
Revisión y puesta al día del mito de Robinson Crusoe (si, a estas alturas el bueno de Robinson ya entra dentro de la mitología racionalista-occidental) esta película basada en la novela EL MARCIANO, de Andy Weir, con protagonismo absoluto de Matt Damon, es, pese a su planteamiento tradicional y uso de los más viejos trucos del melodrama, muy disfrutable, y ni el público en general, ni los aficionados al género en particular han tenido queja de la misma.
Eso si, el cinéfilo experimentado descubrirá fácilmente los trucos de los que escritor, guionista y director se han servido para construir la historia, empezando por el accidente, tan inesperado como oportuno, que desencadena la tragedia. Este era ineludible porque de lo contrario no habría historia. Algún suceso inesperado tiene que suceder para que la bien planificada expedición a Marte se vaya al garete. Con eso se cuenta desde antes de entrar al cine.
Otro aspecto también ineludible es la valentía e ingenio (además del notable equilibrio mental), de Mark Watney el protagonista encarnado por Matt Damon, que superando cualquier adversidad, cualquier circunstancia, y no dejándose entusiasmar más allá de lo razonable por la buena fortuna ni amilanar por la fatalidad, sale adelante mirando siempre al frente sin lloros ni pataleos. Un ejemplo a seguir, vaya, aunque los deus ex machina, no por hábilmente disimulados, sean menos evidentes.
También están los aburridos y reglamentistas burócratas, enfrentados a los recortes de presupuesto y vigilantes de una rígida normativa. Como no podía ser menos, los hay de todos los talantes, desde los más estrictos hasta los que están dispuestos a pasarse por el forro hasta el papel reciclado. Naturalmente todos tienen su corazoncito y entre las presiones de unos y las cesiones de otros acaban llegando al consenso necesario para echar una mano al náufrago marciano.
Por supuesto, los superingenieros también tienen su protagonismos, son ellos y sus poderosas mentes (Watney también es uno de ellos, por supuesto) los que encuentran soluciones brillantes y creativas a los problemas que se van presentando, y además, con esa desenvoltura de los tíos listos que solo conciben su visión luminosa del mundo, deslumbran y convencen a los burócratas para que manden ejecutar sus astutos planes.
Ni que decir tiene que los camaradas de nuestro héroe estarán ahí al quite, dispuestos a sacrificarse, si es necesario, y a saltarse también cualquier normativa y reglamento con tal de que el espectador vibre en su asiento.
No tengo ni idea de cuanto dinero se han gastaron en la película (ni cuanto recaudó, y no me apetece buscarlo en Gugel) pero es innegable que la factura técnica es excelente. De hecho, hoy día hacer una mala película en ese aspecto solo está reservado a los aficionados con más buena voluntad que medios. Entre los tramoyistas de toda la vida, capaces desde Aristófanes de levantar decorados más que convincentes, hasta la magia del CGI, pasando por la truca tradicional, una cantidad suficiente de dinero inteligentemente empleado debe dar siempre resultados más que aceptables, como es el caso. Un detalle importante es la evidente labor de documentación para hacer creíble la película. El asesoramiento de la NASA está presente en casi cada plano, presentando (publicitando) sus futuros proyectos de misiones tripuladas marcianas.
Si a esto se le añade que los actores hacen su trabajo, sin histrionismos (bueno, a Matt Damon se le perdonan algunas cosas, pero es que la situación de Watney es apurada) ni el evidente aburrimiento que muchas veces se transmite a través de la pantalla, tenemos una película más que notable. En el aspecto artístico no se si transcenderá más allá de ciertos raseros, pero desde luego, como producto comercial está impecablemente terminado.
No obstante, siendo como es una obra de Ridley Scott, siempre queda en el cuerpo la sensación de que podría haber sido algo más que la historia de un náufrago
, pero desde luego no se le puede culpar de haberse dedicado a rodar obras maestras en sus inicios como director (la que yo llamo la Trilogía de las Bestias Inocentes, inocentes en el sentido de que no son conscientes de su naturaleza: LOS DUELISTAS, son las bestias enfrentadas, ALIEN todos contra la bestia y BLADE RUNNER, la bestia contra el mundo), y que desde entonces le haya sido tan difícil superar esos listones. Desde luego, MARTE no es decepcionante como lo fue PROMETHEUS, clásica, comercial, melodramática..., todo lo que se quiera, pero creo que los mimbres con los que se tejen estos cestos tienen algo que ver, y sospecho que Andy Weir y Drew Goddard tienen más talento que Jon Spaihts y Damon Lindelof. Pánico da la idea que éste último se hubiera encargado del guión.
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Publicado originalmente el 10 de abril de 2016 en www.ciencia-ficcion.com