Sinopsis
El parlamentario Sir Christopher Strong conoce en una fiesta a Lady Cynthia Darrington, famosa aviadora. Aunque está casado, se siente atraído por ella y pronto inician una relación que, a la larga, afectará a las carreras profesionales de ambos y a la vida familiar de él.
En 1932, Katharine Hepburn, que por entonces contaba veinticinco años, debutó en el cine de la mano de George Cukor en DOBLE SACRIFICIO (A BILL OF DIVORCEMENT). La película, en la que daba la réplica a un espléndido John Barrymore, se estrenó en el Mayfair Theatre de Nueva york unos días después de que la actriz y su marido por aquel entonces, Ludlow Ogden Smith, partieran para Europa en viaje de placer. David O. Selznick, en aquel tiempo ejecutivo de RKO Radio Pictures y responsable último de la contratación de Kate a instancias de George Cukor, no las tenía todas consigo. Aquella extraña criatura, definida por el mismo Cukor como una boa en ayunas, era una apuesta muy arriesgada. Completamente desconocida en el mundo del cine, su carrera teatral se distinguía por sus muchos altibajos. Aunque el protagonista masculino de la película, John Barrymore, era una de las leyendas vivas de la interpretación, Selznick temía que el público no reaccionara bien ante la actuación de esa muchacha tan poco común.
Sin embargo, DOBLE SACRIFICIO obtuvo el aplauso del público y los laureles de la crítica, siendo una de las películas más exitosas de aquel año. La prensa se deshizo en elogios hacia Katharine Hepburn, que había conseguido evitar la sobreactuación que todo el mundo esperaba de una principiante. La actriz estuvo magnífica en el papel de una muchacha que teme que la enfermedad mental que padece su padre sea hereditaria. Selznick suspiró aliviado y, tras entrevistarse con Leland Hayward, agente de la actriz, se mostró dispuesto a revisar el contrato inicial, añadiendo cláusulas más favorables para Kate.
La actriz y su esposo se encontraban en Viena, Austria, cuando llegó un telegrama de Hayward instándola a regresar a Hollywood cuanto antes, ya que el nuevo contrato esperaba su firma y RKO había dispuesto una nueva película para ella. Inmediatamente, Kate dio por terminado el viaje y emprendió regreso a los Estados Unidos. Con esa decisión cortó definitivamente los tenues lazos matrimoniales que la unían a Ludlow. Habían emprendido ese viaje a instancias de él, que deseaba darle una oportunidad a su relación. Llevaban casados cuatro años y en todo ese tiempo Kate nunca se había comportado como una esposa al uso. En realidad, actuaba como si no estuviera casada, cosa que a él, como es lógico, le molestaba muchísimo. No obstante, se llevaban muy bien, eran excelentes amigos y, tal vez por ello, Luddy mantenía la esperanza de que ella se aviniese a llevar una vida discreta y normal. El éxito de DOBLE SACRIFICIO y la reacción de ella le confirmaron que habían cometido un error al casarse. Tras divorciarse en 1934, Kate sostendría durante toda su vida que el matrimonio no es un estado natural
, opinión muy cuestionable. Pero era sincera cuando afirmaba que ningún hombre bueno, como Luddy, debería casarse con una actriz o con alguien capaz de pensar sólo en sí mismo, una persona que no pudiera pasar junto a un espejo sin mirarse en él. Cuando el barco llegó a Nueva York, una nube de periodistas estaba esperándola. Luddy desembarcó mucho más tarde que ella, solo y sin ser reconocido.
Ya de vuelta en Hollywood, la actriz supo que la segunda película proyectada por el Estudio para ella, que debería haber protagonizado con Joel McCrea, se había cancelado. Sin embargo, RKO acababa de adquirir los derechos de la novela CHRISTOPHER STRONG, de Gilbert Frankau, y el papel de la protagonista parecía hecho a medida para Kate.
