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EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS
EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS EE. UU., 1946
Título original: The Strange Love Of Martha Ivers
Dirección: Lewis Milestone
Guión: Robert Rossen, sobre una historia de Jack Patrick
Producción: Hal Wallis Productions. Inc., para Paramount
Música: Miklos Rozsa
Fotografía: Victor Milner
Duración: 116 min.
IMDb: tt0038988. Doblaje: (es-ES) (es-MX)
Reparto: Barbara Stanwyck (Martha Ivers); Van Heflin (Sam Masterson); Kirk Douglas (Walter O´Neil); Lizabeth Scott (Toni Marachek); Judith Anderson (Sra. Ivers); Roman Bohnen (Sr. O´Neil); Darryl Hickman (Sam Masterson, niño); Mickey Kuhn (Walter O´Neil, niño); Janis Wilson (Martha Ivers, niña)

Tiempo estimado de lectura: 7 min 21 seg

Sinopsis

Iverstown, 1928. La adolescente Martha Ivers se dispone a fugarse en compañía de su amigo Sam Masterson, pero es descubierta por la policía y devuelta a la mansión de su tía, una despótica mujer que controla la comunidad a su capricho. Ciertas circunstancias conducen a que Martha asesine a su tía, en presencia del joven Walter O´Neil. Ambos mienten al señor O´Neil, el padre de Walter y tutor de Martha, que no les cree, pero que finge hacerlo porque espera medrar a costa del crimen cometido por la niña. Mientras tanto, Sam huye de Iverstown, ciudad a la que regresa accidentalmente dieciocho años más tarde, descubriendo que Martha y Walter se han casado, ejerciendo un domino sobre la población tan tiránico como el de la difunta señora Ivers. Martha y Walter creen que Sam fue testigo del asesinato, y que ha vuelto para chantajearlos, aunque en realidad el muchacho había abandonado la casa antes de que Martha golpeara a su tía. En Iverstown Sam conoce a Toni, una hermosa chica que acaba de salir de la cárcel, de la que se enamora. Mientras Walter trata de alejar a Sam de Iverstown, Martha se siente atraída por él e intenta retenerlo a su lado.

EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS ha pasado a la historia del séptimo arte por tres razones, a saber: 1ª, por ser un film noir excepcional; 2ª, por significar el debut en el cine del gran Kirk Douglas; y 3ª, por ser una de las tres películas examinadas con lupa en la primera sesión del Comité de Actividades Antiamericanas. Puesto que su guionista, Robert Rossen, había militado en el Partido Comunista americano hasta fecha tan reciente como 1945, este film de Milestone mereció la atención de los miembros del Congreso, que buscaban en las producciones de Hollywood indicios de propaganda izquierdista. ¿Contiene EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS ese tipo de propaganda, aunque sea muy matizada? En principio parece que no, pero, dada la trayectoria profesional y política de su guionista, no sorprende que la cinta fuera, junto a CUERPO Y ALMA (BODY AN SOUL, Robert Rossen, 1947) y ENCRUCIJADA DE ODIOS (CROSSFIRE, Edward Dmytryk, 1947), sospechosa de propagar ciertos dogmas marxistas entre el un tanto ingenuo público estadounidense de la época.

De todas formas, hoy día pocas personas se atreverían a definirla como una cinta propagandística, y sin duda serían muchísimas menos las que notarían los supuestos apuntes de esa propaganda. En general, la mayoría del público pasa olímpicamente del tema, viendo en EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS sólo un estupendo film noir. Sin embargo, cabe comentar que si, como creyeron muchos congresistas en su día, esta película hacía propaganda del comunismo, llama la atención que Barbara Stanwyck se aviniera a protagonizarla, porque esta actriz fue una de las que más se significaron en la lucha contra la influencia comunista en Hollywood. De todas formas, es muy posible que Barbara no fuera consciente de ello, al igual que Ginger Rogers, anticomunista convencida, que sólo cuando vio terminada COMPAÑERO DE MI VIDA (TENDER COMRADE, Edward Dmytryk, 1943), con guión de Dalton Trumbo, reparó en que, en cierta escena, su personaje parecía soltar un mitin socialista. De lo que no cabe duda es que Rossen y Milestone se sintieron muy a gusto trabajando en una película como EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS, que parecía denunciar la supuesta suciedad moral de la clase dominante.

