Sinopsis
Harvey Cheyne es un consentido niño rico, de diez años de edad, acostumbrado a hacer su voluntad y a salirse siempre con la suya. No obstante, sus acciones obligan a sus profesores a poner en conocimiento de su padre su mal comportamiento. El magnate decide entonces pasar más tiempo con él para tratar de enmendarle, de modo que planea un viaje a Londres. Apenas iniciado dicho viaje, Harvey cae accidentalmente por la borda, siendo recogido por Manuel, un pescador que lo lleva en su bote a la goleta We´re Her, de Gloucester, Massachusetts, que acaba de iniciar la temporada de pesca del bacalao. A bordo de ese barco, y gracias a la influencia de Manuel, Harvey aprenderá a valorar las cosas realmente importantes de la existencia, crecerá como persona y adquirirá el coraje imprescindible para enfrentarse a las tragedias de la vida.
Para ti, que amas el mar y las películas que se desarrollan en él.

Sin ningún género de duda, la mejor película de ambiente marinero filmada en el Hollywood clásico, y una de las historias de superación más conmovedoras que ha dado el cine.
Tras revelarse ante los espectadores estadounidenses en DAVID COPPERFIELD (Ídem, George Cukor, 1935) y romper las taquillas con EL PEQUEÑO LORD (LITTLE LORD FAUNTLEROY, John Cromwell, 1936), Freddie Bartholomew protagonizó la que este cinéfilo considera la mejor película de su carrera, una más que correcta adaptación de uno de los textos más emblemáticos de Kipling.
Metro Goldwyn Mayer, el Estudio más grande e importante de Hollywood, que se jactaba de tener en su nómina más estrellas que en el cielo
, y de realizar las producciones más cuidadas de la industria cinematográfica, tiró la casa por la ventana a la hora de producir CAPITANES INTRÉPIDOS. De hecho, esta cinta siempre fue una de las preferidas del todopoderoso magnate del Estudio, Louis B. Mayer, pues, a su juicio, ofrecía lo mejor del cine que se hacía en MGM: entretenimiento sano y valores. Y tenía razón, porque, vista hoy, en un tiempo en que los componentes de este relato se consideran desfasados e incluso retrógrados, esta maravillosa película adquiere una significación especial.
CAPITANES INTRÉPIDOS supuso un desafío para el jovencísimo Freddie Bartholomew, ya que debía interpretar a un niñato malcriado y déspota, que se beneficia de su posición como hijo único de un multimillonario para conseguir lo que quiere, y quien, paulatinamente, y gracias a la influencia del entrañable pescador portugués encarnado por Spencer Tracy, va evolucionando hasta convertirse en un muchacho serio, trabajador, responsable y respetuoso. El de Harvey Cheyne era un papel con una profundidad psicológica notable y mucho más complejo que los del encantador Cedric Ceddie Erroll o el desdichado David Copperfield. Bartholomew superó la prueba con nota, y bajo la dirección de Victor Fleming y con el apoyo del resto del elenco, ofrece en este film una interpretación exquisita, cargada de matices y sin sobreactuar en ningún momento. Lo mejor de este prodigioso actor infantil y juvenil, que en su momento fue casi tan popular como la encantadora Shirley Temple, era su naturalidad ante la cámara, y CAPITANES INTRÉPIDOS, por la especial naturaleza del personaje que le tocó interpretar, es la mejor muestra de ello.
El primer tercio de la cinta se centra en presentarnos a Harvey Cheyne, un auténtico demonio infantil, un crío caprichoso, acostumbrado a manipular a la gente a su antojo, aprovechándose de ser hijo de un pilar de la sociedad. Egoísta y déspota, no duda en chantajear a sus propios amigos para alcanzar sus fines, lo que provoca que, al menos durante esta parte de la película, caiga francamente mal al espectador. Claro que sus travesuras, por llamarlas de algún modo, van demasiado lejos, obligando a actuar a los profesores del exclusivo colegio privado en que está matriculado, que ponen al tanto de lo ocurrido a su padre.
