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El señor de los anillos, 2
LAS DOS TORRES
EL SEÑOR DE LOS ANILLOS II: LAS DOS TORRES EE.UU. 2002
Título original: Lord of the Rings: The Two Towers
Dirección: Peter Jackson, Frances Walsh
Guión: Philippa Boyens, Peter Jackson, Stephen Sinclair, Frances Walsh
Producción: Tim Sanders, Rick Porras
Música: Howard Shore
Fotografía: Andrew Lesnie
Duración: 179 min.
IMDb: tt0167261. Doblaje: (es-ES) (ca-ES)
Reparto: Elijah Wood (Frodo); Billy Boyd(Pippin); Dominic Monaghan(Merry); Sean Astin (Sam); Ian McKellen (Gandalf); John Rhys-Davies (Gimly / Bárbol (voz)); Viggo Mortensen (Aragorn); Orlando Bloom (Legolas); Christopher Lee (Saruman); Bernard Hill (Théoden); Brad Dourif (Grima); Miranda Otto (Éowyn); Karl Urban (Éomer); David Wenham (Faramir); Andy Serkis (Gollum (voz))

Tiempo estimado de lectura: 1 min 44 seg

Carles Quintana i Fernández

Versión extendida de Las Dos Torres

Después de una espera de algunos meses, por fin salió a la venta el DVD de la versión extendida de LAS DOS TORRES. Mi primera impresión es que si la película, tal como se pudo ver en los cines, ya era muy buena, en esta versión es prácticamente redonda.

Su planteamiento es parecido al de la ampliación de la primera película de la trilogía: mostrar escenas nuevas que se quedaron fuera de la versión general y alargar otras ya existentes con el objetivo de enriquecer el film. En total, la proyección dura ahora casi tres cuartos de hora más que antes y, gracias a ello, se pueden ver plasmadas en imágenes determinadas partes del libro que no se consideraron indispensables y quedaron sin exhibir en la gran pantalla.

Entre ellas, aparecen el funeral de Theodred, el hijo del rey Theoden, la aniquilación del ejército Uruk-Hai que había atacado el Abismo de Helm por el bosque de ucornos. También puede verse de nuevo a Boromir y aún más importante, aparece por primera vez, exactamente como me lo imaginaba, Denethor, último senescal regente de Gondor.

Al hablar con varias personas sobre la versión corta de la película, me dijeron que se retrata a Faramir como una copia de Boromir, y que en la novela es más noble. Pues bien, gracias a las escenas extras y las ampliadas, su figura gana muchos puntos y recuerda más a la del libro. Sobre todo, porque vuelve a aparecer en pantalla después de dejar libres a los hobbits y a Gollum-Smeagol.

Precisamente, es sobre este personaje con el que encuentro a faltar unas imágenes que sé que se rodaron, ya que he visto fotos de ellas. Se trata del hallazgo del anillo por Smeagol y su amigo Deagol, y como el primero inició el proceso que le llevaría a convertirse en Gollum. Es algo hubiera sido interesante ver. Hay un momento, cuando la cámara se acerca mucho a sus ojos mientras piensa precisamente en el tema, que parece que ocurrirá, pero la oportunidad pasa y no sucede nada.

Además del añadido de escenas nuevas, también se han ampliado otras. En algunos casos, son sólo unos segundos de más y hay que estar muy atento para percibirlo. Así, en el Abismo de Helm, aparece unos instantes una escalera que antes no era visible. Además, el director, Peter Jackson, como un Alfred Hitchkock cualquiera, también hace un pequeño cameo.

Por otra parte, algunos aspectos se entienden mucho mejor, por no hablar de los detalles que cobran más importancia, como la historia del caballo que va a buscar a Aragorn al río, o porqué cuando los orcos se paran en el linde del bosque de Fangorn, se pueden ver dos tipos claramente diferenciados que no es que se lleven muy bien entre si, lo que no es nuevo en absoluto para los conocedores de la Epopeya.

El último punto es la caja. Como en LA COMPAÑÍA DEL ANILLO, además de la película, contiene varios documentales y entrevistas. La caja, de un color rojo oscuro, aparece un mapa del Este de la Tierra Media con la ruta seguida por los diferentes componentes de la Comunidad, croquis que sin duda será útil para los que no se hayan leído la novela y quieran saber donde se sitúa la acción en un momento dado.

