
Francamente, PROMETHEUS sin decepcionarme completamente, me ha dejado un tanto desconcertado en cuanto a sus intenciones y resultado final. Para empezar, tiene un gran problema siendo, como es, precuela de ALIEN, diga lo que diga Ridley Scott, y por ello las comparaciones son inevitables, continuas y en alguna ocasión el paralelismo entre ambas películas es tal, que da la impresión de estar viendo un remake de manos del mismo creador. Hay escenas casi calcadas, el despertar de la Prometheus, entre máquinas con vida propia, la vuelta agónica a la consciencia de la tripulación tras dos años de viaje en animación suspendida, la primera comida entre gente que no se cae del todo bien, el descubrimiento de salas enormes llenas de extraños contenedores, finales en falso, y el remate final en forma de cuaderno de bitácora parlante.
El resto del argumento, excepto la premisa principal, tampoco diverge especialmente de su venerable predecesora: un grupo bastante variopinto de paniaguados llega a bordo de su flamante nave a un planeta (luna, más bien) en el que se encuentran con estructuras alienígenas que se dedican a explorar alegremente, exploración de la que salen mayormente escaldados. La explicación de porqué llegan hasta ahí tampoco es de esas cosas que me entusiasmen: resulta que hace la torta de tiempo unos alienígenas aterrizan en la Tierra y la llenan de vida a su imagen y semejanza. Luego fueron dejando balizas aquí y allá para que, una vez dominada la tecnología adecuada, les fuéramos a buscar a las estrellas, o eso piensan los arqueólogos que reúnen las pruebas correspondientes. Como argumento es a la vez facilón y rebuscado. Facilón porque rescata perezosamente las teorías de magufos bochornosos como Erich von Däniken, y rebuscado porque para este viaje no hacían falta tantas alforjas, la solución de ALIEN es más directa y sencilla: algo pita ahí abajo, en el contrato pone que tenemos que ir a ver qué es...
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Otro punto de divergencia con ALIEN es la cantidad de gente que circula por la Prometheus, más de una docena de tripulantes, muchos de ellos sin un rol fijo, excepto ser masacrados convenientemente. En las demás Alien tampoco se puede decir que estuvieran cortos de personal, pero cada uno tenía su papel claramente establecido y, aunque brevísimo en casos, perfectamente reconocible. En esta ocasión ni siquiera los sucesivos decesos tienen un orden, en el resto de las películas de la saga los protagonistas son eliminados metódicamente, uno a uno y de formas más bien desagradables. En PROMETHEUS no hay método ni casi sentido, los personajes van cayendo de a uno, en parejas o en grupo pero de una forma un tanto descuidada, como si hubiera que ir matándolos porque es lo que se espera. Muestra de esta desgana es que si el espectador ve que dos de los secundarios se quedan aislados durante la noche en el complejo alienígena, ya sabe sin necesidad de pensar mucho que esos no van a salir bien parados de ahí. Pocas sorpresas, en definitiva.
En realidad la película podría haberse rodado con cuatro personajes, Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) trasunto de Ripley, la arqueóloga que descubre las balizas alienígenas y lidera la expedición, David (Michael Fassbender) trasunto de Ash, probo e incorruptible empleado de la Weyland Corporation, y el Ingeniero... ¿He dicho cuatro? con tres hubiera bastado, el resto, incluida Charlize Theron, sobran o tienen un papel tan irrelevante que no queda nada clara su presencia en el guión.
Por supuesto, en el aspecto técnico la película es sobresaliente. Como era inevitable, los decorados están calcados de ALIEN, a excepción de alguna que otra sala nueva, el planeta, las naves, los efectos especiales, están a la altura de lo exigible a día de hoy. Solo un pequeño detalle con un animatrónico barato, casi al final, se sale de la excelencia general de la película. Sin embargo, el 3D no me ha impresionado, no se si a causa de la sala (Tres Aguas en Alcorcón, Madrid) o porque tuve que ponerme las gafas de marras sobre mis ya de por si muy especiales lentes progresivas (eh, que uno ya tiene una cierta edad) o porque realmente el 3D de la película no está muy trabajado, me pasó prácticamente desapercibido. Por cierto, por si alguien está buscando fallos
de continuidad que no se vuelva loco, ALIEN y ALIENS se desarrollan en LV-426, PROMETHEUS en LV-223. Otra luna, otro planeta, otro sistema. Nada que ver.
En cualquier caso, no he visto a Ridley Scott en buena forma. No es que la película se haga pesada, son dos horas que se llevan bien, pero no hay tensión, no hay emoción, las cosas pasan porque tienen que pasar, con un exceso de sucesos previsibles, sin vueltas de tuerca ni giros inesperados, si quería una película de terror no lo ha conseguido, es ALIEN de nuevo, pero con la desventaja de que ya se sabe que hay al final del camino. Quizá por si misma hubiera sido una formidable película, pero con la herencia que arrastra se queda solo en una película entretenida, de esas de las que tendría que haber al menos media docena al año, pero desde luego no la obra maestra que la bien planificada campaña de marketing hacía esperar.
Hablando de marketing, Scott ya ha anunciado que va a rodar la segunda y tercera parte, pero eso ya lo sabía él antes de dar por terminada la película; entre la cantidad de cuestiones que la película no resuelve (algunas, digo yo, habrán quedado para el director´s cut, y otras para el siguiente episodio) y el final, más que abierto, descaradamente continuista, queda claro que era una cuestión que estaba más que planificada desde el principio, solo había que esperar a contar los millones de la taquilla para confirmarla. Eso si, esperemos que para entonces Scott se decida a volver al espíritu Alien original (si, queremos más Alien, no un remake bajo en calorías) y la distribución en España se haga con un poco más de alegría, en los tiempos que corren tardar más de dos meses desde su estreno mundial es atar una horca a la taquilla de una película.
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Publicado originalmente el 5 de agosto de 2012 en www.ciencia-ficcion.com