Frank Burton Cheyne, encarnado por el siempre espléndido Melvyn Douglas, se niega en principio a admitir lo que le cuentan de su retoño, pero, ante lo evidente, acaba preguntándose si no habrá criado a un pequeño Maquiavelo. Comprende, en su fuero interno, que él es en gran parte responsable de que el chico sea así, pues, enfrascado en su trabajo, no le ha prestado toda la atención que un niño necesita. Decidido a enmendar el error cometido, se propone pasar más tiempo con Harvey, haciendo que el muchacho le acompañe en un viaje de negocios a Londres. En el barco el crío sigue en sus trece, comportándose correctamente cuando su padre está presente, pero actuando como un pequeño tiranuelo en cuanto el señor Cheyne se ausenta.
Pero todo empezará a cambiar para él desde el momento en que, tras caerse accidentalmente del buque y ser salvado por ese extraño pescador portugués, recala en la goleta We´ re Her, un lugar en el que pronto descubre que sus pataletas, sus amenazas y sus ínfulas de importancia les traen sin cuidado a esos hombres rudos y sencillos que se ganan la vida en el mar. Harvey, como es natural, todavía no lo sabe, pero en esa modesta embarcación, al lado de esas personas tan sobrias como auténticas, descubrirá lo que en ningún colegio enseñan, por muy privado y exclusivo que sea. Del capitán Disko Troop y su tripulación, pero sobre todo de Manuel, Harvey aprenderá a apreciar el valor del trabajo bien hecho, del respeto a los mayores, de la responsabilidad, la camaradería, la honestidad, la generosidad desinteresada, la amistad sincera, el cariño hacia quienes realmente lo merecen y muchas otras cosas, hoy tan infravaloradas, y que deberían ser el basamento y el pilar de toda vida humana.
Obviamente, este proceso de aprendizaje será lento al principio, porque el crío está muy maleado. Para este cinéfilo, el punto de inflexión del relato, el instante en que Harvey comprende de una vez por todas que allí no valen de nada sus rabietas y protestas, es cuando el capitán le ofrece un trabajo en el barco mientras esté a bordo. El petulante crío se pone a despotricar, lo que obliga a Disko a cortar su estúpida diatriba por lo sano, arreándole una bofetada que lo tumba. Es evidente que nunca antes ha sido abofeteado, algo que le hacía más falta que el respirar. Pero a partir de entonces, el muchacho empezará a respetar al capitán.
La bofetada que le propina el capitán es sólo la primera de una serie de provechosas lecciones morales que Harvey recibirá en la We´re Her. Y aunque todavía comete alguna barrabasada pensando que actúa bien, como cuando boicotea la apuesta que establecen Jack el largo
y Manuel, para que gane este último, el portugués se encarga de hacerle comprender que ha hecho mal. Resulta conmovedor ver cómo, tras el incidente mencionado, Harvey confiesa su culpa a Jack, para luego admitir ante Manuel que está muy avergonzado por lo sucedido, y que le duele mucho que él ya no le hable. Todos tenemos que avergonzarnos alguna vez, para no volver a hacer aquello que nos avergüenza
, le responde el portugués. Es esta una de las lecciones más importantes que aprenderá. A partir de ese instante se integra en la tripulación, al tiempo que experimenta un cambio profundo de actitud, dejando de ser el niño rico y repelente salvado de las aguas por Manuel, para transformarse paulatinamente en un verdadero hombrecito.
Aunque en determinados pasajes la cinta adquiere un tono casi coral, el verdadero peso de la historia recae en la especial relación que se establece entre Manuel y Harvey. Para el portugués, en realidad un alma solitaria, Harvey es como el hijo que nunca tendrá. Se encariña con el niño desde el primer momento, y se comporta con él como un verdadero padre de los de antes: solícito y protector siempre, pero también severo cuando la ocasión lo requiere. Es un hombre recto, honesto y sencillo, que trata de inculcar sus valores a Harvey, al que, en cierta forma, ha adoptado.
