Esta es una de esas películas de transición de Disney, en las que todavía se mezclaba el antiguo estilo del dibujo a mano
con las nuevas técnicas infográficas, que a estas alturas resultan un tanto toscas
, pero que en la época supusieron una formidable innovación.
Uno de los animadores principales, Glen Keane, (fue el director del equipo de doce animadores asignados al personaje de Long John Silver) declaró: Puse toda mi alma y mi corazón en esta producción, en la conexión entre animación tradicional y las nuevas técnicas de por CGI. Comprendí que definía todo lo que soy como animador: el corazón, la pasión y el humor, para luego verlo destruido en una batalla política, interna cuando la película fue declarada como un fracaso después de casi dos semanas en taquilla. Nadie fue a verla. Tengo que decir que es una de mis películas más bellamente animadas. Había una autenticidad tal en Silver que me pareció realmente notable
.
Efectivamente, EL PLANETA DEL TESORO fue un sonoro fracaso en taquilla, ya que apenas logró recaudar, 100 millones de dólares en su pase en cines mientras su costo de producción, que fue nada menos que 140 millones de dólares de 2002.
¿Los motivos del fracaso? Difícil responder, quizá porque se trató de una historia clásica con el aspecto de un clásico de Disney. A comienzos del siglo XXI tras el bombazo de TOY STORY (1995) de Pixar, el público ya esperaba otras cosas, no la enésima repetición de EL LIBRO DE LA SELVA o PETER PAN. De hecho, en los estrenos en los Estados Unidos, que le servían a la compañía como indicador de la aceptación de sus películas, la racha no era buena: desde POCAHONTAS (1995), que había logrado triplicar la rentabilidad de la inversión, EL JOROBADO DE NOTRE DAME (1996) no la había recuperado, HÉRCULES (1997) muy por los pelos, MULÁN (1998) fue un balón de oxígeno pero no llegó a duplicar la inversión, con TARZÁN (1999) pasó otro tanto, FANTASÍA 2000 (1999) fue un rotundo fracaso, llegando a recuperar solo poco más de la mitad de la inversión, DINOSAURIO (2000), EL EMPERADOR Y SUS LOCURAS (2001), y ATLANTIS: EL IMPERIO PERDIDO (2001), fueron decepcionantes, y llegó 2002 y LILO & STITCH, que encajó con los gustos de los espectadores e indicó el camino que debía seguir la productora para en era CGI. Tal es así que Disney se lió la manta a la cabeza y acabó comprando Pixar en 2006.
En general, mal que bien, con el tiempo las inversiones se recuperaban con la exhibición internacional, pero estaba claro que la vieja
Disney había agotado el modelo de la animación tradicional, y LA ISLA DEL TESORO fue clara muestra de ello. Ni antigua
ni moderna
, buscaba atraer espectadores con una historia más que trillada, y eso no siempre funciona.
Por supuesto que para las nuevas generaciones
todas las historias son nuevas, pero en el caso de las películas Disney se debe tener en cuenta que no es el joven espectador quien decide, sino sus padres, y si sus padres creen que el argumento va a ser cansino
, sencillamente eligen otra producción para críos el día de cine. Y no es que Disney no acertara con adaptaciones en el pasado: CENICIENTA, EL LIBRO DE LA SELVA, PETER PAN, POCAHONTAS..., son historias viejas reinventadas, pero tienen algo de simpático y enternecedor que las aventuras de un grumete y un sórdido pirata, por mucho que se las envuelva en complejos laberintos psicológicos, no tienen.
Sin embargo, pese a su fracaso
, EL PLANETA DEL TESORO es una estupenda película de aventuras, de las de toda la vida. Jim vive junto a su madre que regenta una próspera taberna. Jim tiene la cabeza llena de pájaros y lo que quiere en realidad es dedicarse al surf galáctico. En esto, un día una panda de delincuentes asaltan y destruyen la taberna buscando un mapa en posesión de Jim, que se ve obligado a embarcar en el navío de la capitana Amelia, impulsiva navegante, pero que no sabe que la tripulación conspira contra ella, y se verán amenazados por la traición y el motín.
La mezcla de animación tradicional y digital funciona a medias. Es un poco raro ver a los personajes estilo Disney mezclados con las sofisticadas animaciones de los navíos-nave, la ambientación también es un tanto particular, mitad siglo XVIII, mitad futurista en un futuro muy futuro. Por supuesto, el personaje que destaca sobre los demás es Long John Silver, reconvertido en siniestro cyborg, viejo pirata venido a menos pero que conserva intactas toda su ambición y crueldad, además de su sibilina astucia y un sorprendente encanto personal.
Pese la poca repercusión que tuvo en su momento y que se hace por momentos extraña, es una película digna de ver, y a los más peques los matices que encontramos los adultos les resultan ajenos, mientras el espectáculo sea eso mismo, espectacular.