Como resumen, la versión expandida es mucho más fiel al original de J.R.R. Tolkien que la corta, exceptuando todo el trozo de Osgiliath y los elfos que llegan al Abismo de Helm teletransportados desde Lorien, cuestiones ambas que Jackson se sacó de la manga. La historia se ha enriquecido con respeto al libro y ahora se presencian diálogos enteros reproducidos de forma idéntica, aunque uno o dos pertenezcan a la tercera parte.

© Carles Quintana i Fernàndez, 30 de noviembre del 2003. Créditos (628 palabras)
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Carles Quintana i Fernández

Después de un año de espera, al fin he visto LAS DOS TORRES, la adaptación del segundo libro de los tres que forman la trilogía de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Me gustó tanto como esperaba, así que voy a escribir una crítica, tanto de lo positivo como de la negativo, que lo hay. Comentó aspectos concretos, suponiendo que los lectores ya habrán leído el libro y/o visto la película. Así que mando este aviso a los que no cumplan esta condición. Si quieren continuar, es bajo su responsabilidad.

La película es ciertamente espectacular, con mucha más acción que la anterior. Al menos, mis amigos no se aburrieron. Además, al ser la segunda, no existe el lastre de la presentación de los personajes. Se sumerge directamente en el argumento, justo en el punto donde se quedó en la primera parte, sin ningún tipo de flashback ni recordatorio, excepto en la lucha entre Gandalf y el Balrog, allá en el puente encima del abismo de Moria, e incluso esto visto desde otro punto de vista.

Como en la primera entrega, los paisajes se respetan escrupulosamente. Es posible que se cree un turismo a Nueva Zelanda para visitar los sitios donde se rodó, que son fantásticos. Pero no ocurre lo mismo con el guión, que a mi entender sufre cambios excesivos. Ahí tenemos el ejército elfo, llegado supuestamente de Lorien, que refuerza a los humanos. Hay personas que dicen que así la acción se hace más ágil, y no lo niego, pero creo que lo más importante es la fidelidad al original.

Se ha hecho cierta concesión a la comedia, tal vez para atraer al público. Gimli se convierte en una figura cómica, con sus problemas para correr a la velocidad de sus compañeros y cabalgar en caballo. Eso es lógico para alguien con sus dimensiones, así que no le veo la gracia. Además, los enanos son muy dignos, con un gran orgullo, y no está bien reírse de ellos por su altura, por más comercial que resulte. Es como si un adulto se burlase de un niño por no poder conducir un coche.

Existe otro personaje que provocó las risas de los espectadores, y es cuando Smeagol conversa con su otra personalidad Gollum, que es la dominante. Dependiendo de quien habla, la expresión de la cara y la voz varían completamente. Representa perfectamente el dualismo existente en ese aspecto del libro. Por cierto, encontré en estas conversaciones ciertas semejanzas con las que mantienen John Osborn y El Duende en SPIDERMAN. Aunque, como creo que se rodaron más o menos de forma paralela, debe ser sólo una coincidencia.

Estos no son los únicos puntos graciosos. Cuando Aragorn, Légolas, Gimli y Gandalf llegan a la puerta de Meduseld, el capitán de la guardia les pide que le entreguen todas sus armas, a lo que obedecen. Pero Gandalf mantiene su vara, con la excusa de que es un anciano y ha de apoyarse en ella. Y para reafirmarlo, al entrar en el palacio, lo hace apoyado a la vez en la vara y en Légolas. Encontré eso muy divertido, tal vez de lo mejor de la película.

Hay varios puntos de encuentro con nuestra realidad. Primero, las bombas de pólvora recuerdan sospechosamente a las minas alemanas de la Primera Guerra Mundial. Luego, cuando el orco kamikaze corre hacia la muralla, existe un paralelismo con el último relevo de la antorcha olímpica en Sydney 2000. La escena es idéntica, pero con orcos en lugar de deportistas. Por otra parte, la arquitectura de Rohan es vikinga, lo mismo que los cascos de sus soldados. Y el ejército orco parece una típica legión romana, y durante el ataque, las marabuntas de la película homónima.