El niño, por su parte, encuentra en Manuel una figura casi paterna a la que admirar y respetar. Ha crecido rodeado de lujos y comodidades, pero, a pesar del cariño sincero que le profesa su padre, este nunca ha encontrado tiempo para otra cosa que no fuera atender sus negocios. En consecuencia, a Harvey, que además es huérfano de madre, siempre le ha faltado aquello que jamás debiera faltarle a ningún niño: un buen ejemplo a imitar. Ese buen ejemplo lo halla en Manuel, que acaba convirtiéndose para el chico en padre y madre a un tiempo, pues le trata con firmeza, pero también con ternura. De ahí que acabé sintiendo por el pescador portugués un cariño que raya la adoración.
La verdadera medida del cambio operado en Harvey la tenemos en las poderosas y emotivas secuencias de la muerte de Manuel, víctima de un desafortunado accidente. El portugués sabe que va a morir, pues está destrozado de cintura para abajo, pero aun así procura mantener el tipo hasta el último instante. Harvey está desesperado por salvarle, pero Manuel se las arregla para hacerle comprender que ha llegado su hora, que debe ser fuerte y asumirlo con hombría. Aunque todavía restan unos dieciséis minutos de metraje, este es el clímax de la película, el momento en que Harvey crece como persona, su carácter se fortalece y entiende, por fin, la complejidad de la vida.
Obviamente, la muerte de Manuel llena de dolor a Harvey y provoca un profundo vacío en su alma y en su corazón. Cuando la goleta regresa a Gloucester y se encuentra con su padre, se muestra un tanto esquivo con este, lo que entristece a su progenitor, que al principio se muestra confundido ante el profundo cambio experimentado por el muchacho, que casi parece otra persona. Pero tras hablar con el capitán Disko Troop, el señor Cheyne comprende la fuerza del lazo que se había establecido entre Harvey y el pescador portugués, y expresa su sincera admiración por el hombre extraordinario que, sin duda, había sido Manuel Fidello.
La emotiva conclusión del film, con la sencilla ceremonia religiosa en el puerto de Gloucester, en recuerdo de los pescadores que perdieron la vida en el mar durante esa temporada, está cargada de sentimiento y significa también el reencuentro definitivo entre Harvey y su padre, así como el inicio de una nueva relación entre ellos, presidida por la sinceridad y el amor. Y mientras un emocionado Harvey narra sus aventuras marineras a su padre, en el coche en el que regresan a casa, la última imagen de esta irrepetible película nos muestra a Manuel Fidello como el chico siempre le recordará: sonriente y feliz, como el ángel de los pescadores del que hablaba. Porque eso fue para Harvey Cheyne: un verdadero ángel, que recogió de las aguas a un crío repelente y maleducado, e hizo de él, con tenacidad y firmeza, pero también con amistad y cariño inquebrantables, todo un capitán intrépido.
Junto a Tracy y Bartholomew, destaca ese gigante de la escena que fue el gran Lionel Barrymore, que encarna al capitán Disko Troop, un verdadero lobo de mar curtido en mil singladuras, y que también influirá muy positivamente en Harvey, que llegará a apreciarle casi tanto como a Manuel. Tenemos también a John Carradine, uno de los secundarios más brillantes del cine clásico, dando vida al rudo Jack el largo
, que no parece estar muy contento con la presencia de ese crío a bordo, porque cree que les traerá mala suerte, pero que al final acabará respetando al muchacho. Y luego está Mickey Rooney, que ya había trabajado con Bartholomew en EL PEQUEÑO LORD, y que en 1937 estaba a un paso de convertirse en una estrella. Sin olvidarnos de Melvyn Douglas, un distinguido galán de la época, que bordó su papel de padre multimillonario que tiene un tanto abandonada la formación de su hijo. Una película como CAPITANES INTRÉPIDOS, en la que los sentimientos juegan una baza tan importante, necesitaba intérpretes capaces de transmitirlos con sencillez, para que llegaran fácilmente a los corazones de los espectadores. En este aspecto, Victor Fleming logró reunir en su film a algunos de los mejores del momento.

