención del virus, En aquel momento en Italia apenas había 132 positivos, y ya se declararon confinamientos.

El 26 de febrero ya había 470 casos en Italia. El 27, se informaron 655 positivos. La progresión del virus era evidente.

En España, el 26 de febrero había solo 13 casos confirmados, el 4 de marzo 228, y aún no se había tomado ni una sola medida preventiva de relevancia. Ese día, la federación irlandesa de rugby suspendía, a recomendación del gobierno, el Irlanda-Italia del Seis Naciones a celebrar el 7 de marzo.

El 3 de marzo, Juan Ramón Rallo exponía con toda precisión en esRadio[8] las consecuencias económicas de la extensión del coronavirus si no se tomaban urgentemente las medidas adecuadas para controlarlo. Significativamente, el mismo día, el gobierno de España ordenó la cancelación de todo tipo de congresos, jornadas, eventos, seminarios y cursos que impliquen a profesionales sanitarios en la línea de las recomendaciones de la Organización Médica Colegial (OMC) y el Consejo General de Enfermería[9] y el Ministerio de Trabajo emite un controvertido compendio de normas de actuación contra el coronavirus en las empresas.

El 13 de marzo, el presidente de la OMS advirtió de nuevo que la estrategia debía ser total, es decir, poner en marcha todos los mecanismos de contención, cuarentenas, test, aislamiento, etc.

El gobierno esperó al 15 de marzo para declarar el estado de alerta y el confinamiento de la población.

Teniendo en cuenta lo que había ocurrido en China, las medidas tomadas por la mayoría de los gobiernos asiáticos, lo que estaba ocurriendo en Italia, ¿de verdad alguien puede sostener que no se podía saber? No deja de ser curioso que desde el mismo frente que augura catástrofes climáticas sin fin para dentro de diez, veinte, cincuenta ¡cien años! basados en estudios y modelos matemáticos cuando menos debatibles, se insista en que era imposible hacer una previsión a tres meses vista con datos ciertos y contrastables en la mano.

Una de las razones de que existan estados y gobiernos es que el común de a pie no puede abarcar todos los aspectos organizativos de su vida en sociedad, sobre todo cuando transciende a su particular ámbito de actuación y conocimientos, y delega esas cuestiones en unos administradores que a su vez eligen un grupo de expertos para que todos y cada uno de esos aspectos se lleve eficazmente a buen término. Si el experto no es competente, o el gobernante no hace caso al experto, es el deber del ciudadano pedir responsabilidades a unos y otros, eliminando de la cadena de decisión a los elementos que han demostrado una inutilidad manifiesta.

Ahora me piden que me ponga en manos y confíe la solución al mismo gobierno que no supo, no pudo, o no quiso, evitar el tamaño del problema.

¿Me llamarían paranoico si digo que eso me pone algo nervioso?


Notas
Francisco José Súñer Iglesias
© Francisco José Súñer Iglesias
(1.618 palabras) Créditos

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© 2020 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 26 de abril de 2020 en www.ciencia-ficcion.com

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