Indiana Jones sabía que los gobierno de Estados Unidos tenía un almacén en el Área 51 donde guardaba todos los objetos sobrenaturales que caían en sus manos, ya fuera el ovni de Roswell o el Arca de la Alianza; el Instituto Torchwood de Cardiff se dedica, al principio de la primera temporada, a rastrear y recuperar todos los artefactos extraterrestres que cruzan la brecha espacio-temporal, como esos guanteletes de armadura resucitadores, y Mulder y Scully también tuvieron su ración de momias vengativas y muñecas diabólicas. Con todas esas influencias y algunas más (incluyendo LOS CAZAFANTASMAS), se puede construir una serie como Almacén 13 (Warehouse 13), la encargada de dar el pistoletazo de salida a la nueva imagen de Sci Fi Channel y su cambio de nombre a Syfy. Quizás esa circunstancia (y el recuerdo aún fresco de GALÁCTICA 2004) le pone mucha más presión encima de lo que debiera, porque Almacén 13 va más en la línea de Eureka, con un tono humorístico y de escapismo ligero y una tecnojerga pseudocientífica a la que es mejor no dedicar ni 30 segundos a descifrarla (de hecho, si no os gusta Eureka creo que Almacén 13 tampoco convencerá, aunque sólo se hayan emitido dos capítulos).
Las comparaciones con Expediente X son inevitables porque tiene a una pareja de investigadores, muy diferentes el uno del otro, asignados a ese almacén de Dakota del Sur en el que no quieren estar, pero Pete Lattimer y Myka Bering son más Booth y Brennan que Mulder y Scully. La química y la buena dinámica entre ellos queda patente desde el principio, incluso yo diría que tienen una sintonía mucho mejor que la que deberían tener si, en teoría, son tan distintos y al principio se llevan tan mal. La relación entre Eddie McClintock (que fue Sully, el agente que sustituye a Booth y, de paso, se lía con Brennan en la segunda temporada de Bones) y Joanne Kelly es uno de los pilares fundamentales de la serie (yo diría que el más importante, aunque hay que ver más capítulos para asegurarse), y de cómo vaya evolucionando dependerán buena parte de sus posibilidades de éxito.
Tienen dos secundarios roba-escenas como Saul Rubinek y CCH Pounder, cuyos personajes son los misteriosos guardianes del almacén (aún más esa señora Frederic que no envejece. ¿Será familia de Richard Alpert? ¿O una Señora del Tiempo?), y un par de alusiones a su pasado que pueden vertebrar cierto arco horizontal. Los aparatejos tienen el potencial de oscilar entre la vergüenza ajena al nivel de la Cibermujer de Torchwood, o la curiosidad e interés de los objetos poderosos de Habitación perdida, y sospecho que si Lattimer y Bering se mantienen un poco más entretenidos que en el piloto, con verlos a ellos podremos aguantar las clásicas tramas de los cuadros que cobran vida y los rayos misteriosos de Nikola Tesla. Además de que van a aderezar estos capítulos iniciales con las apariciones especiales de Tricia Helfer, Michael Hogan y Mark Sheppard, entre otros, lo que da un plus.
Almacén 13 fue entretenimiento veraniego con potencial para dar el salto cualitativo que otras series de cable del mismo estilo, como Burn Notice e In plain sight, experimentaron en sus segundas entregas, pasando de un divertimento ligero a algo más, sin dejar de lado la diversión (más Burn Notice, la verdad).

