
Durante los años cincuenta del pasado siglo, en plena Guerra Fría y en los inicios de la carrera espacial, que enfrentaría durante décadas a las dos superpotencias, la ciencia-ficción cinematográfica recibió un extraordinario impulso. De esta época son la mayoría de las obras maestras americanas del género, concebidas siempre dentro de los estrechos aunque flexibles márgenes de la serie B. El incuestionable éxito de aquellas modestas pero excelentes películas inspiró al guionista británico Nigel Kneale para crear el personaje del doctor Bernard Quatermass. Este científico, especializado en cohetes y siempre dispuesto a luchar contra las amenazas que se cernían sobre la Tierra provenientes del espacio exterior, protagonizó THE QUATERMASS EXPERIMENT, serie televisiva de la BBC, emitida en 1953, con Reginald Tate como Quatermass. El éxito de esta serie animó a los productores, que presentaron en 1955 una continuación de la misma titulada QUATERMASS II, con John Robinson en el rol protagonista, y QUATERMASS AND THE PIT en 1958, esta vez con André Morell dando vida al científico. Cada una de estas series constaba de seis episodios de treinta minutos de duración y se convirtieron en objeto de culto para los aficionados británicos a la ciencia-ficción, hasta el punto de que, según se dice, las calles de Londres quedaban desiertas cuando se emitían. Tras la emisión de la primera de ellas, la pequeña pero potente Hammer Films, productora que se especializaría en cine fantástico, sin desdeñar otros géneros como el de Aventuras o el Bélico, se interesó de inmediato por el personaje y decidió llevarlo a la pantalla grande.
El argumento de la película es similar a los de otras obras del género producidas al otro lado del charco. En plena campiña inglesa se estrella una cápsula espacial. De ella sale un astronauta, Víctor Caroon, en estado de shock y, por tanto, completamente incapacitado para explicar lo que ha ocurrido. La nave llevaba una tripulación de tres hombres, pero los compañeros de Caroon han desaparecido sin dejar rastro. La cápsula no ha sido abierta durante el vuelo, de modo que nadie se explica cómo pueden haberse esfumado esos dos astronautas. El doctor Bernard Quatermass, promotor de esta misión espacial, inicia las investigaciones centrándose en Caroon, pues sólo él podría aclarar lo sucedido. Pero muy pronto se descubrirá que el astronauta es portador de un peligroso virus extraterrestre, que poco a poco le transformará en un mutante informe, una especie de octópodo monstruoso, que se convertirá en una amenaza para la humanidad.
La trama, como puede apreciarse, no es nada original. Pero el magnífico trabajo del equipo de realización, con Guest a la cabeza, logró convertir esta tópica historia en una obra maestra. Estamos ante una película cien por cien británica, y eso se nota en el tono realista de sus imágenes y en la caracterización costumbrista de los personajes. Aunque copia los esquemas de la ciencia-ficción norteamericana de su tiempo, es innegable que los mejora sustancialmente.

Este film entronca directamente con el mito de Frankenstein. De hecho, una de sus mejores escenas nos remite al EL DOCTOR FRANKENSTEIN que dirigiera James Whale en 1931 para la Universal. Me refiero a la secuencia en la que Caroon, que deambula casi agonizante por los muelles, como Jack Palance en PÁNICO EN LAS CALLES (PANIC IN THE STREETS, Elia Kazan, 1950) se encuentra con una niña que lleva una muñeca. No cabe duda que esta secuencia es un homenaje a la famosa escena de los pétalos y el lago de EL DOCTOR FRANKENSTEIN. Por si fuera poco, la tosca gestualidad de Richard Wordsworth, que interpreta al desdichado Víctor Caroon, se asemeja muchísimo a la del gran Boris Karloff en la citada cinta de Whale, por lo que cabría preguntarse si Wordsworth inspiró su interpretación en la de Karloff.
