
Tercera y bastante decepcionante entrega, aunque no tanto como la segunda, de Los Guardianes de la Galaxia, que intentan recuperar el espíritu gamberro de la primera entrega, pero solo consigue envolver un melodrama familiar entre un montón de chistes tiros y explosiones. Entiéndaseme, si lo que se va es buscando chistes, tiros y explosiones, es sin duda su película, pero si además es de los clásicos de solo aceite, vinagre y sal, la salsa con la que han aderezado esta ensalada puede llegar a hacerse empalagosa.
Hablando de explosiones, alguien debería recordarle a James Gunn la máxima de Cecil B. DeMille: toda película debe empezar con un terremoto y a partir de ahí ir hacia arriba
, o algo así, hay diferentes versiones. Este Volumen 3, sin embargo, empieza con un prólogo desconcertante en el que se nos muestra a Los Guardianes aburridos y un tanto pasados de rosca extraviados en sus neuras personales. Rocket sigue con su depresión, Peter Quill anda perdido entre los vapores del alcohol, la relación entre Mantis y Drax no va por buen camino, Nebula sigue cabreada con el mundo... prólogo que podría ser necesario como presentación pero que resulta ser un formidable anti-climax cuando lo que se esperan son explosiones y tiros.
Menos mal que al rato aparece Warlock (Will Poulter) un Soberano, que sabremos luego es hijo de la reina Ayesa (Elizabeth Debicki) que tan buenos momentos (los mejores momentos, en realidad) nos dieron en el Volumen 2. El muchacho organiza una soberana, nunca mejor dicho, zapatiesta en Sapiencial con la aparente intención de secuestrar a Rocket, pero después de unas cuantas palizas a, y de, los miembros de Los Guardianes, debe huir dejando al mapache muy malherido. Nebula descubre que no se le puede curar porque tiene un dispositivo adosado al corazón que lo impide si no se inhabilita mediante una clave secreta, y de eso va éste Volumen 3, de conseguir la clave que está en manos de un sociópata de opereta llamado el Alto Evolucionador (Chukwudi Iwuji).
El resto es fácil de imaginar, idas, venidas, asaltos tan audaces como descerebrados, capturas, fugas, en resumen, todo lo que se puede esperar de una película de acción, entreverada, para el caso, con los tristes orígenes de Rocket, que se nos explican entre trompazo y trompazo.
Entre tanto maremagnum al menos el guión es lineal, remembranzas de Rocket aparte, y no tiene grandes agujeros, aunque de nuevo, como ocurrió en el Volumen 2, se echa en falta un elemento moderador que contenga el sorprendente gusto de Gunn por el melodrama. Mientras en la anterior entrega era Peter Quill quien se enfrentaba a un pasteloso enredo familiar, e incluso recordemos que en el Volumen 1 Starlord tampoco tiene unas relaciones muy fluidas con Yondu (Michael Rooker), su fiero padre adoptivo. En esta ocasión es Rocket quien se ve envuelto en un drama familiar muy similar. Habría que echar un ojo a la biografía íntima de James Gunn (conmigo no cuenten) por si tuviera algún tipo de trauma oculto en la relación con su padre, porque tanto la de Quill como la de Rocket son tormentosas.
De hecho tanto Ego (Kurt Russell) como el Alto Evolucionador son muy similares, son figuras paternas atípicas, con objetivos muy por encima de su, en cierto modo, casual relación con sus hijos
, relación que lastra el comportamiento y personalidad de ambos, algo que no es especialmente preocupante si no lo hiciera a su vez con el conjunto de la película.
Con todo, hay que darle a Gunn el mérito de haber tomado una oscura franquicia de la Marvel y haberla convertido en uno de los éxitos más clamorosos de la editora-productora. Ha tomado un conjunto de personajes variopintos y no muy conocidos, ha conseguido hacerlos encajar entre si y, con los inevitables conflictos y discrepancias, funcionar como un reloj bien ajustado.
El producto es tan interesante que yo mismo, como otra mucha gente, no me pierdo un Guardianes ni los cortos que de cuando en cuando estrena Disney+ porque precisamente tienen poco o nada que ver con el resto del Universo Marvel. Pero la trilogía empezó su declive argumental a partir del Volumen 2, el melodrama no casa bien con la acción y la aventura, ni siquiera con la idea de dar consistencia a los chistes, tiros y explosiones, algo que es más evidente en los cortos, donde ese aspecto se deja de lado para dar protagonismo a su panoplia de personajes carismáticos. ¿Cuántas veces se puede escuchar Yo soy Groot
sin hartarse? En mi caso aún no lo se.
Otra cuestión de decepciona, pero solo si se va buscando, es que la banda sonora no es tan brillante como en anteriores entregas. Los hits de esta son más oscuros que los de las anteriores, puede que en mercado yanki sean bien conocidos, pero no tanto a nivel internacional.
Se habla mucho del progresivo desinterés que van sufriendo las producciones de la Marvel basadas en los pesos pesados de la editorial. Esto podría encontrar un antídoto en el estilo de hacer películas como Los guardianes de la galaxia. La desgana que provocan el resto de las producciones se contrarrestaría a base de rescatar secundarios más o menos chispeantes. No es una fórmula perfecta, como se ha demostrado con ANT-MAN o BLACK WIDOW, y probablemente para la propia Marvel tampoco sea algo urgente, al cabo, por muy mal que le haya ido en taquilla, no ha perdido jamás dinero con ninguna de sus producciones, ni siquiera con la muy criticada ETERNALS, donde recaudó cerca del doble de lo invertido en ella.
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Publicado originalmente el 5 de noviembre de 2023 en www.ciencia-ficcion.com