
Esta película de Tim Smit parte de la construcción de un artefacto capaz de extraer energía de un universo paralelo como forma barata de mantener el mundo funcionando. Pero no todo parece ser tan fácil y las cosas empiezan a salir, digamos, que un poco mal.
Will Porter (Dan Stevens) es contratado para hacer un trabajo en apariencia sencillo, debe trasladarse a ese mundo y transportar un artefacto a cierto lugar. En principio todo bien, excepto que allí se encuentra con el puro caos, y la confirmación de que el hecho de drenar
un universo para rellenar
otro es muy mala idea, por no hablar de la poca gracia que les está haciendo a los habitantes del lugar
.
Durante gran parte del metraje Will y Abigail (Bérénice Marlohe), su particular jefa y aliada en el mundo paralelo, se dedicar a huir de drones asesinos, asesinos humanos y, en general, de cualquier cosa semoviente, puesto que el artefacto que transporta Will es objeto de oscuros deseos por parte de todo el mundo.
La ambientación esta bien lograda, cuando Will llega al mundo paralelo lo encuentra devastado, el complejo que es su destino inicial está arrasado y los cadáveres se cuentan por docenas, las comunicaciones con sus contactos son difíciles y rápidamente se da cuenta que o se oculta, o el mismo será una víctima más. Por si fuera poco el colapso de ese universo nos depara unas cuantas imágenes de lo más espectaculares, lo que como no me canso de repetir, a día de hoy debería ser la norma, el CGI se ha abaratado hasta tal punto que ya no es un problema contratar unos cuantos especialistas competentes para llenar la pantalla de efectos y escenas a cual más alucinante. En este caso ha sido más fácil todavía, porque el propio Tim Smit es especialista en este tipo de trabajos.
Con todo, la película va un poco más allá del mero escopetazo y tentetieso. Will a acogido a su hermana Mia (Charity Wakefield) y su sobrino Donny (Kasper van Groesen), que padece serios problemas a los que intenta dar solución. Por otro lado, y con una lógica bastante evidente, los habitantes del universo paralelo no están especialmente entusiasmados con la idea de ser sacrificables
, por lo que con buen juicio hacen todo lo posible para que la situación no siga adelante, e incluso se revierta, que puestos a elegir que se consuman otros.
Incluso tiene su moraleja, y es que todo acto llevado a cabo sin explorar previamente las posibles derivaciones, puede tener unos resultados muy alejados de los inicialmente previstos, y sus consecuencias afectar de forma irreversible vida y hacienda de un numero indeterminado de personas. No es el objetivo principal de la película moralizar ni educar al espectador, naturalmente, pero es una conclusión clara que surge por si sola.
Como otras tantas producciones de este estilo AUTODESTRUCCIÓN es la versión larga del corto WHAT´S IN THE BOX? de que llegó a tener cierta fama porque, al parecer, reproducía las escenas de un videojuego bastante popular. La repercusión del corto logró que Smit consiguiera la financiación necesaria para la película que rodó en 2017. De hecho, una de las características
de AUTODESTRUCCIÓN es el continuo uso de la visión subjetiva propia de los juegos en primera persona.
Con tanto movimiento la película se hace a veces un tanto confusa, motivaciones e intenciones de unos y otros se van completando según avanza la acción, pero más por la lógica de los acontecimientos que porque Charlie Kindinger y Omid Nooshin, los guionistas, hagan el menor esfuerzo por ponerle las cosas fáciles al espectador. Desde el punto de vista narrativo la película no es tan desastrosa como otras de su misma categoría, esto es, aquellas en las que los especialistas en efectos especiales se meten a realizadores. El caso es que es trepidante y bastante disfrutable, un pasarratos, si bien a veces un tanto confuso, para las tardes del fin de semana.
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Publicado originalmente el 12 de septiembre de 2021 en www.ciencia-ficcion.com