Pasemos a hablar de los personajes. El Rey Theoden es fantástico. Cuando Gandalf lucha para quitarle la influencia de Saruman, recuerda EL EXORCISTA, aunque no tan espectacular. Y más adelante demuestra perfectamente por que es el rey. Un acierto de la película respecto al libro es que se comprueba que es humano. En varios momentos, sublime cuando le ponen la armadura, duda que ha de hacer o se lamenta de la suerte de su pueblo, pero siempre encuentra fuerzas para continuar.

Mi opinión sobre Eowyn, la Dama Blanca de Rohan, es positiva. Es exactamente la imagen que tenía de ella, tanto por su belleza como su forma de ser, y el acto de empuñar la espada en Meduseld, es como un anuncio de lo que ocurrirá más tarde. Supongo que al menos los que han leído el libro, lo hayan visto. Pero hay algo que no encaja. Ella dice que todas las mujeres rohanianas aprenden el uso de las armas. Entonces, ¿porqué no intervienen en la Batalla del Abismo de Helm?

Naturalmente, tampoco podemos olvidarnos de Faramir, hermano de Boromir e hijo menor de Denethor, último senescal independiente de Gondor. Tiene unos rasgos menos duros que los de su hermano mayor, y una nobleza del que el otro carecía, y que se demuestra claramente en más de una ocasión, sobre todo al conseguir rechazar el hechizo del anillo, la perdición de Boromir. También hay algo en él que inspira confianza. Vamos, que es una buena pieza. Por cierto, en la película no aclaran como sabe lo de su muerte. En el libro está claro, pero aquí queda como un punto oscuro.

Luego están Bárbol y los ents. Tenía mucho miedo por saber como quedaba, pero para mi alivio, si que es como esperaba. Sobre su forma de actuar, muestra una especie de pasotismo tipo no los molestemos y ellos nos dejarán en paz, que me parece que no está presente en el libro. Allí, es en la Asamblea de Ents, que si que se muestra, donde se decide declarar la guerra. Pero en la película los hobbits lo han de engañar para que vea el aperitivo de lo que pasará si no hacen nada.

El último personaje importante nuevo es Grima lengua de serpiente, el consejero traidor de Theoden. Es tan odioso y artero como lo pintan en la novela. Hay algunas diferencias en las acciones que emprende en la película y en el libro, especialmente referente a la suerte del hijo y el sobrino del monarca. Pero en general, se ha conseguido una reproducción perfecta. El único pero que se me ocurre es que me lo imaginaba más cobarde y adulador. Pero puede ser sólo una apreciación mía.

Con los personajes ya conocidos, sobretodo los supervivientes de la Compañía del Anillo, todos cumplen el papel encomendado, desde Gandalf el Blanco, con la luz que despide casi parece un dios, hasta Aragorn, que como todo ser humano, tiene dudas pero consigue superarlas y transmitir su confianza a otros. Está genial mandando el ejército elfo en la Batalla del Abismo de Helm. Y tampoco puede olvidarse a Sam, del que ya se intuye el importante papel que tendrá en la tercera parte.

La única persona que según mi opinión sobra, es Arwen. Su parte no da ninguna información importante para la acción, aunque aparezca Rivendel. Además creo que confunde a los que han leído EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Parece que se marcha a los Puertos Grises, y eso contradice su destino según la novela. Esa escena es prescindible, y habría sido mejor poner otras, como los ents cantando mientras van hacia Isengard, que se lo han saltado. Además, eché a faltar una vista general del bosque moviéndose.

Antes he hablado por encima de los escenarios exteriores de la película, cuya majestuosidad ha sido posible gracias a la interesante geografía neozelandesa. Vale la pena comentarlo con más detalle. La fortaleza del Abismo de Helm se ajusta totalmente a la descripción dada por Tolkien. Ocurre lo mismo con Edoras, aunque en el libro la ciudad es redonda, y aquí es rectangular, ocupando parte del llano además de la montaña. Pero esto es sólo un detalle para puristas.