Digresiones políticas aparte, y centrándonos única y exclusivamente en los valores cinematográficos de la obra, la progresión dramática del film es muy inteligente. En principio, se nos hace simpatizar con la adolescente Martha, una chica que vive bajo la férula de su siniestra tía, dueña y señora de Iverstown, que controla incluso a la policía. Pero la jovencita Martha ya apunta maneras, se parece a su odiosa tía más de lo que cree, y, cuando asesina a la pérfida mujer, que un momento antes ha matado a golpes a su gato, se revela ante el espectador tal y como es: una persona fría y manipuladora.

Dieciocho años más tarde, en 1946, Sam Masterson regresa a Iverstown, descubriendo con cierta perplejidad que el pusilánime Walter O´Neil es ahora fiscal, y, además, se presenta a la reelección con el apoyo de su esposa, que no es otra que Martha Ivers. A Sam todo eso parece traerle sin cuidado, pues piensa abandonar Iverstown en cuanto le reparen el coche. Pero entonces conoce casualmente a Toni, una dulce muchacha por la que se siente inmediatamente atraído. La joven, que ha estado en la cárcel, es de nuevo arrestada por vulnerar los términos de su libertad condicional. Sam, deseoso de ayudarla, va a ver a O´Neil, para pedirle que interceda por ella y la ponga en libertad. En ese momento llega Martha, que, en principio, no reconoce a Masterson, pero luego se muestra muy feliz de volver a verle. Sin embargo, la pareja, convencida de que Sam vio cómo la adolescente Martha asesinaba a su tía, cree que en cualquier momento el hombre puede chantajearlos, de modo que, cada uno por su lado, maniobran para conjurar ese peligro. En realidad, como el espectador descubre en los minutos iniciales del film, Sam abandonó la mansión Ivers antes de que Martha golpeara en la frente a su tía, provocando que cayera por las escaleras.

O´Neil no se anda con miramientos y urde un plan, ciertamente no demasiado elaborado, para deshacerse de Masterson, utilizando a la desdichada Toni para tenderle una trampa. Por su parte, Martha, que siempre ha albergado ciertos sentimientos hacía Sam, hace lo posible por retenerle en Iverstown, convencida de que logrará seducirle con sus encantos y, de este modo, atraerlo a su lado y evitar que la delate. Pero los acontecimientos se precipitan cuando Martha admite haber matado a su tía ante un sorprendido Masterson, que nada sabía del asunto. A partir de ese momento, la pérfida dueña y señora de Iverstown redobla sus esfuerzos por conquistar a Sam y utilizarlo para sus fines, provocando con ello un terrible desenlace.

El espléndido guión de Rossen es traducido en imágenes por un Milestone en estado de gracia. Pocas obras del cine negro tienen la fuerza dramática de esta cinta magistral. La ficticia población de Iverstown le sirve al guionista para mostrar su visión crítica de la parte más sórdida y menos amable de la sociedad estadounidense de su tiempo. En cierto modo, es como si en Iverstown Rossen hubiera concentrado todas las taras, todos los defectos, de los Estados Unidos de aquella época. Por otra parte, los personajes de Martha Ivers y Walter O´Neil representan la corrupción y la inmoralidad de muchas personas que, en principio, por el lugar que ocupan en la sociedad o en las instituciones, deberían observar una rectitud y una honradez acrisoladas.

Barbara Stanwyck, que poco antes había interpretado a otra fémina venenosa en PERDICIÓN (DOUBLE INDEMNITY, Billy Wilder, 1944), encarna en esta cinta a una mujer muchísimo peor que la Phyllis Dietrichson de aquel film, porque Martha Ivers, como acaba constatando Sam en el tramo final de la película, está mentalmente perturbada. Manipuladora, egoísta y dominante, a pesar de ello tuvo que plegarse a los deseos del señor O´ Neil, que durante años la sometió a una especie de chantaje soterrado, y al que ella llegó a considerar una versión masculina de su aborrecida tía. Por eso se vio obligada a casarse con Walter, al que nunca ha amado y del que, al final, intenta librarse incitando a Masterson a asesinarlo, aunque no lo consigue.

Van Heflin da vida a uno de los personajes masculinos más logrados del cine negro. Sam Masterson es un hombre que se ha hecho a sí mismo, no por deseo propio sino por imposición de las circunstancias de la vida. Veterano de guerra, jugador, vagabundo, es una persona moralmente íntegra, que enseguida percibe la podredumbre que parece planear sobre Iverstown, supuestamente una típica e idílica población estadounidense. Su propósito es permanecer allí el menor tiempo posible, pero la aparición de Toni, de la que se enamora casi sin ser consciente de ello, y su reencuentro con sus amigos de la infancia, ahora convertidos en los caciques supremos de la ciudad, hacen que se vea obligado a variar sus planes. Siempre ha sentido cariño por Martha, y al reencontrarse con ella esos sentimientos se reavivan, haciéndole creer que se trata de amor. Pero el comportamiento de la prepotente mujer, sumado a la positiva influencia de la dulce Toni, le impele a tomar el camino correcto, negándose a secundar los planes de Martha.

