Sinopsis
William Kemp fue un héroe de la astronáutica, el primer hombre que dejó su huella sobre la superficie marciana. Sin embargo, unos años después de tal hazaña, se gana la vida como chatarrero espacial, dedicándose a la recuperación de viejos satélites artificiales inservibles en la órbita lunar. Dado que su nave, la Moon Zero Two, es ya bastante antigua, las autoridades le conminan a reemplazarla por otra nueva, so pena de perder su patente de capitán y, por tanto, su medio de ganarse la vida. Como no tiene dinero para adquirir un nuevo navío, Kemp se ve obligado a aceptar la oferta del magnate JJ Hubbard, que pretende trasladar hasta la Luna un asteroide compuesto de zafiro puro, y estrellarlo en su superficie para explotarlo.

LUNA CERO DOS fue el proyecto más ambicioso de Hammer Films, y uno de sus más estrepitosos fracasos. De hecho, puede afirmarse que esta curiosa cinta, única incursión del mítico estudio británico en el subgénero de la Space Opera, marcó el comienzo de su declive, cuyo punto final llegaría una década más tarde con el estreno de LA DAMA DEL EXPRESO (THE LADY VANISHES, Anthony Page, 1979), película que ostentaría el dudoso honor de cerrar la producción cinematográfica de la antaño prestigiosa productora.
Con un guión más trabajado y una puesta en escena menos chirriante, LUNA CERO DOS podría haberse convertido en un pequeño clásico de la ciencia-ficción. Por desgracia, todo el proyecto estuvo férreamente controlado por Michael Carreras, un hombre que entendía bien los aspectos económicos del mundo del cine, pero poco dotado, en mi opinión, para las cuestiones artísticas. Y es que el film, aunque firmado por Roy Ward Baker, fue, en realidad, una operación personal de Carreras, quien parece ser que se implicó en su rodaje al más puro estilo David Oliver Selznick; esto es, tratando de controlar hasta los detalles más insignificantes de la producción, inmiscuyéndose en el trabajo de cuantos participaban en la película. En mi opinión, Carreras debería haberse limitado a sus funciones habituales de productor, dejando el guión en manos de alguno de los reputados especialistas que tantos momentos de gloria habían proporcionado a la productora, y también debería haberle otorgado más libertad creativa a Baker, un director discreto pero extraordinariamente competente. Pero todo indica que se empeñó en llevar la voz cantante en todos los apartados del film, y quizás eso fue lo que provocó, en parte, que LUNA CERO DOS deviniese en uno de los fiascos más notorios de la historia de Hammer Films.

La impresión general que produce LUNA CERO DOS es la de una cinta fallida, que, sin embargo, posee ciertos notables valores cinematográficos, en su día olímpicamente desdeñados por la crítica. Es cierto que el guión es flojo y la dirección rutinaria, pero la estructura narrativa del film, la mecánica de la historia que relata, es sorprendentemente moderna; tanto, que si se suprimen los defectos antes mencionados, casi parece una producción actual. Fue también, por lo que yo sé, el primer Western futurista, pues adaptaba a un marco de ciencia-ficción un característico relato del Oeste. De hecho, fue publicitada como el primer Western espacial de la historia del cine, y hay que admitir que la hibridación de géneros está bastante conseguida en LUNA CERO DOS, aunque la escena de la gran pelea en la cantina no esté muy lograda.

El film ostenta un look visual muy televisivo, y a ratos, uno tiene la impresión de estar viendo un episodio apócrifo de Espacio 1999, ya que los efectos especiales se asemejan mucho a los diseñados por Brian Johnson para esa mítica serie de los Anderson, como puede apreciarse en las fotos que ilustran este artículo. La anécdota más interesante del rodaje de LUNA CERO DOS se refiere al tema de los decorados lunares. Cuando la filmación estaba próxima a concluir, se produjo el alunizaje del módulo Eagle de la nave Apollo XI, tripulado por Armstrong y Aldrin, que serían los primeros seres humanos en pisar la Luna. Las tomas transmitidas a la Tierra consternaron a Carreras, pues revelaron que la superficie de Selene era muy distinta a la recreada por los decoradores de la Hammer. Ni corto ni perezoso, Carreras descartó buena parte del metraje filmado, hizo construir unos nuevos decorados lunares, inspirados en las imágenes transmitidas por la tripulación del Apollo XI, y ordenó a Baker que rodase de nuevo las escenas que se desarrollaban en la superficie lunar, lo que aumentó considerablemente el coste final de la producción.
Estrenada a bombo y platillo, con un despliegue publicitario insólito para una producción de Serie B, LUNA CERO DOS fue un rotundo fracaso de taquilla y cosechó críticas inmisericordes, buena parte de ellas merecidas, pero otras muchas claramente injustas. Y es que, a pesar de sus notorios defectos, no es, como se dijo en su momento, ni la peor cinta de ciencia-ficción de la historia
, ni la peor película producida por la Hammer
. Con unos buenos guionistas, una puesta en escena más cuidada, un montaje más adecuado, unos títulos de crédito más serios (¡qué horror de Cartoon!) y una banda sonora más aparente que la ridícula cancioncilla Moon Zero Two, LUNA CERO DOS podría haber devenido en un irregular pero agradable clásico del género. Porque, a pesar de lo que puedan dan a entender sus infantiloides créditos animados y la horrorosa tonadilla que los adereza, el tono de la cinta es más bien grave, y resulta mucho menos humorístico de lo que pudiera temerse en un principio. Ciertamente, ni es una obra maestra, ni devino en el bombazo taquillero que esperaba Carreras. Pero es un film bastante entretenido, que merece una revisión.