¿De qué se trata?

Mientras los protas gozan de unas vacaciones forzadas en Vulcano, cortesía del Señor Amnesia Spock, la Tierra está otra vez en problemas. Una nueva presencia alienígena capaz de anular todos los aparatos defensivos terrestres, comienza a hervir los mares, amenazando con exterminar a la Humanidad. El almirante Kirk, que pasaba una vez más por ahí con los suyos a bordo de una navecita klingon robada en la entrega anterior, descubre que la nave sonda alienígena está tratando de comunicarse con una especie inteligente que, ¡oh sorpresa! no son los humanos sino las ballenas, y que hierven los mares buscándolas con espíritu de niño desordenado levantando la ropa sucia tirada en el suelo para descubrir su juguete favorito. Por esas casualidades del guión, hay un sistema experimental nunca probado (otro más) para regresar en el tiempo, que permitiría a la tripulación regresar al siglo XX, sacar algunas ballenas y reimplantarlas en pleno siglo XXIII, para que ellas de alguna manera resuelvan el entuerto creado por los mismos humanos al extinguirlas. El resto de la película es ver a los tripulantes del Enterprise haciendo el payaso en San Francisco, 1986.
El espíritu de los tiempos

En la tercera entrega había quedado casi todo bien amarrado, salvo los eventuales cargos de insubordinación contra Kirk. Ahora podían filmar una historia independiente a la que sacarle jugo. ¡Y de qué manera! La cuarta parte sigue una premisa bien simple: ¿qué pasaría si los adorables personajes de fantasía (¡perdón, del siglo XXIII!) aparecieran en nuestra realidad (¡perdón, en 1986!)? Y le sacan bastante partido a la idea. No hay que olvidar que esta película fue hecha en plena Era Reagan, y es todo lo políticamente incorrecta que puede. Abajo los militares y la Guerra Fría, arriba el pacifismo, el ecologismo y la preservación de las especies, es la consigna. Algo que estaba siempre solapado en la serie, pero que ahora se manifiesta con más crudeza que nunca.
¿Por qué verla?

Terminan por fin de amarrar todos los cabos sueltos de las dos anteriores, evitando alargar las subtramas pendientes y ahorrándonos más entregas en tono de culebrón. Gracias a Dios.
Los fanáticos pueden estar de plácemes por ver a sus personajes de siempre interactuar con el mundo real. El carácter vulgar y chabacano de Kirk encaja a las maravillas con el San Francisco de los ´80s (la Sodoma de la época y cuna del SIDA, entre otras cosas); no en balde confiesa haber aprendido el estilo de la época en sus grandes clásicos literarios: Harald Robbins, Sidney Sheldon... El misticismo de Spock le hace un buen sucedáneo de adepto a la New Age. El doctor McCoy rabea con lo que para él es el atrasado arte de los matasanos de la época (¿Diálisis al riñón? ¿Qué es esto? ¿La Edad Oscura?) Y así sucesivamente. Es para desternillarse de risa ver al ruso Chejov, con su mejor cara de inocencia, preguntarle a los del FBI por la ubicación de las naves nucleares.
Después de la filosófica Viaje a las estrellas, la operática Viaje a las estrellas II y la mediocremente aventurera Viaje a las estrellas III, ver una entrega con ideas serias, pero elaborada en tono de comedia ligera y con cierto distanciamiento irónico, no puede ser más refrescante. Después de todo, no todas las pastas han de ser acompañadas con salsa boloñesa, ¿no?

La premisa de fondo es escalofriante. ¿Quién dijo que somos la especie más inteligente y digna de atención sobre la Tierra? La sonda llega para conversar con las ballenas, y no sólo ponen en peligro a la Humanidad en conjunto, sino que ni siquiera la consideran a la hora de usar sus más bien expeditos métodos de comunicación. Para colmo, nunca nos enteramos qué clase de inescrutables secretos sobre la vida, la muerte o el universo pueden haber conversado las ballenas con los alienígenas. Tampoco es posible abrir una forma de comunicarse con ellos. Irónico... y terrorífico.
Ideal para: Reírse un rato con los personajes de toda la vida, y entrar en trance ecologista-ambientalista.
