
Project Itoh, seudónimo de Satoshi Ito, se perfilaba como uno de los grandes maestros de la ciencia-ficción japonesa. Graduado de la Musashino Art University, Itoh mostró desde muy temprana edad una habilidad para las ciencias y las humanidades. En uno de los múltiples giros que da la existencia, descubrió que la literatura de ciencia-ficción era su camino y llamó la atención en varios certámenes literarios, ya sea como finalista con sus cuentos y novelas o como ganador indiscutible. Pese a que el talento estaba a su disposición y se perfilaba como un futuro gran maestro, en 2009 un cáncer recurrente finalmente le arrebató la vida a la edad de 34 años.
Ito dejó algunas novelas reconocidas, cuentos y ensayos acerca del cine y la literatura. La conjunción entre el talento y su repentina muerte ha permitido que algunos de sus trabajos hayan sido traducidos al inglés, mientras que sus principales aunque escasas novelas se han prestado para ser adaptadas ya sea al manga o directamente al cine de animación. Y justo ahora comentamos la primera de las tres adaptaciones al cine que se han hecho de su obra.
EL IMPERIO DE LOS CADÁVERES (2015) resulta una película nutrida de ideas y personajes. En un siglo XIX alternativo y con fuertes guiños al steampunk, la tecnología que Víctor Frankenstein empleara para crear su clásico monstruo ha sido parcialmente recuperada y utilizada por empresarios y gobiernos. En este mundo alterno, los muertos son revividos para ser usados como trabajadores y soldados. Pese a que el sueño de encontrar mano de obra muy barata ha sido cumplido casi a la perfección, aquellos que han sido revividos se han convertido en zombies que no atacan a los humanos, sino que sólo obedecen órdenes sin rechistar.
En este contexto, John Watson es un científico que busca la forma de perfeccionar la tecnología revive-muertos para traer de vuelta la conciencia y el alma de su amigo Viernes: antiguo colega de investigaciones y actual muerto viviente que funge como su asistente. La carrera y las persecuciones inician pronto cuando diversas organizaciones quieran apoderarse de la investigación de Watson.
En la carrera por la supervivencia, Watson hará varios amigos y se sumará a una investigación gubernamental que tiene una misión prioritaria: encontrar los reportes completos de la investigación de Frankenstein para así poder revivir con más eficacia a los muertos y que éstos sean más humanos y recuperen sus personalidades.
La película es un festín de animación y personajes históricos y literarios que aparecen a cada momento para salvar la situación y resolver las persecuciones. En cuanto a la estética decimonónica planteada, el espectador amante de la ciencia-ficción, el anime y el steampunk puede disfrutar de un mundo vivo y descriptivo que cumple el objetivo de retratar con fidelidad el universo descrito en la novela original inconclusa (esta obra fue concluida por el escritor japonés To Enjo, de quien la crítica japonesa ha indicado que el estilo literario es distinto al autor original y que se ve que el libro es una mezcla de dos estilos diferentes que no mantuvieron diálogo abierto —por obvias razones— para conseguir un texto más uniforme).
Pese a que la cinta da de brincos desde el inicio y ofrece algunas reflexiones de interés relacionadas con los aspectos éticos que podrían plantearse en caso de que la humanidad contara con la tecnología para revivir a los muertos, dichos brincos de aquí para allá se convierten en su mayor defecto. La película satura al espectador con disparos y carreras que deben ser resueltas por inevitables deux ex machina, y se convierte en un vehículo para la complacencia no sólo de un gran público japonés, sino también para un público mayoritariamente estadounidense acostumbrado a calificar positivamente a una película sólo si esta tiene disparos y explosiones.
La cinta termina por caerse rumbo al final cuando el propio Frankenstein es retratado como el clásico y manido científico loco capaz de desatar con su tecnología los más oscuros infiernos sobre este mundo. Quiere más poder, encuentra la forma de aplastar a las ultra secretas organizaciones que lo persiguen y finalmente desata el caos. En un cliché demasiado frecuente en el cine de animación japonesa, la historia cae en explosiones y poderes por todos lados, en brincos de aquí para allá poco sustentados, en una especie de paroxismo descontrolado y desproporcionado que el rumbo de la película, pese a sus constantes persecuciones, parecía que no requería en ningún momento para concluir la historia.
En definitiva, una cinta con una gran idea pero muy mal encarrerada que termina en la desproporción y el absurdo.