Permítaseme hacer aquí un breve inciso, para reivindicar la figura de un cineasta tan eficaz como infravalorado. Es posible que esto último se deba a que sus cintas más famosas sean EL MAGO DE OZ (THE WIZARD OF OZ) y LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (GONE WITH THE WIND), ambas de 1939, empezadas por George Cukor, en las que intervinieron otros realizadores y que, además, siempre han sido consideradas como películas de productor, en las que el director, supuestamente, era un mero asalariado y poco más. Pero Fleming fue un realizador más que notable, que se había batido el cobre en la época del cine mudo con títulos tan correctos como LORD JIM (Ídem, 1925) y EL DESTINO DE LA CARNE (THE WAY OF ALL FLESH, 1927), entre otros muchos. Llegado el sonoro, destacaría como uno de los mejores adaptadores de obras literarias a la pantalla, formando equipo con el guionista John Lee Mahin y el productor Hunt Stronberg. Así, por ejemplo, adaptó a Robert Louis Stevenson en LA ISLA DEL TESORO (TREASURE ISLAND, 1934) y EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR JEKYLL (DR. JEKYLL AND MR. HYDE, 1941), o a John Steinbeck en LA VIDA ES ASÍ (TORTILLA FLAT, 1942). Una de mis películas preferidas de este director es DOS EN EL CIELO (A GUY NAMED JOE, 1943), una maravillosa mixtura de cine bélico, fantasía, drama y romance, con un espléndido guión de Dalton Trumbo y protagonizada por unos inolvidables Spencer Tracy e Irene Dunne.
Sorprende y fascina saber que los actores nunca pisaron la cubierta de un barco real, pues CAPITANES INTRÉPIDOS se rodó casi por completo en los Estudios Metro Goldwyn Mayer. Freddie Bartholomew comentaría muchos años después, en una entrevista televisada: Lo más cerca que estuvimos del mar fue cuando rodamos las escenas finales en el puerto de Gloucester
. Todo el film se realizó con la técnica de la transparencia; es decir, proyectando en una pantalla determinados fondos previamente filmados, con los actores situados delante, en un decorado. Pero esto no se nota en absoluto en la cinta, pues hasta los espectadores de la época creyeron que se había rodado a bordo de auténticas goletas pesqueras. Una parte considerable del presupuesto de la película se invirtió en la segunda unidad de filmación, que rodó exteriores en la costa canadiense, en concreto en Port aux Basques, Terranova y Shelburne. El alquiler de los barcos para rodar las secuencias de la carrera entre las goletas de Disko y Cushman se llevó un buen pellizco. También son dignas de mención las escenas de interior de la We´re Her, en las que se aprecia el balanceo provocado por el suave oleaje, con el ruido de fondo del crujido del maderamen del navío. Detalles como este confieren un plus de realismo a una película ya de por sí extraordinaria.
Freddie Bartholomew siempre recordó el rodaje de CAPITANES INTRÉPIDOS con agrado, pues tanto los integrantes del equipo artístico como los del técnico formaron una gran familia. Bartholomew recordaba con especial cariño a Barrymore. La escena de la bofetada tuvo que repetirse varias veces, según él, porque el veterano actor temía hacerle daño de verdad.
La película se estrenó el martes 11 de mayo de 1937 en Nueva York, y en Los Ángeles el lunes 17 del mismo mes. Se distribuyó por todo el país a partir del viernes 25 de junio de 1937. Fue un enorme éxito, destacando como una de las producciones cinematográficas más importantes de ese año. A España no llegaría hasta después de nuestra guerra civil, siendo estrenada en Barcelona el viernes 22 de noviembre de 1940, y en Madrid el viernes 13 de diciembre del mismo año.