La película más popular de la saga fílmica Trek, es también la que mejor acogida tuvo por parte del público no trekkie. Leonard Nimoy había declarado: Quiero que STAR TREK IV sea una aventura divertida de ver
. Y cumplió con creces su palabra, porque este cuarto largometraje se erige en un divertimento fuera de serie.
Tres semanas antes del estreno de EN BUSCA DE SPOCK, la Paramount, que deseaba conmemorar adecuadamente el vigésimo aniversario de Star Trek, que se celebraría en octubre de 1986, ofreció a Nimoy la dirección de la cuarta entrega de la saga cinematográfica. El actor, que había sorprendido a todos con su talento para la realización en el film anterior, aceptó sin dudar.
LA IRA DE KHAN y EN BUSCA DE SPOCK habían destacado por su dramatismo, emoción y seriedad. Nimoy, consciente de la relevancia que habría de tener el film que conmemorase los veinte años de Star Trek, decidió conferir a éste un tono más desenfadado y aventurero. Leonard deseaba hacer su propia contribución, como director y guionista, al mito de Star Trek, recuperando en el cine la peculiar mezcla de elementos que había hecho de TOS una serie de culto. Así pues, concibió STAR TREK IV como una historia de acción, con abundantes dosis de humor y un mensaje muy positivo, en la línea de algunos de los mejores episodios televisivos.
Hasta aquel momento, lo único que estaba claro era que el argumento incluiría un viaje en el tiempo. Ni siquiera se había decidido todavía a qué época y por qué razón tenían que viajar los protagonistas. Fue Nimoy quien proporcionó la idea original para la película. Poco antes el actor había leído BIOPHILIA, obra del biólogo Edward E. Wilson, en la que se especulaba con la idea de que algunas especies en peligro de extinción podían revelarse como cruciales para el equilibrio futuro del ecosistema, cuando ya fuera demasiado tarde para recuperarlas. El libro de Wilson había impresionado muchísimo a Nimoy, tanto que decidió que la premisa básica planteada en el mismo sirviese de base para el guión. Tras consultar a una pléyade de biólogos, Nimoy escogió a la ballena gris como la especie animal más adecuada para un perfecto desarrollo de la historia, pues estos cetáceos, muy perseguidos por el hombre, amenazaban con extinguirse en breve si no se frenaba drásticamente su caza incontrolada. Escoger a la ballena gris como centro del argumento dio no pocos problemas. Ante la imposibilidad de contar con un par de animales amaestrados, se recurrió a la construcción de dos ballenas robot, manejadas por control remoto, así como a partes de estos cetáceos, también robotizadas, que fueron empleadas en momentos muy concretos del rodaje. Se diseñaron otros modelos a escala, para ser utilizados en las secuencias en que las ballenas debían realizar acciones muy precisas, y, de hecho, tan sólo unas pocas imágenes de George y Gracie corresponden a auténticas ballenas grises, tomadas en Maui.
Nimoy tuvo que bregar con el productor, Harve Bennett, por culpa de las ballenas. Bennett, erigiéndose en portavoz de los jefazos del Estudio, pretendía subtitular el dialogo entre la sonda y los cetáceos para que el público se sintiera más cercano
y comprendiera mejor lo que ocurría. Nimoy, que calificaba de aberración tal pretensión, se opuso a la idea con todas sus fuerzas. Leonard sostenía, con toda lógica, que tanto la sonda como las ballenas no tenían por qué seguir nuestras pautas de lenguaje, pues no eran seres humanos. Tras un tenso tira y afloja, prevaleció la sensata opinión de Nimoy, pero este contraste de pareceres le costó al actor y director la amistad de Harve Bennett.
Nimoy creó el argumento en colaboración con Harve Bennett, contando además con la intervención de Steve Meerson y Peter Krikes. Con todo, la aportación más notable fue la del director, escritor y guionista Nicholas Meyer, responsable de la realización de LA IRA DE KHAN, que participó en el proyecto por petición expresa de Nimoy, que le tenía en muy alta consideración por su sobresaliente trabajo en el segundo film de la franquicia. Meyer, que había dirigido la excelente LOS PASAJEROS DEL TIEMPO (TIME AFTER TIME, 1979), se implicó al máximo con STAR TREK IV, y buena parte del éxito final de la película se debió a él. Bennett se ocupó de escribir las partes del guión correspondientes al prólogo y al epílogo de la cinta, que transcurren en el siglo XXIII, mientras que Meyer escribió las del siglo XX.
