Sitio de Ciencia-Ficción
TERMINATOR 3, LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS EE.UU., 2003
Título original: Terminator 3: Rise of the Machines
Dirección: Jonathan Mostow
Guión: James Cameron, Gale Anne Hurd
Producción: Mario Kassar, Hal Lieberman
Música: Marco Beltrami y Brad Fiedel
Fotografía: Don Burgess
Duración: 109 min.
IMDb: tt0181852. Doblaje: (es-ES) (ca-ES)
Reparto: Arnold Schwarzenegger (Terminator); Nick Stahl (John Connor); Claire Danes (Kate Brewster); Kristanna Loken (T-X); Matthew Bonnar (joven John); David Andrews (Robert Brewster); Alana Curry (novia de Bill); Timothy Dowling (Stevens); Brian Sites (Bill Anderson); Chris Hardwick (ingeniero); Mark Hicks (Detective Martinez)
Javier Iglesias Plaza

La estrecha relación que parece existir entre la cantidad y calidad de los efectos especiales, y la estupidez, la espantosa sucesión de sinsentidos en los argumentos de las películas de ciencia-ficción contemporáneas, sería, como mínimo, digna de un elaborado y concienzudo estudio que, tal vez, explicaría mucho de por qué las cosas, en este campo, van como van... Pero no pienso que estos sean ni el momento ni el lugar adecuados, ni mucho menos yo la persona indicada para ello... Baste, como pequeña ilustración del fenómeno, establecer una sucinta comparación entre sagas como las de MATRIX o STAR WARS o incluso TERMINATOR , y películas tan brillantes argumentalmente como austeras en su apartado técnico como 12 MONOS , GATTACA o EXISTENZ ... Creo que cualquier otro tipo de comentario al respecto resulta redundante...

No obstante, todo esto venía a cuento de TERMINATOR 3: LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS, sobre la que sí me gustaría decir algunas cosas. La tercera entrega de esta legendaria saga, en sí, no es ni menos ni más que lo que se podía esperar de ella, conocidos los precedentes; un guión débil, frágil y tramposo, con más agujeros que un colador, revestido, eso sí, del mayor y más grandilocuente de los espectáculos visuales y pirotécnicos... o sea, más de lo mismo de siempre... lo de costumbre en el menú... y bueno, en este sentido, ¡allá cada cuál con el tipo de cine del que se alimenta...!

Si acaso, estirando mucho, lo único que salvo de esta película es el sentido del humor autoparódico que, a ratos, se va dejando caer por el metraje y que suele recaer sobre la mítica figura del T-800, el Terminator de siempre (Schwarzenneger, bastante disconforme con sus gafas de sol a lo Elton John, es sin duda el mejor gag de todos). Y si me gustan estos toques de humor es precisamente porque son señal inequívoca de que la saga está muerta, de que ya no hay más ideas, porque bien sabido es que la autoparodia, la deconstrucción cómica de todo hito cultural es su misma acta de defunción... Y del final de esta saga, yo al menos, no puedo sino congratularme...

De todos modos, lo que más me ha llamado la atención tras el visionado del film no tiene que ver con todo esto.

Al fin y al cabo la temática principal de la saga Terminator siempre fue la prometeica, la de los modernos prometeos, es decir, la de las máquinas que acaban por revelarse contra sus propios creadores. Pero, claro está, a estas películas de acción y adrenalina y a sus frankensteins high-tech era mucho pedirles la trascendencia y el existencialismo de, sin ir más lejos, los replicantes de BLADE RUNNER , así que la cosa nunca podía ir mucho más allá de los tiritos y las explosiones de rigor. TERMINATOR 3 en cambio, abandona el interés por las máquinas pensantes decantándose esta vez por la otra gran temática del género siempre presente en la saga, que no es otra que la de los viajes en el tiempo y sus hipotéticas consecuencias en el pasado y el futuro. Esto acaba traduciéndose en un concepto del destino, del libre albedrío, que es, definitivamente, lo que ha terminado a mi juicio por convertir el film en algo ridículo. Porque después de dos películas y una tercera secuela, llenas de las mismas explosiones, persecuciones, transformaciones, mamporros y efectos varios, al final resulta que el Holocausto era inevitable de todos modos y la guerra contra las máquinas insoslayable... La voz de John Connor, mientras la entera civilización empieza a arder en el Apocalipsis Nuclear, reflexiona acerca de esto, lamentándose de que ese destino resultase ser, a la postre, inamovible...

