
El futuro cinematografiado augura la conquista del espacio en búsqueda de recursos mineros (suponemos) escasos en nuestro planeta azul (para entonces, también lo suponemos, menos azul) La minería creará una nueva familia de astronautas, trabajadores del espacio de ascendencia incansable, sin pasado ni futuro, al servicio de una gran corporación; serán mineros aficionados a las cantinas y a dejar solos ante el peligro al sheriff de la estación espacial (ATMÓSFERA CERO) u operarios especializados en el manejo de robots bípedos (ALIENS)
El futuro deparará, además, una doble tipología minera:

1. De un lado, nos encontramos con la minería espacial conformada por los recursos humanos y materiales empleados en la búsqueda, hallazgo y posterior extracción de los minerales: actividad esta, por cierto, que lleva aparejada algún que otro daño colateral como por ejemplo el alumbramiento de especies alienígenas de gran instinto devorador (ALIEN), o invasor (LIFEFORCE), o ver como ciertos fantasmas con aires nacionalistas reivindican sus derechos forales poseyendo los cuerpos de unos incautos mineros que han excavado en el lugar que no debían (GHOST OF MARS)
2. De otro lado, nos encontramos con la minería submarina fruto, como la anterior, de los avances tecnológicos y como aquella, abocada a hurgar en la inmensidad del abismo en búsqueda (aunque no lo sepan a priori) de entidades demoniacas de última generación (LEVIATHAN) o de extraterrestres luminosos enemigos de las armas de destrucción masiva (THE ABYSS), ambas historias enmarcadas en el ámbito de una Guerra Fría, hoy ya lo sabemos, ucrónica.