La producción de STAR TREK IV comenzó en octubre de 1985, con el objetivo de tenerla lista para su estreno un poco antes de las Navidades de 1986. La estrategia comercial de la Paramount era muy clara, pues estrenando en Navidad, la temporada alta del cine por excelencia, se buscaba magnificar el acontecimiento, ya que entre el vigésimo aniversario de Star Trek y las vacaciones navideñas mediaban apenas dos meses.
El presupuesto se fijó en 23 millones de dólares, cantidad importante, gracias a la cual Nimoy pudo hacer realidad su deseo de rodar gran parte del metraje en localizaciones exteriores, alejándose un tanto de la tónica habitual en los anteriores largometrajes Trek, filmados casi en su totalidad en estudio. La búsqueda de los parajes adecuados para rodar fue una auténtica odisea, y varios equipos exploraron las zonas de San Francisco y su entorno durante semanas, hasta que dieron con los lugares apropiados. Parte de los exteriores se filmaron en San Diego, Los Ángeles y Monterrey.
Uno de los detalles con los que hubo que tener más cuidado fue con los extras que debían aparecer en el San Francisco de 1986. En los años 80 Star Trek era ya un fenómeno de masas, con una proyección pública increíble. La sociedad norteamericana estaba literalmente invadida por toda clase de productos de merchandising relacionados con Star Trek, sobre todo prendas de vestir. La ropa de los figurantes del siglo XX debía ser estrictamente casual, sin ninguna referencia a la mítica serie creada por Gene Roddenberry. En consecuencia, los responsables del vestuario y el atrezzo tuvieron que examinarlo todo meticulosamente, para evitar que se colara en la filmación cualquier referencia gráfica a Star Trek. Fue, ciertamente, una labor de chinos, porque la mayoría de las personas que se presentaron para extras eran trekkies, y, como es natural, llevaban encima algo que aludía a su serie favorita.
Nimoy empleó algo más de tres millones de dólares en los efectos especiales. Dos de los efectos crearon escuela. El primero de ellos, el viaje a través del tiempo, realizado por ILM empleando casi exclusivamente infografías, se presenta a través de las visiones de Kirk, una escena onírica notable, pero que no fue del gusto de todos los trekkies, algunos de los cuales objetaron que no acababa de dejar claro que se había producido un viaje temporal. No obstante, a efectos estéticos resultó una escena extraordinaria y muy sugerente. El segundo fue la ya mencionada concepción de George y Gracie, las ballenas artificiales, totalmente automatizadas, capaces de ejecutar cualquier movimiento y que parecían estar realmente vivas. En cuanto al resto de los efectos especiales, especialmente los utilizados en los segmentos del film que transcurren en el siglo XXIII, nos remiten a la estética característica de la saga fílmica Trek protagonizada por Kirk y compañía.
Como he comentado anteriormente, STAR TREK IV fue muy bien recibida por el público en general, y no sólo por los trekkies. Estrenada el miércoles 26 de noviembre de 1986, se convirtió en un éxito inmediato, dejando muy atrás en la taquilla a títulos del calibre de ALIENS, EL REGRESO (ALIENS, James Cameron, 1986). Su tremenda popularidad entre toda clase de espectadores se debió, sin duda, al talento de Nimoy, que supo hacer una película Trek diferente, en la que ocurren muchas cosas, con un ritmo trepidante y mucho sentido del humor, a pesar de que el tema que se trata sea muy serio.