La 10ª entrega de los Oscars de Hollywood estaba prevista para el jueves 3 de marzo de 1938, pero se pospuso hasta el jueves 10 del mismo mes, debido a las inundaciones que se habían producido en Los Ángeles por las lluvias torrenciales. La Gala se celebró en el Biltmore Hotel, con Bob Burns como maestro de ceremonias.
CAPITANES INTRÉPIDOS competía en cuatro categorías: película, actor (Spencer Tracy), guión (John Lee Mahin, Marc Connelly y Dale van Every) y montaje (Elmo Veron). Sólo obtuvo el segundo de los premios citados. Spencer Tracy se llevó la estatuilla, desbancando a Fredric March, Paul Muni, Charles Boyer y Robert Montgomery.
La película más pedagógica de la historia del cine
CAPITANES INTRÉPIDOS es, con diferencia, la mejor adaptación cinematográfica de una novela de Rudyard Kipling. Es, también, la mejor muestra de lo que este cinéfilo ha dado en llamar cine pedagógico, que podría definirse como aquel que, además de entretener, aspira a influir de un modo positivo en el espectador. En una época como la actual, en que literatura, cine y televisión están dedicados a promocionar los postulados defendidos por la aberrante ideología Woke, así como sus valores
sin valor, la cinta de Fleming trasciende su condición de obra maestra cinematográfica. Porque CAPITANES INTRÉPIDOS es un canto a la atemporalidad de los valores tradicionales, los auténticos, esos en los que fuimos educados la mayoría de nosotros, y que han dado sentido a nuestras vidas.
Una película como esta no podría filmarse en el Hollywood de hoy día, infectado de progresismo mal entendido y deleznable corrección política. Quizás el pasaje más polémico de la cinta, el que más ampollas levantaría en esta sociedad políticamente adoctrinada, intelectualmente irrelevante y moralmente desnortada, sería el de la bofetada que el capitán Troop propina al cargante Harvey. La escena, según las crónicas cinéfilas, fue muy aplaudida por los espectadores en el estreno del film. Pero resultaría inimaginable en una película actual, porque enseguida saltarían los indocumentados progres de siempre, despotricando sobre la violencia ejercida contra un niño, los traumas que eso puede provocar y otras imbecilidades parecidas. Hace algunos años tuve oportunidad de leer dos o tres críticas sobre el film que nos ocupa, cuyos autores calificaron esta escena como demasiado violenta, añadiendo que sobraba. Lo único que les faltó decir a esos críticos buenistas, fue que la secuencia era una apología de la violencia contra los menores, u otra majadería bien pensante por el estilo. Pero lo cierto es que, en ocasiones, ante niñatos desmandados, no se puede actuar de otra manera. Esto queda de manifiesto en el comentario del capitán, justo antes de arrearle el sopapo al crío. A Disko no le gusta nada tener que pegarle a Harvey, pero comprende que debe hacerlo. Luego, sin enfadarse ni levantar la voz, recomienda al muchacho que reflexione sobre lo sucedido. Como decía mi abuela: A veces, una torta dada a tiempo puede enderezar una vida
. No. Nada sobra y nada falta en esta auténtica joya del Séptimo Arte.
Otra de las inestimables lecciones que Harvey recibirá en la We´re He, que para él se convierte en un auténtico buque escuela, es la de apreciar el valor real del dinero cuando debe ganarse con esfuerzo. Es conmovedor ver cómo, en la recta final de la película, el chico se muestra orgulloso por los nueve dólares que le paga el capitán Troop, y que para él son más valiosos porque los ha obtenido gracias a su trabajo como un miembro más de la tripulación.
CAPITANES INTRÉPIDOS ofrece al espectador de hoy muchas lecturas y todas ellas positivas, por lo que este film resulta especialmente adecuado para la juventud. Se rodó hace ochenta y siete años, nada menos, pero su mensaje sigue plenamente vigente. Cuando la inmensa mayoría de las películas actuales sucumban bajo el polvo del olvido, esta cinta seguirá siendo considerada uno de los tesoros más importantes de la historia del cine, y continuará maravillando a las generaciones futuras.
