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DEMOCRACIA AVANZADA
por Jacinto Muñoz

Tiempo estimado de lectura: 2 min 57 seg

F1Digitals, Pixabay License

Hoy es el gran día.

Me he estado preparando para él desde que se disolvió el parlamento y se convocaron nuevas elecciones. He trabajado duro, muy duro. Soy un demócrata convencido y quiero cumplir con mi deber.

El colegio electoral está cerca de casa, puedo ir paseando y he salido temprano. No quiero soportar las largas colas que se producen frente a sus puertas.

El enorme edificio se alza, rodeado de verjas, en medio de una explanada vacía de otras edificaciones. Las medidas de seguridad electrónicas son claramente visibles. La subestación de enlace por cable está rodeada de policías y las antenas interceptoras giran silenciosas en busca de cualquier señal no permitida.

Recuerdo que en un primer momento el sistema se diseño para que cada ciudadano pudiese votar desde su terminal particular, pero tras el intento de pucherazo del 2060 se decidió volver al sistema de colegios electorales, donde los posibles intentos de fraude son mas fáciles neutralizar, controlado hasta el último bite que entra y sale por sus cables y receptores.

Llego de los primeros y consigo un terminal libre inmediatamente. Aunque me hubiese dado igual llegar un poco más tarde, sorprendentemente, el número de votantes no alcanza para llenar los puestos repartidos por las doce plantas del centro. Probablemente muchos se han desanimado. Yo mismo estoy un poco nervioso desde mi fracaso en las elecciones de la Unión de Naciones. Intento tranquilizarme pensando que estas son locales y por tanto mucho más sencillas.

Mis manos tiemblan ligeramente cuando introduzco mi tarjeta en el lector y planto mi mano en el identificador de huellas.

El sistema acepta la identificación física y solicita el código de acceso que recibí hace poco en el equipo de casa. Tecleo los dieciséis dígitos, la pantalla me saluda con mi nombre, muestra un mensaje donde me recuerda la importancia de cumplir estrictamente con las normas de la votación e inicia el programa de voto.

Un reloj digital parpadea en la esquina superior derecha descontando el tiempo. Veinte minutos ni un segundo más. Respiro hondo para bajar mis pulsaciones y me seco el sudor de las manos frotándolas contra las perneras del pantalón.

Miro a mi alrededor. Los vigilantes recorren los pasillos velando para que todo transcurra conforme a la legalidad. Envidió a los que votan con absoluta tranquilidad navegando por las distintas opciones con gesto seguro y compadezco a los que, como yo, dudan con nerviosismo frente a la pantalla.

Respiro de nuevo, no debo perder la concentración, ya he consumido casi un minuto, un tiempo precioso que puede hacerme mucha falta.

Un poco mas tranquilo, pulso Empezar.

El cuestionario de cultura general resulta relativamente sencillo y eso me anima. Después vienen las matemáticas. Sabía que eran mi punto débil y las he estudiado a conciencia, incluso he llegado a bajar alguno de los cuestionarios que circulaban por la red presuntamente filtrados desde el comité electoral. Las preguntas que tengo delante demuestran que no ha habido filtraciones. Me concentro y respondo lo mejor que sé.

La economía tampoco es mi fuerte y los cifras que me dan como opciones de nuestro PIB y balanza de pagos, son demasiado similares como para estar seguro de cual es la correcta. Dudo. El contador marca siete minutos. He consumido mas de la mitad del tiempo y aún no he llegado a la segunda parte del ejercicio. Cruzo los dedos, respondo casi a voleo y paso a historia contemporánea y situación sociopolítica actual. Son materias que domino un poco mejor. Así y todo responder las me lleva otro tres minutos.

Sólo me quedan cuatro para la segunda parte, donde se medirán conocimientos de los programas electorales y mi capacidad para comprenderlos.

Elimino con relativa facilidad las promesas absurdas y demagógicas que ninguno de los partidos incluye ya entre sus propuestas con ánimo de captar votos y localizo con facilidad los puntos que son correctos, pero responder a las consecuencias de algunos proyectos me llevan de nuevo a la economía:

Indique en que media afectarán a los índices de consumo, la redistribución de los tramos de tipos de cotización en el impuesto sobre rentas globales, propuesta por el PSP.

Indique el porcentaje de incidencia en los fondos coyunturales del proyecto de reestructuración de los sectores industriales deficitarios propuesto por el SPS Y evalúe si el plan de financiación previsto es viable a largo plazo.

Vuelvo a sudar. El contador indica menos de un minuto. cincuenta y cinco, cincuenta y cuatro, cincuenta y tres, … Intento pensar con claridad. Si fallo estas dos es seguro que fracasaré de nuevo. No estoy nada seguro de mis respuestas anteriores y las dos cuestiones finales tienen un peso importante sobre la puntuación global. De forma repentina, acude a mi memoria el recuerdo un debate televisivo y respondo conforme a la opinión del tertuliano que me pareció mas puesto en la materia.

Pulso enviar cuando aún quedan dos segundos y espero en tensión, con la mirada fija en el mensaje de la pantalla:

EVALUANDO

Y un poco más abajo.

Este programa ha sido certificado por el comité electoral central, su contenido y sistema de proceso de datos es conforme con la constitución, ley electoral de mayo de 2072 y las enmiendas reguladoras de junio de 2081 y octubre de 2099.

Según esas mismas leyes cabe recurso ante el comité electoral central en el plazo de tres días hábiles si no está conforme con el resultado.

¿Recurso? ¡Quien que haya fracasado ante el programa, se atrevería recurrir y pasar por un examen presencial!

La pantalla cambia de color y emite su veredicto.

HA SIDO DECLARDO APTO PARA VOTAR. COEFICIENTE OBTENIDO: 0, 1.

Pulse aceptar para ver una lista de los candidatos disponibles.

¡APTO! Controlo con esfuerzo el grito de alegría tan poco apropiado en el silencio de la enorme sala. Muy satisfecho accedo a la lista de candidatos y emito mi voto.

Soy fontanero cualificado, tengo cuarenta años y he logrado votar por primera vez. 0, 1 es el factor mínimo y mi voto apenas tendrá peso en las elecciones, pero estará ahí junto con los demás. Mi pequeño ladrillo sosteniendo el gran edificio de nuestra democracia.

Los policías de la verja observan con tranquilidad a un pequeño grupo de personas que se manifiestan al otro lado. Sostienen pancartas pidiendo el voto general. ¡Que estupidez! Como si todos estuviésemos igualmente capacitados para gobernar o elegir a aquellos que nos gobiernan.

Jacinto Muñoz
© Jacinto Muñoz,
(1.064 palabras) Créditos
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