
En la década de 1960 sólo existía una emisora de Televisión, concretamente y como todos sabemos, Televisión Española. TVE, con sus dos cadenas operativas, era la única opción televisiva y por tanto sus índices de audiencia escandalosos. Si repasamos la historia de esa TVE nos encontramos con algunas sorpresas curiosas. En esos años era muy importante la producción propia, que fundamentalmente se nutría de programas como Estudio 1, las telenovelas (generalmente adaptaciones de clásicos, como EL CONDE DE MONTECRISTO o LOS TRES MOSQUETEROS) y los concursos de todo tipo y condición. En el apartado del género fantástico es muy interesante observar el gran auge que este género tuvo. Mañana puede ser verdad o Historias para no dormir, ambas de la mano de Narciso Ibáñez Serrador, fueron series de larga duración y que gozaron del favor del público.
Dentro de este género fantástico también se produjeron telefilmes independientes, que sin encuadrarse dentro de una serie, fueron desarrollados para TVE. La que traemos a estas líneas es una rareza que muy pocos deben de haber visto. El canal Nostalgia de TVE, rescató este telefilme en el verano de 2003.
UN MUNDO SIN LUZ es un telefilme producido en el año 1965 y presentado a concurso en el IV Festival Internacional de TV de Berlín del mismo año, obteniendo la Placa de oro y Premio del Jurado.
La historia
La narración nos presenta a Esteban Fecnic, un comandante de líneas aéreas que ha de incorporarse a su vuelo. Al salir de su casa un extraño suceso le acontece: no amanece y al dirigirse al aeropuerto observa como una extraña banda de música interpreta una melodía que es seguida por una multitud de niños. Fecnic está a punto de incorporarse a la comitiva, pero sus deberes pesan más que su divertimento. El comandante advierte el clima de guerra global a través de los periódicos, todos ellos hablan de armas, de guerra termonuclear o de amenazas. En pleno vuelo se recibe una llamada que advierte de dos cosas: un eclipse duradero en toda la Tierra y la desaparición de todos los niños menores de 10 años. Se les ordena aterrizar en el aeropuerto mas cercano y al abandonar el aparato, Fecnic se encuentra a un niño que se presenta como su yo infantil. Es el último niño que queda en la Tierra.
En una reunión de Naciones Unidas se recibe un mensaje de M-V-70, una cuerpo extraño que ha a parecido en el sistema solar: M-V-70 ha abducido a todos los niños a un mundo paralelo. Sólo si existiera un hombre que respetara a la infancia, y la comprendiera, la humanidad podría salvarse con la ayuda de estos extraterrestres.
El telefilme
La realización de una película de estas características con la precariedad de medios de la época y del país es notable. La falta de presupuesto se deja sentir pero se soluciona o se aminora con una impecable realización. El director opta por realizar toda la película en interiores iluminados pobremente. Dado que el planeta esta oscuro, no es de extrañar que los elementos estéticos se vean en un profundo oscuro, sólo mitigado por las escasas luces artificiales. El blanco y negro original ayuda a conseguir este efecto de desolación que impresiona al espectador. No olvidemos que la oscuridad es fuente de fobias y sucesos insólitos.
Los escasos efectos especiales se limitan a presentar a Agustín González deformado por algún tipo de caleidoscopio, sin que esta escasez desmerezca la cinta.
Fernando Guillen, el protagonista, realiza un sobrio y medido trabajo de interpretación sobre todo cuando se expresa gestualmente como un niño. No comprende lo que le están contando sus dirigentes y esa extrañeza se reflejada en su rostro de una manera muy efectiva.
El autor
Carlos Buiza tenía 23 años cuando se realizó este filme y era estudiante de Filosofía y Letras. Curiosamente habrían de pasar dos años para que se publicara este relato, ya en formato libro nº 134 de la colección Nebulae. Pero por lo que es más conocido Buiza es por el guión de EL ASFALTO, que también aparece en este libro, ya que gracias a Narciso Ibáñez Serrador y a su adaptación televisiva en 1966, dentro de su serie Historias para no dormir, la historia se hizo tremendamente conocida. Posteriormente escribiría algunos relatos más como LA CAÍDA, CONFESIÓN DE UN GRATS, e incluso sería el editor de CuentaAtras. Como dijo Domingo Santos su trayectoria fue como la de una estrella fugaz. Brilló intensamente desde sus primero relatos y después desapareció
.
El comentario
Acostumbrados a deslumbrantes ejercicios de infografía y costosísimos efectos especiales ver un filme producido en los años 60, en España, y de ciencia-ficción, puede parecer un ejercicio de masoquismo extremo. Sin embargo este filme hay que observarlo desde el prisma de la época y del ingenio y habilidad de sus autores. Se hace patente en todo su metraje la escasez de medios con el que se ha contado, sin embargo, y pese a todo, el resultado está más allá de lo esperable. Estamos hablando de una guión muy imaginativo, no totalmente original eso sí, y de una realización de un maestro de la televisión como es Pedro Amalio López. Además, si contamos con unos actores excelentes, y uno adecuados decorados, el producto no puede dejar de ser bueno y eso es UN MUNDO SIN LUZ. Podríamos achacarle, si cabe, una tendencia hacia el adoctrinamiento. Buiza se muestra como un pacifista convencido y mediante su alegoría expresa, no sólo el temor a la guerra, mera excusa narrativa, sino el temor a que la humanidad pierda una serie de valores que el cree fundamentales. El entendimiento, la concordia o el respeto a la vida, en este caso a los niños, son pilares fundamentales de su mensaje. Es posible que por estos valores humanos que se desprenden del filme, éste obtuviera el premio en Berlín, porque como bien dice el propio Buiza: Nos premiaron fundamentalmente por los valores humanísticos y de respeto que están en él. Competios con otros filmes con mucho mas presupuesto y sin embargo ganamos
.
Equipo de rodaje
Coreografía: Pedro Pardo; Vestuario: Peris Hermanos; Efectos especiales: Manuel Baquero; Decorados: Jaime Queral; Iluminación: Ruiz Azpilicueta.