
Producción sin interés que se centra en las aventuras de cuatro adolescentes a los que se ha encomendado activar el arma que conjurará la amenaza de una virulenta invasión alienígena.
A veces no entiendo a los guionistas de este tipo de producciones, vale que sea un entretenimiento ligero para adolescentes, pero eso no implica que los adolescentes sean idiotas (tienen otros defectos, pero la edad los cura) y que por ello se puedan permitir todas las licencias que les de la gana.
La cosa va de cuatro niños zangolotinos a los que sus padres envían a un campamento de verano de esos que son tan aficionados los yankis. Siendo estrictos son solo dos, Alex (Jack Gore), que debido a un terrible incidente, se recrea en la introspección y en sus fobias al fuego y las alturas, y Dariush (Benjamin Flores Jr.), un joven negro que encima es pijo, pero no pijo a lo Oxford o el barrio de Salamanca, sino pijo a lo negro nuevo rico yanki, es decir, que pese a todo su dinero hace lo imposible por no perder su identidad afroamericana
, con lo que supone eso en paradojas y contradicciones.
Allí se encuentran con Zhen Zhen (Miya Cech), una niña asiática, casi un androide que ha viajado sola desde China hasta Estados Unidos con la única intención de pasar el verano en el campamento porque... lo vio en un folleto publicitario. Finalmente tenemos a Gabriel (Alessio Scalzotto), el paleto
que gracias a su conocimiento del medio sacará a la pandilla de algún que otro problema.
Para desgracia de los campistas unos alienígenas malosos deciden invadir la Tierra en ese preciso momento, y mientras las escenas de confusión se desarrollan a lo largo y ancho del planeta, una cápsula con la única superviviente de la ISS aterriza justo en el campamento con dos cosas de sumo interés: a) la llave que activa el sistema de defensa terrestre que podrá conjurar la amenaza alienígena, y b) una especie de moco negro pegado al casco.
El cuarteto deberá entonces llegar hasta el centro de investigación donde se encuentra el panel de control del sistema de armamento y activarlo con la llave, pero descubren con desagrado que el moco negro es en realidad un sociópata alienígena que intentara por todos los medios (preferiblemente destripándolos) impedir el éxito de su misión.
El desarrollo de la película no tiene mucho misterio y menos suspense, como tantas películas ochentenas (y sus sucesivos homenajes, desde ET hasta Stranger Things) de pandillas de chavales afrontando misteriosas aventuras sin que falten las perceptivas BMX.
Pese a todo el arranque es irregular, quizá se pierda demasiado tiempo presentando a los protagonistas y, más inútilmente todavía, al personal del campamento porque son masacrados sin piedad en los primeros diez minutos. Por lo demás abunda en los tópicos de este tipo de películas: el chaval pusilánime al que todo da miedo pero que acabará superándolo hasta convertirse en el Héroe, el chico inadaptado y huidizo al que la camaradería devolverá a la sociedad convertido en un secundario de provecho, el alivio cómico que con sus aspavientos y tonturas da el toque humorístico
a la película, y el cerebro frío y calculador que los sacará de más de una situación apurada.
Para ir a favor de corriente ideológica, los gilipichis son los chicos y la inteligente la chica. Complementando las cuestiones referidas a las cuotas, los personajes se distribuyen étnicamente en blanquito (Alex), negro (Dariush), oriental (Zhen Zhen) y algo asimilable a un descendiente de latino/italianos (Gabriel), con el problema de el empoderamiento de Zhen Zhen implica que blanquitos, negros y latinos/italianos quedan intelectualmente denigrados respecto a los orientales[1]
Como el guión es bastante chapucero, todo lo que ocurre también lo es. La amistad que se forja entre los cuatro es forzada, tanto por las circunstancias como por como se plantea el inicio de la relación. Hay un romance, porque si. Todo lo que envuelve al arma definitiva no tiene ni pies ni cabeza (¿Qué puñeta hace la llave maestra en la Estación Espacial Internacional? ¿Y porqué el centro de control no está en un bunker protegido bajo mil metro de piedra, cemento y acero?).
En fin, entretenimiento descerebrado más bien para pre-adolescentes, esta es una película que en cuanto se empieza a tener algo de conocimiento solo sirve para pasar esas horas muertas del sábado por la tarde. No obstante, y pese a que no es de una excelencia monumental y tiene más agujeros que un Gruyere, hay que reconocer que está bien hilada, bien interpretada y, excepto el arranque, goza de un buen ritmo.
Puedes verla, pero siempre bajo tu responsabilidad.
¿Qué que mierda de lectura de la película es esta? Se siente, es el espíritu de los tiempos, haber vivido en los de Alfonso Sánchez[2]
Alfonso Sánchez Martínez Respetado crítico de cine español que desarrolló su actividad durante el franquismo. Conocido y reconocible sobre todo por su peculiar tono de voz y su pausadas y socarronas intervenciones en la televisión[3]
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Publicado originalmente el 2 de febrero de 2020 en www.ciencia-ficcion.com