Brian Donlevy es el frío, antipático y testarudo doctor Quatermass. Donlevy era uno de esos excelentes actores de carácter, que dotaban a sus personajes de una gran profundidad psicológica, a pesar de la sobriedad con la que afrontaban sus interpretaciones. Nigel Kneale dijo que era el perfecto Quatermass porque tenía las facciones de un matón pendenciero, y así era como él veía al científico surgido de su imaginación. Donlevy fue todo un personaje. Aunque nació en Portadown, Irlanda, se trasladó a los EE. UU. con su familia siendo aún muy joven. Aventurero por naturaleza, lo dejó todo y se alistó voluntario en el US Army, siendo corneta del regimiento que el general Pershing envió a Méjico para intentar capturar al revolucionario Pancho Villa, que poco antes había atacado la ciudad fronteriza de Columbus, en Nuevo Méjico. Donlevy fue también un excelente piloto de aviación, y durante la I Guerra Mundial, con apenas 17 años, formó parte de La Escuadrilla Lafayette, una unidad de caza de la fuerza aérea francesa integrada por voluntarios americanos. Durante los años 30, 40 y 50 desarrolló una fructífera carrera cinematográfica en Hollywood, casi siempre como secundario de lujo, trabajando a las órdenes de algunos de los mejores directores de su tiempo. Destacó en papeles de villano en filmes del Oeste tales como ARIZONA (DESTRY RIDES AGAIN, Georges Marshall, 1939) UNION PACIFIC (ídem, Cecil B. DeMille, 1939) TIERRA DE AUDACES (JESSE JAMES, Henry King, 1939) y TIERRA GENEROSA (CANYON PASSAGE, Jacques Tourneur, 1946) En 1939, además de las películas citadas, protagonizó junto a Gary Cooper el celebérrimo film de aventuras BEAU GESTE (ídem, William A. Welllman) interpretando a un siniestro sargento de la Legión Extranjera francesa, papel que le valdría una nominación al Oscar como mejor actor secundario. Donlevy no ganó la estatuilla, que fue a parar a manos del gran Thomas Mitchell por su espléndida interpretación en la mítica LA DILIGENCIA (STAGE COACH, John Ford, 1939) Pero para nosotros, su mejor interpretación siempre será la de Bernard Quatermass.
Val Guest fue uno de los directores más prolíficos de la Hammer, pues dirigió la friolera de catorce largometrajes para el pequeño estudio británico, abarcando géneros tan dispares como el terror, la ciencia-ficción, el thriller, la comedia, el cine de Aventuras o el Bélico. Fue una especie de hombre orquesta en el mundillo del cine británico. Trabajó como actor teatral y cinematográfico durante los primeros años del sonoro; escribió guiones para algunas de sus películas y también para otros realizadores; ejerció de compositor y letrista de canciones para películas, trabajando, además, como periodista especializado para la revista Hollywood Reporter. Curiosamente, nunca tuvo contrato con la Hammer. Cuando los productores tenían un material que creían apropiado para él, le llamaban y le preguntaban si estaba libre. A Guest le encantaba lo que se hacía en la Hammer y siempre respondía que sí. De hecho, fue el principal responsable del lanzamiento a nivel internacional del Estudio, con sus dos fabulosas entregas de la serie Quatermass. Aunque durante el resto de su carrera ocupó un discreto segundo plano en la productora, sus películas siempre fueron bien acogidas por el público. Guest nunca tuvo veleidades artísticas. Fue un artesano del mejor cine de serie B, y su mayor mérito consistió en saber explotar hábilmente fórmulas cinematográficas ya manidas como si nadie las hubiese empleado antes.

La película que nos ocupa se estrenó como THE QUATERMASS XPERIMENT. Suprimiendo la E inicial se pretendía subrayar el matiz adulto que le otorgaba la antepenúltima letra del abecedario. Cabe mencionar que en EE UU se estrenó como THE CREEPING UNKNOWN y que en algunas fuentes aparece con este título.
Este extraordinario film ha sido copiado tropecientas mil veces, en la mayoría de las ocasiones con resultados aberrantes, por lo que considero que los títulos de esas burdas imitaciones no merecen figurar aquí.
El fabuloso éxito de EL EXPERIMENTO DEL DOCTOR QUATERMASS animó a la productora para realizar una secuela, QUATERMASS II, que alcanzó los mismos niveles de calidad artística y comercial que su ilustre predecesora. Pero esa es otra historia de la que hablaré en otro artículo. Ahora disfrutemos de uno de los grandes clásicos del cine de ciencia-ficción, que es a la vez una de las mejores películas de género que se han rodado en Europa. Una producción cinematográfica cien por cien europea que hizo sombra incluso a producciones hollywoodenses de su tiempo. Una película genial que ningún amante de la ciencia-ficción puede dejar de ver.