Dorothy Arzner había sido camarera en el café hollywoodense que regentaba su padre. Poco a poco, se había introducido en el mundo del cine desde abajo y había ido escalando puestos con mucho trabajo. Fue secretaria en el departamento de guiones de Famous Player, ascendiendo después a montadora. Ejerció esa función en muchos films mudos, como SANGRE Y ARENA (BLOOD AND SAND, Fred Niblo, 1922) y LA CARAVANA DE OREGÓN (THE COVERED WAGON, James Cruze, 1923). Más tarde se convirtió en guionista y por fin, con sólo veinticuatro años, accedió a la dirección. Esto ocurría en 1927, coincidiendo con el advenimiento del sonoro. Era una de las poquísimas directoras de cine. Sus películas estaban siempre protagonizadas por mujeres fuertes e independientes como ella misma. Sin embargo, su filmografía no es ni muy destacada ni muy conocida hoy día, a excepción hecha de HACIA LAS ALTURAS, recordada precisamente por ser el segundo trabajo de Katharine Hepburn en el cine, y la primera ocasión en que fue la estrella absoluta de la película.
Selznick contrató a Arzner porque, siendo HACIA LAS ALTURAS la historia de una temeraria aviadora, pensó que una mujer tras la cámara podía darle al film una impronta especial. Con dos mujeres extraordinarias, una en la dirección y otra como protagonista, David tuvo la genial idea de encargarle el guión a una tercera, Zoe Akins. El megalómano productor esperaba que las tres féminas se compenetraran a la perfección, realizando un trabajo notable. Pero todo se fue al traste, porque Hepburn y Arzner no simpatizaron nunca y el rodaje se resintió por ello. Se respetaban mutuamente como profesionales, pero se mantenían a distancia, y, según comentaron los técnicos del Estudio, el ambiente entre ellas era gélido y cortante. Arzner estaba orgullosa de sus raíces modestas, no albergaba pretensiones sociales de ningún tipo y, en consecuencia, no hacía buenas migas con aquella niña rica de Nueva Inglaterra. Se había hecho a sí misma, sin el apoyo de una familia pudiente detrás, todo lo contrario que Hepburn, y seguramente se consideraba superior a la pelirroja por ese simple hecho.
A Katharine Hepburn tampoco le gustaba la guionista, porque aborrecía a los que definía como nuevos ricos, categoría en la que incluía a Zoe Akins. Su desprecio por Zoe aumentó al tener que acudir a la lujosa casa de la autora, a fin de asistir a las necesarias reuniones para discutir el guión. El marido de Akins estaba gravemente enfermo, a un paso de la muerte, y la guionista había puesto como condición que se le permitiera trabajar en casa para poder cuidarlo. Zoe tenía que abandonar las reuniones con frecuencia para atender a su moribundo esposo, algo que Kate, contraria a exponer las tragedias familiares ante extraños, consideraba de muy mal gusto. Además, la manera de conducirse de Zoe Akins se le antojaba demasiado afectada, por lo que jamás llegaría a congeniar con ella. Curiosamente, Akins fue la autora de GLORIA DE UN DÍA (MORNING GLORY, Lowell Sherman, 1933), tercera cinta de Kate, que le valdría su primer Oscar como mejor actriz.
La filmación de HACIA LAS ALTURAS se desarrolló en un ambiente tenso, ya que las diferencias entre las tres principales mujeres del proyecto no hacían más que complicar las cosas. Dorothy Arzner llegó a aborrecer a la que definía como esa niñata consentida de West Hartfort
, llegando un momento en que amenazó a Selznick con abandonar la película, si esa estúpida de clase alta no deja de interferir en mi trabajo
. Las palabras de Arzner pueden parecernos duras, pero lo cierto es que, como revelarían a lo largo de los años actores, directores, guionistas etcétera, Katharine Hepburn siempre se caracterizó por su manía de inmiscuirse en las responsabilidades laborales de los demás, repartiendo consejos y sugerencias sin que nadie se lo pidiera, casi como si se considerase una especie de Suma Sacerdotisa del Séptimo Arte. Que tantísimos profesionales coincidieran en sus críticas a la actriz, induce a pensar que su prepotencia y aires de superioridad eran algo más que meros rumores hollywoodenses. Claro que pudo haber otra razón para su actitud. Como no congeniaba con Arzner, seguramente esperaba que la sustituyeran por su amigo del alma, George Cukor, así que se mostró muy contrariada cuando Selznick se negó a reemplazar a la directora. Si ocurrió como apunto, a la pelirroja le salió el tiro por la culata, porque todo indica que Selznick le dejó bien claro quién dirigía el film, quien mandaba, de modo que no le quedó otro remedio que plegarse a la realidad. El rodaje también se resintió por la hospitalización de Hepburn, que cayó gravemente enferma de gripe durante un par de semanas.