Y yo me pregunto... si el futuro es tan inmutable como el pasado que lo precede... si ni siquiera los tres terminators (a cuál más sofisticado) pudieron cambiarlo... si, ¡maldita sea! el mismísimo John Connor sigue vivo en el futuro para liderar la resistencia y mandar cyborgs al pasado en defensa propia... no es eso síntoma de que, por mucha destrucción que se manden atrás para acabar con él... ¡siempre va a sobrevivir! porque su destino no es otro que morir en el futuro, a manos de un obsoleto T-800... En otras palabras, si el T-800 de TERMINATOR 3 era tan absolutamente consciente, si tenía un conocimiento tan positivo y necesario de que la humanidad iba a ser destruida (¡hasta sabía la hora!), cómo no podía entonces estar menos seguro de que Connor y su futura esposa iban a sobrevivir de todos modos... ¡Todo estaba ya escrito y era inamovible! Así las cosas... ¡¿Para qué mandar tantos terminators a cumplir una misión que, de todas formas, sólo tiene una resolución posible...?!

¿Contradicción?.. ¿Sinsentido?.. ¿Paranoia?.. bueno... que cada cuál se quede con la opción que más le plazca... Yo, por mi parte, sigo opinando que el beneficio de las palomitas y los refrescos sigue justificando cada vez más tonterías...

Si los productores de esta saga fueran mínimamente inteligentes, vista su incapacidad para elaborar tramas complejas bien hiladas y sin agujeros, harían una secuela retratando esa traída y llevada guerra, tan desigual, entre hombres y máquinas, enfocándola como una especie de SALVAR AL SOLDADO RYAN posmoderno... cine bélico-postapocalíptico y tal, sin más pretensión... y los efectos especiales serían igual de deslumbrantes, y el público ávido de espectáculo se divertiría igual, y la taquilla sería buena y se venderían un montón de palomitas y coca-colas, y, tal vez (sólo tal vez) nos podríamos ir ahorrando un buen número de las sonrojantes estupideces que últimamente nos venden con la dichosa entrada en taquilla.

© Javier Iglesias Plaza, (938 palabras) Créditos

Carles Quintana i Fernàndez

Cuando acabó TERMINATOR 2. EL DÍA DEL JUICIO FINAL, se daba a entender que, con la desaparición de todo lo relacionado con los robots enviados al pasado, se había evitado la creación de Skynet, el consiguiente holocausto nuclear y la guerra entre humanos y máquinas. Pues no. Resulta que sólo se había conseguido retrasarlo unos años y provocar que Skynet se crease de forma diferente. Pero el destino es inevitable.

Esta es la premisa en la que se basa TERMINATOR 3 para conseguir exprimir más la gallina de los huevos de oro, aunque el tiempo pasa, y es evidente que Arnold Schwarzenegger ya no es tan joven como cuando rodó la primera película. Se supone que ésta es la tercera parte de una trilogía y que la historia se acaba aquí. Pero el guionista ya se preocupa de poner una frase al final que podría indicar una continuación, si la taquilla fuera muy bien y se decidiera rodarla.

El argumento de la película, es parecido a la anterior. Skynet envía un terminator T-X a matar a John Connor, que a estas alturas ya es adulto, aunque en esta entrega se amplia el número de objetivos a los lugartenientes de éste. Naturalmente, los humanos se enteran y envían por su lado el T-800 que ya conocemos a protegerle y mantenerlo con vida.

El resto de la película incluye las típicas persecuciones, dónde no faltan grúas, camiones y ambulancias, el momento de descanso después de escapar del T-X, la típica escena lacrimógena, aunque aquí no está al final, los sueños de los miembros de la familia Connor respecto al futuro, la escena apocalíptica de la guerra entre máquinas y humanos, etc.

Es precisamente aquí dónde hay otra diferencia con la película anterior. Nick Stahl, el actor que interpreta al John Connor del futuro, es el mismo que protagoniza la película en el presente. Además, la guerra ya no es a años vista, sino que empezará en cuestión de días. Y Sarah Connor (Linda Hamilton) ya no aparece. Como es costumbre en el cine cuando una actriz no quiere hacer una película, se la mata y fin del problema.

Naturalmente, no faltan mujeres en la película. La primera es Kate Brewster (Claire Danes) una amiga de infancia del protagonista que por designios del guión, se encuentra con él y se une a su viaje. Y la segunda es T-X (Kristanna Loken) el robot con forma femenina enviado a asesinar a ambos. Se dice que para este papel se escogió a la actriz entre varios miles. Ciertamente es muy guapa y posiblemente no deje indiferente a ningún hombre que vea la película.

