
LIBELLUS WERE AUREUS, NEC MINUS SALUTARIS QUAM FESTIVUS, DE OPTIMO REIPUBLICAE STATU DEQUE NOVA INSULA UTOPIA. Con este largo y rimbombante título aparece en Londres, en 1516, una obra escrita en latín por el humanista inglés Tomás Moro. La obra no es otra que UTOPÍA.[1] Al año siguiente aparecería una segunda versión después de que Erasmo De Rotterdam, gran amigo de Moro, la revisara. El mismo Erasmo publicaría la obra en Basilea en 1517. La traducción al inglés se hizo en 1551. A Tomás Moro se le debe pues el término utopía, procedente del latín (ou [ningún topos [lugar) que viene a describir un lugar imaginario donde las condiciones de vida, gobierno, sociedad, etc... son ideales. Por extensión el término utopía ha venido a designar a toda aquella acción o situación de carácter irrealizable.
Tomás Moro nació en 1478 y fue uno de los principales representantes del humanismo del Renacimiento. Fue un gran abogado en Londres y ocupó puestos importantes durante el reinado de Enrique VIII. En 1534 cayó en desgracia ante el monarca al oponerse al anglicanismo y fue encarcelado en 1535 y decapitado al año siguiente.
UTOPÍA es una obra influida por la REPÚBLICA del filósofo griego Platón. En ella se defiende un modelo de organización contrario al militarismo y a la desigual distribución de la riqueza y aboga por la tolerancia religiosa. En la isla de Utopía no existen ni la propiedad privada ni las diferencias de clase y el estado se encarga de impulsar la paz, las artes y las ciencias. Los bienes materiales como el oro o las piedras preciosas no tienen valor alguno. Los habitantes de Utopía se dedican a las labores agrícolas en una jornada de seis horas. Los utopienses aceptan el divorcio pero no permiten el adulterio y odian la violencia. Hay tolerancia religiosa y los sacerdotes pueden casarse. Las mujeres tienen los mismos derechos y deberes que los hombre.

En realidad, lo que hace Tomás Moro en su obra es retratarnos un mundo ideal, donde las desigualdades, injusticias, etc..., están ausentes. Muy lejos de la realidad de su momento histórico. Las utopías, vemos pues, nacen con intención de crear un mundo mejor en el papel. Son intentos de dar soluciones y respuestas a los problemas sociales, humanitarios, etc. que se observan en cada época. Sin embargo, no siempre esto será así, y encontraremos otras utopías (por ejemplo, durante la industrialización) donde priman los aspectos negativos.
Con lo dicho hasta ahora, podemos dividir a las utopías en dos grandes apartados: a) las eutopías donde los lugares, las situaciones, los individuos, etc..., que se describen son de carácter benigno y bondadoso, el ejemplo más relevante es, evidentemente, la Utopía de Moro; b) las distopías, donde todo lo anteriormente descrito toma un cariz negativo y aquí encontraremos grandes obras de la ciencia-ficción de todos los tiempos, baste como ejemplo 1984 de George Orwell.
Otras obras del siglo XVI
Aunque no es una obra donde primen los elementos fantásticos o de ciencia-ficción, debemos reseñar la obra ORLANDO FURIOSO (1516) del italiano Ludovico Ariosto. Uno de los personajes de la obra llamado Astolfo encuentra en la Luna todo lo que se pierde en la Tierra como pueden ser, los proyectos inútiles, los insatisfechos anhelos o los suspiros de los enamorados.
[1] UTOPÍA. Tomás Moro. Ediciones Abraxas. Colección Utopías & Distopías. Nº 1. 1999.