HACIA LAS ALTURAS se estrenó el 10 de marzo de 1933 en el Radio City Music Hall de Nueva York. Aunque generó beneficios, ni el público ni la crítica respondieron bien ante una película como aquella, que parecía ir contra corriente, pues tenía un sesgo claramente feminista en una época en que casi todas las mujeres aún valoraban y defendían sus roles tradicionales en la sociedad. Pero además, como señalaron algunos de los críticos más perspicaces de entonces, el film estaba lastrado por un guion algo inconexo y aburrido, y por una dirección un tanto plomiza, más enfocada en glosar el feminismo de la protagonista que en hacer atractiva la historia para los espectadores. Y algo de razón tenían, sobre todo en la última apreciación. Porque Dorothy Arzner dejaba mucho que desear como directora. Empeñada en destacar los supuestos valores feministas
de sus películas por encima de cualquier otro aspecto de las mismas, tendía a perder la perspectiva y alterar el equilibrio del conjunto, de lo que sus films acababan resintiéndose. Algo que, por ejemplo, nunca le ocurrió a Ida Lupino, excelente actriz que también desarrolló una más que notable labor en la dirección.
A pesar de todo, HACIA LAS ALTURAS es una película muy correcta a nivel de producción, y ejemplifica muy bien el tipo de cine que se hacía durante los años 30. Kate Hepburn está perfecta en el papel de una intrépida aviadora, enamorada de un hombre casado y obsesionada con batir el récord mundial de altitud, que al final prefiere estrellarse con su avión antes que confesarle a su amante que está embarazada.
El film contiene una escena que hoy llama la atención como ejemplo del refinamiento y buen gusto característico del cine clásico, pero que, sin embargo, fue considerada de pésimo gusto por el público de la época, especialmente el femenino, y hasta suscitó airadas protestas de ciertas ligas religiosas, obsesionadas con la moral. Dicha escena, en la que sólo se ven una mesilla de noche y un brazo de Katharine Hepburn, era una forma elegante y sencilla de que el espectador comprendiera que Cynthia y Christopher acababan de hacer el amor. Aunque hoy pueda parecernos un despropósito, en aquella época fue entendida como una forma de enfatizar la pasión sexual, algo que no gustó a casi nadie, y menos a los seguidores con que ya contaba Kate, que la consideraban una mujer inteligente y bien educada, fuerte y enérgica, que tenía en la mente algo más que la cama, los hijos o el salón de belleza. La actriz tomó buena nota del rechazo que había suscitado esa escena en el público, y desde entonces, en sus propias palabras, abordaría el sexo en sus películas con cierta desgana y fastidio, y con toda la precaución del mundo
.
HACIA LAS ALTURAS fue el primer bache en la carrera de Katharine Hepburn, pero ella no se desanimó ni mucho menos, siguiendo adelante con tesón y entrega. Para entonces ya mantenía una relación sentimental con su agente, Leland Hayward, un tipo tremendamente atractivo, que provocaba admiración entre todas las mujeres de Hollywood, sin distinción de edades. Como ambos todavía estaban casados, tenían que llevar el asunto con la máxima discreción. La actriz confesaría mucho tiempo después: Lo que más me atraía de Leland era que, al igual que mi padre, no dejaba de animarme a seguir siendo una mujer independiente y liberada
. Hayward, además, era extremadamente inteligente y conocía bien su trabajo, lo que demostró al conseguir negociar un nuevo contrato para Kate en la RKO, tras el éxito de DOBLE SACRIFICIO. El acuerdo, además de un sustancial aumento de salario, incluía un elevado porcentaje de los beneficios en taquilla de sus films, más la posibilidad de elegir el reparto y el director de los mismos. Las condiciones contractuales también establecían que rodaría un mínimo de dos películas por año, pero que entre ellas dispondría de bastante tiempo para trabajar en el teatro. Sin embargo, Selznick, que fue quien formalizó dicho contrato, había incluido una cláusula por la que si el Estudio designaba un director, y Hepburn no hacía uso inmediatamente de su prerrogativa para cambiarlo, una vez iniciado el rodaje ya no podría exigir su sustitución. A esta cláusula se había acogido Selznick para mantener a Dorothy Arzner al frente de la película.
HACIA LAS ALTURAS ha ido ganando enteros, convirtiéndose en un título estimable del cine clásico. Aunque no pueda ser definido como obra maestra, es un film de imprescindible visionado para todo aquel interesado en la filmografía de Katharine Hepburn y en el inconfundible estilo de la mítica RKO Radio Pictures.
