Sinopsis
Tras una rápida boda, Paul Webster desaparece del tren en que viaja de luna de miel con Jane, su flamante esposa. La joven, negándose a creer que la ha abandonado, inicia su búsqueda, que la conducirá hasta los pantanos del sur del país, donde se encuentra la vieja mansión familiar de los Webster. En este lugar, y bajo la custodia de su siniestra y posesiva madre, acabará por hallar a Paul. El hombre está siendo sometido a un extraño experimento por el Dr. Sinclair, el cual parece consistir en la inoculación de cierta glándula extraída de los caimanes. Debido a ello, Paul a adquirido algunas características de tales reptiles. Decidida a salvar a su esposo, la joven no dudará en enfrentarse a Sinclair.
Roy del Ruth (1893-1961) es un cineasta poco conocido por el gran público en la actualidad. Sin embargo, desarrolló una carrera notable, en la que figuran algunas cintas más que correctas, como EL HALCÓN (THE MALTESE FALCON, 1931), primera versión cinematográfica de una historia que sería adaptada una década después por un genial John Huston en su debut como realizador. En lo que se refiere al fantástico, del Ruth merece figurar entre los más correctos cultivadores del mismo gracias a la película que reseño hoy, una cinta de consumo muy popular en su día.
EL CAIMÁN HUMANO se estructura como un largo flashback. La enfermera Jane Marvin es sometida a hipnosis farmacológica, bajo cuyos efectos revive la traumática experiencia causa de la neurosis que la aqueja. Bajo la inducción hipnótica revela su auténtico nombre, Joyce Webster, así como los detalles de su corto matrimonio con Paul Webster, un veterano de guerra. La repentina desaparición de éste durante el viaje de novios dará origen a una búsqueda de años, que tendrá una espantosa conclusión cuando Jane encuentre a Paul en la vieja mansión de su familia, transformado en un ser monstruoso.
Si bien el argumento de la película es típicamente pulp, con abundantes concesiones a la parafernalia característica del género, del Ruth otorgó más profundidad al relato, que en ocasiones semeja un complejo estudio de personajes. El guión de Hampton y O´Neal se prestaba a ello, pues ambos concedieron gran importancia no sólo al entorno inmediato de la protagonista, sino también a sus no confesados pero latentes temores respecto al sexo. En este sentido, no es casual que el marido se esfume la noche de bodas, antes incluso de que el matrimonio haya sido consumado. A los temores sexuales de la mujer hay que sumarle el miedo a no ser aceptada por su extraña familia política, que casi adquiere tintes de premonición, una vez que el espectador conoce a la posesiva Lavinia, madre de Paul. Aunque es imposible precisar si se trata de algo intencionado o, simplemente, pura casualidad, lo cierto es que el film parece relacionar los supuestos desórdenes psicológicos de Jane con el rol que se espera cumpla la mujer en determinado espacio físico y mental. En cierto modo, EL CAIMÁN HUMANO semeja, debido a ello, una traslación fílmica del denominado Gótico del Sur, un estilo literario caracterizado, entre otras cosas, por su obsesión en relacionar locura con femineidad, algo que a título personal me parece aberrante, a pesar de que admire a autores como William Faulkner. Por suerte, Roy del Ruth trasciende estos detalles y filma, con su pericia habitual, un pequeño clásico de ciencia-ficción, muy sólido a pesar de su, hasta cierto punto, demencial argumento.
El reparto, excelente, con actores de segunda fila pero muy competentes. La interpretación de Beverly Garland es notable, y otro tanto se puede decir de la de Richard Crane en el rol del torturado esposo que va mutando en caimán humano. A destacar la presencia de un característico de campanillas, George Macready, así como un genial Lon Chaney Jr, impagable como el inquietante empleado de los Webster que, en una tensa secuencia, pretende violar a Joyce.
El film no esconde su condición de producto comercial y barato, pero Wheeler y Mansbridge eran capaces de hacer milagros con cuatro dólares, así que, pese a su baratura, es más que digno. Tampoco es una cinta que destaque por su fotografía, profesional y efectiva, ni por su música, aunque la partitura de Gertz subraya muy bien la irrupción de lo fantástico; pero se trata de una película bien hecha, que se erige en un entretenido divertimento. Del Ruth, seguramente, no esperaba ni más ni menos que eso.