Lizabeth Scott, a quien algunos indocumentados han descrito como una mala imitación de Lauren Bacall, realiza una conmovedora interpretación al asumir el rol de Toni, una chica con mala suerte, que acabó entre rejas por un malentendido y que ha perdido la esperanza en el futuro. Se enamora de Sam nada más conocerle, y, aunque se ve obligada a traicionarle para no volver a la cárcel, Masterson acaba perdonándola, al descubrir que la pobre muchacha ha sido chantajeada por O´Neil y sus sicarios.

La interpretación de Kirk Douglas destaca no sólo por ser la primera de su carrera cinematográfica, sino por lo atípico del papel que le cayó en suerte. Acostumbrados a verle encarnando a tipos de una pieza, capaces de arrostrar cualquier dificultad, sorprende en la piel de un hombre sin carácter, un individuo que, al principio, repugna al espectador por su pusilanimidad y por su sometimiento absoluto a los caprichos de su mujer. A pesar de todo, en cierto modo Walter O´Neil se redime un tanto ante los espectadores, pues vive atormentado por haber tomado parte en una farsa judicial, urdida por su difunto padre y Martha, en la que se condenó a muerte a un inocente por el asesinato de la señora Ivers.

La sombría fotografía de Milner, unida a la inquietante partitura de Rozsa, acentúa el tono gris y desencantado del film, dotándolo de una estética casi sucia. Sólo en el plano final, que muestra a Sam y Toni en el descapotable de él, dejando atrás la tétrica Iverstown, emplea Milner una iluminación limpia, clara, directa, alegre, al enfocar Milestone con su cámara el rostro de la muchacha, que, por primera y única vez en todo el metraje, sonríe abiertamente ante el esperanzador futuro que la aguarda como la mujer de Sam Masterson.

Este fue el segundo film en el que trabajó Lizabeth Scott. Hal B. Wallis deseaba promocionar al máximo la incipiente carrera de la actriz, por lo que exigió a Milestone que procurara sacar el mayor número posible de primeros planos de ella, cosa que, al parecer, no agradó a Barbara Stanwyck. Milestone no estaba por la labor, llegando a espetarle a Wallis que, si quería primeros planos extra de aquella chica, los rodase él. Wallis así lo hizo, de lo que debemos congratularnos los cinéfilos, porque lo cierto es que Lizabeth Scott poseía un rostro muy sugestivo, dotado de una belleza conmovedora. A Milestone, que, como a otros muchos directores, no le gustaban las intromisiones de los productores en el proceso creativo, le molesto mucho la actitud de Wallis, hasta el punto de que llegó a declarar públicamente que jamás dirigiría otra película para él.

Como curiosidad cinéfila, cabe señalar que los ayudantes de dirección que asistieron a Milestone, no acreditados, fueron Robert Aldrich y Byron Haskins, quienes posteriormente desarrollarían notables carreras en la realización.

Lewis Milestone (1895-1980), director norteamericano de origen ruso, cuyo nombre real era Lev Milstein, llegó a USA en 1912. Durante la I Guerra Mundial sirvió en el Ejército americano, trabajando como ayudante de dirección en las películas de entrenamiento para los soldados. Posteriormente, ya nacionalizado estadounidense, se convertiría en uno de los realizadores más notables de la época del cine silente, llegando a obtener el Oscar al mejor director de comedia en 1927, por su film HERMANOS DE ARMAS (TWO ARABIAN KNIGHTS), en la primera edición de los pronto míticos galardones de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Pero sería con la llegada del sonoro cuando alcanzaría la cima de su carrera. En 1930 obtendría de nuevo el Oscar a la mejor dirección por SIN NOVEDAD EN EL FRENTE (ALL QUIET ON THE WESTERN FRONT), magnífica adaptación de la inmortal novela antimilitarista de Erich María Remarque. En general, fue un realizador muy competente, con ramalazos de genialidad, que se desenvolvía bien en cualquier género que abordara. Sus trabajos para la pequeña pantalla fueron asimismo estimables.