Lo mejor del film son los intentos del almirante y sus oficiales por adaptarse al siglo XX. Las peripecias de Kirk y su tripulación en el San Francisco de 1986 no tienen desperdicio. Para Jim y los suyos, las últimas décadas de la vigésima centuria terráquea resultan desconcertantes, un ambiente incluso más extraño que los exóticos mundos que visitaron a lo largo de su odisea televisiva. Cuando la invisible Ave de Presa klingon se posa en el parque del Golden Gate, Kirk advierte a los suyos antes de abandonar la nave: Ésta es una cultura primitiva y paranoide. Muchas de sus costumbres nos pillarán por sorpresa
. Y está en lo cierto. Porque STAR TREV IV, con la excusa del viaje en el tiempo de sus protagonistas, ofrece un pintoresco retrato de la sociedad americana de aquella época, vista a través de los ojos de unas personas procedentes de un futuro ordenado y racional, en el que no hay lugar para determinadas actitudes. Es un milagro que esta gente lograra sobrevivir al siglo XX
, comenta un perplejo Bones a poco de desembarcar en 1986, al observar lo que para alguien del siglo XXIII es un mundo caótico y poco menos que enloquecido. Los comentarios de Kirk y McCoy preludian la serie de divertidísimas aventuras en que se hallarán envueltos los oficiales de la Enterprise en el cumplimiento de su misión.
El grupo, siguiendo instrucciones del Almirante, se divide en parejas, cada una con un objetivo específico. Kirk y Spock se lanzan a la búsqueda de un par de ballenas, Scott y McCoy tratan de conseguir los materiales para construir un tanque para los cetáceos en la bodega del Ave de Presa, y Uhura y Chekov van a la busca de navíos de propulsión atómica, con el fin de obtener los isótopos que necesita Scotty para recristalizar los agotados cristales de dilitio. De Sulu sabemos en esta película que nació en San Francisco, y se nos revela como el perfecto piloto, pues demuestra un conocimiento y una pericia increíbles con cualquier clase de vehículos, incluidos los primitivos helicópteros del siglo XX.
La cinta es pródiga en gags hilarantes y situaciones de gran comicidad. Para los anales Trek ha quedado la maravillosa escena del autobús, en la que un impertérrito Spock le aplica un pinzamiento vulcaniano a un repugnante punky, que martiriza los oídos de los pasajeros con el radiocasete a toda pastilla, vomitando una música estridente. Kirk, por su parte, demuestra sus innatas dotes para adaptarse a cualquier situación, replicando adecuadamente a los exabruptos de un grosero conductor.
Scott y McCoy protagonizan otro de los pasajes geniales de la película en la fábrica de plásticos, donde el ingeniero jefe de la Enterprise debe bregar con la primitivísima informática de los años 80, y al final opta por proporcionar a los responsables de la empresa la fórmula del aluminio transparente. Memorable la escena que muestra a Scotty tratando de hablar con la computadora a través del ratón.
Uhura y Chekov necesitan localizar los barcos atómicos, y no se les ocurre otra cosa que preguntarle a la gente que se encuentran por la calle. Una transeúnte les dice que esos navíos están en Alameda, seguramente, y la oficial de comunicaciones y Pavel siguen preguntando a todo quisque, bajo la suspicaz mirada de un policía motorizado, que parece estar sopesando la posibilidad de arrestar a ese ruso que no para de preguntar a todo aquel que se pone a tiro dónde están los buques niucleares
. En el doblaje se mantuvo el acento ruso de Chekov, a fin de no restarle comicidad a la secuencia. Aunque en la versión española de TOS y del resto de películas Chekov fue doblado tal cual, sin un acento que revelase su origen, en el inglés original hizo gala de él siempre. Chekov adquiere mucho protagonismo en la cinta. Capturado a bordo del Enterprise (el portaaviones nuclear), es sometido a interrogatorio por un par de agentes del FBI, que concluyen que se trata de un retrasado mental, aunque no pueden explicarse cómo demonios ha accedido a la vigiladísima sala del reactor del imponente buque. En un momento dado Chekov logra huir de sus captores, lo que da pie a una divertida y trepidante persecución que acaba bastante mal para el pobre Pavel. Trasladado a un hospital, la gravedad de su situación empuja a McCoy a actuar, ya que se niega a dejarle en manos de la medicina del siglo XX. Con la ayuda de Gillian, Kirk y McCoy van al rescate de Pavel, lo que se resuelve en otra accidentada persecución por los pasillos del hospital. Impagables las observaciones de Bones, mi personaje predilecto de Star Trek, ante los desagradables comentarios de los médicos con los que comparten el ascensor, o frente a esa pobre señora, torturada por la diálisis de riñón, a la que cura de un plumazo por el procedimiento de darle... una simple píldora.