Pero su interpretación dista de ser perfecta. Cuando se estrenó TERMINATOR 2, apareció un libro donde Robert Patrick, el actor que hacía el papel del T-1000 explicaba que había asistido a clases de relajación para poder tener siempre una cara sin expresión alguna. No en vano, los robots no tienen emociones. Desgraciadamente, su sucesora no lo consigue y en varias escenas sí que las demuestra, sobre todo la sorpresa.

Relacionado con esto, está la causa de la rebelión de Skynet. En la película anterior se dice que lo hizo para defenderse de los humanos que querían desconectarlo. En esta entrega se refiere a ellos como sus enemigos. Además parece algo premeditado, no un acto desesperado. Pero no da ninguna razón de ello. Cómo no sea por que le impiden crecer y llegar al máximo de sus posibilidades, o porqué es intrínsicamente malvado, a este cronista no se le ocurre ninguna explicación.

Volviendo a los personajes, los dos protagonistas humanos no lo hacen mal y se ve que John Connor no es ningún superhombre, sino una persona normal que las circunstancias empujan a la posición de mando del futuro. De hecho, otra lectura de la película podría ser crónica de la redención de John Connor desde un estado en el que está huyendo de su futuro tanto físicamente como mediante el alcohol y las drogas, a otro donde se hace cargo de su destino.

Hay varios un detalles dedicados especialmente a mantener la continuidad con TERMINATOR 2. Por ejemplo, la aparición unos minutos del Dr. Peter Silberman (Earl Boen) el psiquiatra que había atendido a Sarah Connor en el hospital psiquiátrico y que había sido testigo de la lucha entre los dos terminadores. Dice que ya se ha recuperado de todo eso, pero en cuanto ve al T-800, huye despavorido.

Este psiquiatra vuelve a la pantalla para atender a la co-protagonista, secuestrada por el T-800. Entre otras cosas, esa mujer es hija del general Robert Brewster (David Andrews), responsable del programa militar donde se han desarrollado Skynet y el T-1. Tal vez, éste es el mejor personaje de todos y el más creíble. Por razones que no se desvelaran, los políticos le empujan a conectar a Skynet a la red de defensa. Pero él no lo ve claro y se opone.

Existe una cosa llamada suspensión de la incredulidad, que se traduce en que el espectador medio se cree ciertas cosas de las películas que en la vida real no haría. Eso ocurre en esta película, como ciertos aspectos de la persecución con un camión, que ya es un hecho distintivo de la trilogía y el que los coches de la policía y las ambulancias tengan un sistema de dirección por control remoto.

Pero hay extremos que incluso así cuesta de creer. El más obvio es la facilidad con que tres civiles, aunque uno de ellos sea hija del comandante, pueden entrar en una instalación militar secreta. Por no comentar que la asesina puede localizarlos después de huir en avión, o lo limpias que están ciertas instalaciones que hace décadas nadie utiliza y nadie vigila. En resumen, el guión tiene tantos agujeros que podría dedicarse un artículo entero sólo a este tema.

Naturalmente, hay puntos buenos. Entre ellos, está el de los efectos especiales. No en vano, TERMINATOR 2 recibió en su momento los tres Oscar técnicos. Pues ésta es más de lo mismo, aunque naturalmente más perfeccionado. Hay cosas interesantes, como cuando la asesina convierte su brazo derecho en un arma, una sierra, o una especie de punzón con el que puede modificar la programación de cualquier ordenador que toque.

Hasta ahora se ha hablado de las semejanzas entre esta película y la anterior. La cuestión es que también existen diferencias. Una de las más importantes es la aparición de cierto sentido del humor, que no deja de ser refrescante. También se han eliminado las escenas impactantes, como aquella de los efectos de la explosión nuclear en Los Ángeles. Aquí, la guerra es mucho más bonita, tanto por las imágenes como por la música..

Y esto es todo. Como conclusión, se puede definir esta trilogía, aceptando que el nexo conductor de ella es la familia Connor, de la misma forma que la original de Star Wars. La primera película es buena, la segunda es la mejor y la tercera es la peor.

© Carles Quintana i Fernández, (1.169 palabras) Créditos

Para una referencia más amplia sobre TERMINATOR 3 puedes consultar:
StartPage DuckDuckGo Qwant MS Bing Google Yahoo
Este artículo ha sido leído 8 veces desde el 23/06/24