Robert Rossen (1908-1966) fue primero guionista y más tarde productor y director, destacando en las tres facetas. Se le considera uno de los cineastas más representativos del cine negro. Su mejor película adscrita a este movimiento fílmico es EL POLÍTICO (ALL THE KING´S MEN, 1949), una ácida crítica de la dinámica política, que tiende a corromper al hombre en principio más honesto, como le ocurre a su protagonista. Incluido en las tristemente célebres listas negras de Hollywood, se autoexilió en Europa, donde dirigió algunas películas interesantes, pero de inferior calidad a las que había hecho en América. Regresó a los Estados Unidos a principios de los años 60, pero para entonces sólo pudo realizar una película verdaderamente notable, EL BUSCAVIDAS (THE HUSTLER, 1961), protagonizada por Paul Newman, que narraba las andanzas de un as del billar, Eddie Relámpago Felson.

Aunque EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS figura como una película Paramount, en realidad Hal B. Wallis (1898-1986) era por aquel entonces un productor independiente, cuyo acuerdo con ese Estudio, que se ocupaba de la distribución de sus producciones, le otorgaba un gran margen de maniobra en el negocio del cine. Wallis empezó a trabajar en Hollywood en 1923, cuando fue contratado por el departamento publicitario de Warner Bros. Sin embargo, pronto ascendió a productor, revelándose como uno de los mejores del Estudio de los hermanos Warner. No obstante, tras el estreno de CASABLANCA (Ídem, Michael Curtiz, 1942) y su tremendo éxito, surgieron desavenencias entre él y Jack L. Warner, ya que esté pretendía apropiarse del Oscar que dicho film había obtenido a la mejor película, cuando en realidad Wallis había sido el verdadero productor. Hal, harto de los desplantes y las groserías de Jack, abandonó la Warner Brothers en 1944. A partir de entonces, ejercería como independiente, pero siempre en colaboración con la Paramount. Produjo 16 films que serían nominados al Oscar a la mejor película, fue distinguido en dos ocasiones con el Premio Irving Talberg, y en 1975 se le concedió el Premio Cecil B. De Mille, en reconocimiento a su trayectoria en la industria.

Volviendo a la cinta que nos ocupa, su rodaje fue muy rápido, apenas dos meses, pues abarcó entre octubre y diciembre de 1945. La película se rodó casi íntegramente en los estudios Paramount. Los exteriores se filmaron en los patios de vías del Southern Pacific Railroad de Los Ángeles. El estreno oficial se verificó el 24 de julio de 1946. EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS funcionó muy bien en taquilla. La película recibió una nominación a los Oscars en el apartado de mejor historia, aunque no se hizo con el premio, que fue para Clemence Dane y Anthony Pelissier por el guión de la británica SEPARACIÓN PELIGROSA (PERFECT STRANGERS, Alexander Korda, 1945) [1], film excelente pero de calidad argumental muy inferior al de Milestone. La ceremonia se celebró el 13 de marzo de 1947 en el Shrine Auditorium de Los Ángeles, siendo presentada por Jack Benny. La gran ganadora de la noche fue LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA VIDA (THE BEST YEARS OF OUR LIVES, William Wyler, 1946).

Cuando el Comité de Actividades Antiamericanas del Senado inició sus sesiones, esta película fue acusada de ser un panfleto de izquierdas, pues, a juicio de algunos, criticaba sin tapujos la corrupción de las clases altas (es decir, de las dirigentes), y parecía sugerir que en la administración de justicia primaba la venalidad de sus funcionarios. También se señaló que en ella se ofrecía una imagen negativa y falsa del modo de vida americano. En realidad, la única razón por la que fue consideraba subversiva por el Comité, fue porque su guión era obra del comunista Robert Rossen, que nunca ocultó su ideología. Sin embargo, su principal protagonista femenina, Barbara Stanwyck, que, como su marido por aquel entonces, Robert Taylor, era profundamente anticomunista, siempre negó que en la cinta hubiera cualquier clase de propaganda marxista.

De todas formas, a estas alturas esa polémica es irrelevante, y lo único que debe importarnos a los cinéfilos es que EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS es una auténtica joya fílmica, una de las cumbres del mejor cine negro y una película excepcional.


Notas

[1] Normalmente, las películas entran en la carrera por los Oscars de la academia al año siguiente de su estreno. En general, salvo excepciones, se señala como año de producción de un film aquel en que fue estrenado, aunque su rodaje sea anterior. SEPARACIÓN PELIGROSA se estrenó en Gran Bretaña en 1945, pero hasta el año siguiente no llegó a las pantallas estadounidenses. Por ese motivo pudo competir en los Oscars de 1946. (N del A).

© Antonio Quintana Carrandi
(2.647 palabras) Créditos
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