Una cosa que me preocupa es que en el libro, el personal civil se dirigía al Sagrario, el castillo situado al lado de los Senderos de los Muertos, tan importantes para el desarrollo de la Guerra. Aquí han cambiado el refugio por las Cavernas Centelleantes, lo de siempre del cine de unir personajes y localizaciones. Así que me pregunto que pasará en la próxima película, suponiendo que esa parte se mantenga. En fin, siempre pueden cambiar de sitio la entrada a la ciudad subterránea.

Esto es todo. Ahora sólo falta un año para conocer Minas Tirith, que por las fotos y maquetas que he visto, será fantástica, y asistir a las Batallas de los Campos del Pelennor y del Morannon. Confío que la Guerra del Anillo sea tan épica como espero, y que deje en mantillas a BRAVEHEART y EL CID juntos. El tiempo lo dirá.

© Carles Quintana i Fernàndez, (1.459 palabras) . Créditos
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La fantasía heroica me ha fascinado desde siempre.

Creo que, en mi caso particular, me inspiran las tierras de las que provengo, en las que están mis raíces. Creo firmemente, que la sangre celta que corre por mis venas me hace proclive al romanticismo, me trae la fragancia de bosques y lagos silentes, cargados de magia expectante, poderosa y antigua como los sillares de la tierra.

Las tradiciones, leyendas, cantares de gestas... Las voces ancestrales susurran continuamente en mi oído, mueven mis pinceles, mis lápices... mis manos, en estos mismos instantes, sobre el teclado.

Conozco, y conozco bien, multitud de antiguos escritos en los que se narra la vida y obra de héroes legendarios, gestas intemporales que, a diferencia de las que la vida cotidiana nos depara, carecen de fecha de caducidad. Me precio de haber leído el BEOWULF, el MÍO CID y el KALEVALA, las sagas nórdicas y las tradiciones artúricas, de conocer los todavía no demasiado numerosos registros de los hititas, y las argucias del artero Ramsés, para rescribir la historia ocultando el aparatoso revolcón que aquellos le infligieron en Kadesh. He disfrutado lo indecible leyendo las peripecias del principe Rama, y aún más con las del no menos principesco Arjuna, cuyo arco Gandiva, resuena inmortal en las tradiciones hindúes. He tenido, además, el gusto de saborear algunas de estas piezas inmortales del puzzle de nuestra historia, en sus lenguas originales.

Podéis calificar de pedantes estos párrafos iniciales, pero yo creo que más os valdría buscar mejor modo de invertir el tiempo y superar carencias.

De forma que cuando hablo, lo hago con un cierto conocimiento de causa.

Y EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, no es mi obra de fantasía heroica favorita. Desde luego, disfruté con su lectura, tarea ésta (la de leer el mamotreto del profesor Tolkien, digo) que he llevado a cabo más de una vez, por diferentes razones, pero siempre me he quedado con la necesidad (insatisfecha, claro) de decirle cuatro frescas a ese viejo inglés, de apariencia afable, que destiló amargura y derrota cuando los lectores creían estar disfrutando de una resolución triunfal.

Creo que el romanticismo, bien entendido, es una puerta a la esperanza, no una gruta que conduce a los abismos de la autodestrucción. Sobre este particular, no tengo la menor duda, no discuto, ni admito reflexiones penumbrales. Ya no tengo edad para tonterías.

Así pues, que he leído EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, he dicho, también digo ahora que he leído el SILMARILION y EL HOBBIT, y mientras que el relato de las peripecias de Bilbo para burlar al dragón Smaug, me parece una muestra de romanticismo bien entendido, las de la comunidad multirracial empeñada en destruir el anillo forjado por Sauron, me parece una muestra inmejorable de lo que resta cuando el romanticismo fenece.

Con este saldo final me quedo; la impronta de que el sol del romance, en la obra de Tolkien, salió por el SILMARILION, alcanzó el cenit con EL HOBBIT, y se precipitó en las catacumbas de poniente de la mano de Frodo, Sam, Merry, Pippin y los restantes espectros de una Tierra Media condenada a desaparecer.

Además, en los relatos del bueno de Ronald, se aprecian ciertos matices que sus seguidores irreflexivos no quieren ver; en sus descripciones de quienes componen las fuerzas del bien y del mal, de los lugares y puntos cardinales de donde proceden los unos y los otros, incluso en sus descripciones físicas, hay un regusto desagradable e inequívoco, que sospecho se hallaba grabado en el subconsciente de Tolkien, como parte de su... herencia.

