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ÁNGEL
Julián Albo

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Couleur, CC0 Public Domain

Eres un ángel, le decían a menudo. Sus amigos y sus compañeros de trabajo sabían que en cualquier apuro podían recurrir a él y nunca les daría una mala excusa ni una contestación desabrida. No tenía enemigos, nunca se enfadaba, era el primero en colaborar con cualquier iniciativa para el bien común, era incorruptible y desinteresado... en fin, un ángel. Ni siquiera cuando se enteró de que empezaban a llamarle Ángel como mote se molestó, sonrió y dijo que no había que darle importancia a esas cosas.

Empezó a preocuparse un día que accidentalmente oyó una conversación entre dos desconocidas. Se dio cuenta de que hablaban de él por que comentaban un malentendido que había evitado un par de días antes, y el comentario es un ángel no tenía el tono coloquial habitual, si no algo que le pareció entre misterioso y admirado. A partir de entonces no pudo evitar prestar mas atención al tono de esos comentarios, y fue descubriendo miradas, tonos y expresiones que le hicieron concluir que el rumor de que era verdaderamente un ángel se estaba extendiendo.

Por mas vueltas que le dio no encontró forma de evitarlo. No podía ni pensar en engañar o traicionar a un amigo, que probablemente sería una forma definitiva de acabar con esos comentarios. Ignorar el asunto y comportarse con total normalidad era la única salida, y lo intentó pero no pareció servir de nada. Día a día sorprendía mayor número de gente contemplándole con esa mezcla de extrañeza y admiración que ya le era tan famliar.

Por fin, la situación se hizo insostenible. No podía seguir fingiendo ignorancia y declarar abiertamente que estaba al tanto de los rumores sería peor aún. Solo tenía una salida, y tras meditarlo largamente esperó a un día de tormenta y al anochecer se dirigió hasta el acantilado; a esa hora y con ese tiempo no pasaría nadie por allí en bastante tiempo. Preparó una nota en la cual decía que no podía soportar mas, que la vida se le hacía imposible y por eso le ponía fin. No quería que, al no aparecer el cadáver, perdieran el tiempo en hacer una extensa investigación.

Y es que estaba en todo.

Era un ángel.

© Julián Albo, (369 palabras) Créditos
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