Remake de una versión de Yul Bryner y Debora Kerr, que yo no he visto, así que evitaremos las comparaciones que, como decía mi abuela, siempre son odiosas.
Historia real, posiblemente adulterada, un poco blandengue y muy glamourosa entre una profesora y el padre de los alumnos, que encima es rey.
Jodie Foster, encarna a una institutriz, Ana, inglesa de nacimiento, pasa casi toda su vida en la India colonial, sus formas son totalmente colonialistas, desde el vestir hasta la lengua, y el choque cultural que sufre en la llegada a Bangkok, diciendo las costumbres inglesas son las costumbres del mundo, es casi tan fuerte que el que sufre el espectador, que más de una vez ha visto algún documental de lo más interesante o le ha dado por hacer turismo por allí que ahora está muy de moda.
En todo momento te planteas el fracaso de la institutriz, que lo es por necesidad debido a su situación personal, viuda de un militar del montón, sin dinero, sin pensión y con un hijo que mantener, es contratada por el rey de Siam para dar una cultura occidental a sus hijos y a alguna de sus mujeres y concubinas. La Foster se gana el personaje con tesón, está más que creíble encarnando a una profesora arrogante de una edad un poco indeterminada (entre los 30 y los 40), no una joven de 20, como se empeña más de una cuarentona completamente fuera de lugar). Representante de una cultura intransigente y dominante como la inglesa, intentando cambiar siempre las costumbres orientales, que en algunos momentos llega a ser, más que incomprensible, pesado.
Al otro lado del telón tenemos al rey, que es a su vez rey, amigo, marido, amante y padre, idealizado por el pueblo, humano para el resto. Siamés de costumbres y occidental en su cultura y su lengua. Se constituye una alianza personal entre la profesora y él, confidente y confesor. Pero es rey por encima de todo y se debe a su país, por tanto después de un intento de golpe de estado en el que Ana salva la situación. Deciden romper la idílica relación, que duraba ya hora y media de película. Hacen un buen despliegue para la ambientación, exteriores, interiores, mucho chino con cara de palo inexpresiva haciendo de secundario. Se respira aire oriental por los cuatro costados.
Quizás lo más llamativo de toda la película sean esos coloridos en los festivales, en los vestuarios, los paisajes, los escenarios palaciegos, no han mirado la peseta, no señor. En 2 horas y cuarto, que se dice pronto, da tiempo a todo te ríes, lloras y en ciertos momentos hasta te aburres y te duele el cuello de mantener la misma postura.