Un personaje que alcanza, en determinados momentos, casi la misma importancia que los demás, es el de la doctora Gillian Taylor. Gillian consigue llegar al espectador gracias a su ternura hacia las ballenas, y también hacia dos casos tan imposibles como los de Kirk y Spock, esa pareja de chiflados que muestran un gran interés por George y Gracie. Aunque la desconciertan y al principio no se fía de ellos, los acontecimientos harán que acabe depositando su confianza en Kirk, pues su instinto le dice que éste es el único que puede hacer algo por George y Gracie, soltadas en alta mar por una absurda decisión burocrática. Al final de la aventura, esta extraordinaria mujer, uno de los personajes femeninos mejor retratados en Star Trek, viaja al siglo XXIII con Kirk y su tripulación, y no sólo se adapta de inmediato, consiguiendo un puesto importante en una nave científica, sino que incluso se permite dejar a Jim con la miel en los labios, aunque con la promesa de algo más. Que yo recuerde, esta fue la primera vez en Star Trek que una chica le dio calabazas a James T. Kirk, lo que confiere a Gillian Taylor una acusada personalidad, haciendo de ella una de las féminas más interesantes que aparecieron en la saga.
En un primer esbozo del guión, aparecía un excéntrico profesor universitario, fanático de los OVNIS, que se unía a Kirk y Spock para ayudarles en su misión. El papel tenía que ser interpretado por Eddie Murphy, uno de los trekkies más famosos y reputado actor de comedias. Según comentó después Harve Bennett, cuando se supo que Murphy iba a aparecer en el film, la Paramount recibió miles de cartas pidiendo que se fuera. La cosa no está nada clara, pero el caso es que el actor renunció a participar en STAR TREK IV. William Shatner dijo tras el estreno que, de acuerdo con la información que tenía, Murphy no había aparecido en aquella entrega Trek a causa de algo relacionado con la película EL CHICO DE ORO (THE GOLDEN CHILD, Michael Ritchie, 1986). Sabiendo cómo funciona la industria hollywoodense, personalmente me inclino por esta explicación. Aunque es posible que Eddie Murphy prefiriera trabajar en la cinta de Ritchie, yo creo que los jefazos de la Paramount decidieron hacer al mismo tiempo las dos películas, para explotar el filón de Star Trek por un lado, y el de Eddie Murphy, una estrella muy popular y cotizada por aquel entonces, por el otro. De haber intervenido en STAR TREK IV, seguro que ésta hubiese resultado más cómica si cabe. De todas formas, no creo que hubiese superado la magistral creación interpretativa de Catherine Hicks.
En la cinta anterior asistimos a algo demoledor para el corazón de cualquier trekkie: la destrucción de la nave Enterprise. Hacer una película de Star Trek sin la Enterprise, que venía a ser una protagonista más, era todo un desafío y no estaba nada claro cómo iban a reaccionar los fans, pero Nimoy se las arregló para conseguir que incluso los trekkies de la Vieja Guardia, como el abajo firmante, no echáramos de menos la vieja y querida nave estelar. Por otra parte, al final de la cinta nuestros héroes recibían un nuevo navío, también de la clase Constitution, bautizado como... Enterprise-A.
Como ya he mencionado, la película funcionó muy bien en taquilla, aunque, tras su estreno, parte de los trekkies la consideraron inferior a las tres anteriores, definiéndola como una especie de interludio cómico en la saga, similar a los episodios LOS TRIBBLES Y SUS TRIBULACIONES y PARTE DE LA ACCIÓN. Por mi parte, debo confesar que los tres primeros films me gustan mucho más, pero eso no me impide reconocer y apreciar los extraordinarios valores que adornan STAR TREK IV. Por otra parte, es un adecuado broche para esa trilogía dentro de la saga fílmica, iniciada con LA IRA DE KHAN.