Yo lo veo muy claro, y mis impresiones han ido reforzándose con cada nueva lectura.

En esta situación nos hallamos el profesor Tolkien y yo; él intentando convencerme de que en ocasiones un petrolero puede considerarse un animal acuático de grandes dimensiones, y yo absolutamente convencido de que un petrolero solo puede considerarse como un problema. Siempre.

Estábamos él y yo en éstas, cuando apareció un señor de cara risueña y carácter firme, al que resulta más fácil saltar que perimetrar, y se planteó tomar el leño trifásico de John Ronald y llevarlo al cine.

En circunstancias normales esta pretensión, después de la hazaña incomprendida e incomprensible de Bakshi, y ante la desalentadora magnitud del mamotreto literario, sería poco menos que suicida, pero el señor Peter Jackson (que este es el nombre del orondo recién llegado) tenía ciertos argumentos de innegable valor: pasión por el tema, un grupo de personas (desde los primeros instantes de la preproducción) igualmente motivadas y (como verdadero motor del proyecto) una indecente cantidad de dinero que aún se incrementó durante los primeros compases.

Y lo que Jackson ha hecho es, sencillamente, genial. El cineasta del montón, con sensibilidad (y redaños, todo hay que decirlo, que son necesarios para afrontar un proyecto con un metraje final de casi nueve horas) y medios, ha transformado la obra de Tolkien en una fantasía visual sin precedentes.

La épica sobrecogedora, la fantasía desbocada y sólida, pese a quien pese, pasa por encima de la obra literaria. Sobradamente.

Leí, por poner un ejemplo, sobre la batalla librada en la fortaleza de Helm, pero apenas pude ver nada. Diez mil orcos (que eran, y lo decía) no me sobrecogían en lo más mínimo, pero la cámara del amplio Peter me ha mostrado cuan terrible puede ser tal hueste, aullando, rugiendo y avanzando como un rodillo de carne pútrida y herrumbre.

He visto la inmensidad del paisaje (¡joooder, con Nueva Zelanda, qué diversidad, qué intensidad y belleza; parece España!), me he sobrecogido en las entrañas de Moria que, en verdad, era grande y grandiosa, me he quedado extasiado contemplando Rivendel y el bosque de Lorien, me he acongojado ante las puertas de Mordor y las torres negras...

Todo eso estaba en el libro, pero Jackson lo ha recreado como yo lo imaginaba, exactamente con toda la grandeza que yo lo imaginaba. Y como Tolkien no pudo llegar a imaginarlo. Yo así lo creo. Firmemente.

Lamentablemente, nada podrá librarnos del agónico final de la obra (aunque personalmente disculparía cualquier enmienda que a Jackson se le pasase por la melena, mucho me temo que los herederos de Tolkien no, y los acérrimos e irreflexivos seguidores de J.R.R. tampoco, claro).

Peter Jackson y su panda de maravillosos chalados, han creado un producto comercial, que justifica hasta el último euro invertido, y posiblemente algunos montoncitos más, que se han suplido con pasión y trabajo, trabajo y pasión. Han reescrito la obra, con resultados plenamente satisfactorios. Los creativos que han arropado el proyecto demuestran ser unos apasionados del género fantástico, de la épica desbordada y vibrante que mana de las obras y tradiciones a las que me refería en los dos párrafos iniciales. Se han olvidado del modelo y se han dejado llevar por lo que llevan dentro aunque, para guardar las apariencias (y la caja, evidentemente), posen ante tal o cual foto. Se han dejado aconsejar y asesorar por acérrimos, para no perder las referencias, pero se han dejado conducir únicamente por espíritus más antiguos y poderosos. Han conseguido que hasta los más reticentes a la lectura sientan la tentación de leer el voluminoso volumen escrito por Tolkien, y yo les animo a que lo hagan, sin lugar a dudas, pero habrán de disculpar al bueno de Tolkien; no supo apreciar el sobrecogedor panorama que se hallaba más allá del escrito de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS.

Afortunadamente para muchísimos de nosotros, El Señor de los Michelines sí.

Salud y sensata subjetividad.

© Lázaro Betán, (1.251 palabras) Créditos
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