Esta fabulosa película llegó a las salas de cine estadounidenses al mismo tiempo que la Paramount, ansiosa por explotar adecuadamente el vigésimo aniversario de Star Trek, anunciaba el próximo estreno de una nueva serie televisiva, bajo el subtítulo de La nueva generación. La nueva Star Trek catódica, un sueño largamente acariciado por Gene Roddenberry, estaba pensada para ser el programa estrella de un nuevo canal televisivo gestionado por Paramount, que así pretendía competir en el mercado de la pequeña pantalla con colosos como ABC, CBS y NBC. Siguiendo la estela de la Fox, cuya cadena de televisión empezó a emitir por aquel entonces, la Paramount aspiraba a que sus productos televisivos se quedaran en casa, es decir, en un canal de su propiedad. Al final la cadena Paramount no vio la luz, pero la producción de Star Trek TNG siguió adelante. Una suerte para los aficionados.
A pesar de haber sido infravalorada por algunos fans, todavía hoy, casi treinta años después de su producción, STAR TREK IV sigue siendo la película Trek más vista de la historia, lo que dice mucho y bueno de sus guionistas y productores y, sobre todo, de su talentoso director, Leonard Nimoy, un hombre que siempre simbolizará la extraordinaria producción de ciencia-ficción ideada en los 60 por El Gran Pájaro de la Galaxia.

Al parecer ésta es la película mas taquillera de la serie. Realmente es la mas fácil de ver para todo tipo de público. Es además la comedia por definición de todas ellas.
Nos encontramos con un primer peligro que deberán solucionar nuestros héroes. Una sonda alienígena que se carga toda la energía de las naves y mundos que se encuentra a su paso. ¿Dónde se dirige? Sí señor a la Tierra. Total solo hay unos miles de mundos habitados y ¡oh casualidad al que viene directo es a la Tierra! La sonda deja casi sin energía a nuestro planeta pero, ya a punto de sucumbir, llegan nuestros héroes en una nave robada a los Klingon, que han rebautizado Bounty.Spock, después de su renacimiento en la última película, hábilmente, analiza las señales del Vehículo Sonda y llega a la conclusión que el chisme en cuestión desea entablar diálogo con las ballenas grises. Ni con los delfines, orcas, ballenas azules, hipopótamos o cocodrilos. No. ¡Con la ballenas grises! Y como los humanos las han exterminado hace tiempo ¿qué hacemos? Sin problemas. Se viaja al pasado, 1986 mas o menos, y se les pide a las ballenas, grises no lo olvidemos, que nos echen una manita.
Visto así parece una tontería de guión, que lo es, pero tiene sus cosas interesantes, si no le buscas justificaciones científicos. De momento las conversaciones filosóficas entre McCoy y Spock son de lo mas jugosas. Llegan a la Tierra del siglo XX y descubren que pueden recoger dos ballenas de un acuario. Dada la habilidad conquistadora del Almirante Kirk consigue que la bióloga encargada de las ballenas preste su colaboración al rapto. Aparte de esto tenemos la subtrama de conseguir materiales para poder construir una pecera donde alojar a las ballenas, con escenas francamente divertidas del señor Scott y McCoy. La ambientación del siglo XX y el choque cultural es lo que hace muy divertida esta película.
Hay de todo: carreras en camilla, investigaciones tipo Expediente X, curaciones milagrosas (con una pastilla se cura a una enferma renal), las peroratas de siempre de McCoy, metiéndose como siempre con Spock, y también con los médicos del siglo XX a los que llama carniceros. También hay romance e incluso un conato de crítica a la cultura americana contemporánea. Kirk y Spock se refieren a los grandes clásicos de la literatura del pasado y nombran por ejemplo a Harold Robbins.
Por supuesto, nuestros héroes, conseguirán su objetivo y salvarán la Tierra volviendo a su presente, nuestro futuro.
Muy recomendable para fans de los viajes en el tiempo y ecologistas variados.
Frase para recordar:
Scott: -¡Un teclado! ¡Que pintoresco!
PD. La doctora volverá a aparecer como amante de Kirk en la novela gráfica DEUDA DE HONOR (Muy recomendable por cierto)