
LA FIERA DE MI NIÑA es, sin ningún género de dudas, la mejor y más popular comedia de la historia del cine, un film que nunca pasa de moda y que sigue maravillando a cada nueva generación de cinéfilos. Pocas películas han alcanzado tanta popularidad entre el público de todo el mundo como esta disparatada comedia de ese peso pesado del Séptimo Arte que fue el incombustible Howard Hawks.
David Huxley, un joven y algo apocado científico que trabaja en el Museo de Historia Natural de Nueva York, ha dedicado cuatro largos años a la reconstrucción del esqueleto de un brontosaurio, para completar el cual sólo le falta un hueso, una clavícula intercostal. Por otra parte, el museo necesita fondos urgentemente para continuar con sus investigaciones. La señora Carleton-Random, una multimillonaria, está dispuesta a donar la suma de un millón de dólares para alguna obra filantrópica o cultural. David es designado para que se entreviste con Alexander Peabody, abogado de la rica dama, y trate de conseguir que el millón sea para el museo. Huxley acude al club de golf al que pertenece Peabody, y allí conoce a una alocada joven de la alta sociedad, Susan Vance, que se enamora de él y recurre a las más enrevesadas artimañas para retenerlo a su lado. En el plan de la muchacha jugarán un papel trascendental Baby, un leopardo amaestrado del Brasil, y George, el fox-terrier de su tía, que complicarán las cosas hasta extremos insospechados.

Poco antes de su muerte, Hawks comentó en un programa de TV lo sorprendente que le resultaba el fabuloso éxito de una comedia que, en el momento de su estreno en EE. UU., el 18 de febrero de 1938, fracasó estrepitosamente en taquilla, cosechando pésimas críticas y generando unas pérdidas superiores a los 300.000 dólares. El film, siempre según el director, nunca dispuso de un guión completo, lo que obligó a rodarlo a base de secuencias independientes unas de otras, que luego tenían que ser montadas como si se tratase de un puzzle. El resultado final no satisfizo a los directivos de la RKO, que consideraban el argumento absurdo y demasiado enrevesado y nunca creyeron que la película sería rentable. Tras el decepcionante estreno, pareció que los jefazos de la productora estaban en lo cierto. Pero conforme pasaban los años, LA FIERA DE MI NIÑA fue revalorizándose y reafirmando su categoría de comedia genial, empezando a generar ganancias, y convirtiéndose poco a poco en una de las producciones más populares y rentables de la historia de la RKO. Realizada durante la Edad de Oro del Hollywood clásico, fue una cinta que se adelantó a su tiempo, una comedia que sigue conservando toda su frescura y originalidad setenta y un años después de su estreno, y de la que puede afirmarse que el eficaz sentido del humor que destilan todas y cada una de sus hilarantes escenas está más en consonancia con el mundo contemporáneo que con el de la época en que se estrenó. LA FIERA DE MI NIÑA es una explosión de acción y gags surrealistas que no dan respiro al espectador, que a menudo se queda anonadado y atónito ante el alud de desastres sin fin que se suceden a lo largo de los 102 minutos de metraje. Semejante avalancha de estropicios y ocurrencias se encadenan sin solución de continuidad, manteniendo al espectador en permanente estado de alerta, con la carcajada a flor de labios e hipnóticamente pegado a la pantalla hasta la aparición del rótulo The End. Ciertamente, existen muy pocas películas capaces de provocar este efecto en el público.
El peso del film recae sobre los hombros de Cary Grant y Katharine Hepburn, respaldados por un plantel de excelentes actores secundarios, algunos de los cuales logran incluso hacerles un poquito de sombra a las estrellas de la función. Tal es el caso de Walter Catlett, que da vida al comisario Slocum, uno de los personajes más alocadamente divertidos, que con su ineptitud y sus disparates convierte el último tramo de la cinta en una sucesión continua de carcajadas. Por la película desfila también una larga serie de personajes a cada cual más enloquecido. Tenemos, por ejemplo, al gran cazador blanco, siempre ufanándose de sus hazañas, interpretado por Charlie Ruggles; un psiquiatra al que le falta un tornillo (Fitz Feld) y un criado demasiado aficionado al levantamiento de vidrio (el gran Barry Fitzgerald) Todos ellos están geniales en sus papeles y contribuyen a aumentar la ya de por sí desbordante comicidad de la historia.

Katharine Hepburn y Cary Grant ya habían trabajado juntos en LA GRAN AVENTURA DE SILVIA (SYLVIA SCARLETT, George Cukor, 1936) Esta fue la primera vez que Grant trabajó a las órdenes de Hawks. Pero el apuesto actor británico no fue el primer candidato para el papel de David Huxley. Ronald Colman, Ray Milland y Robert Montgomery rehusaron interpretar al apocado paleontólogo, y sólo entonces la RKO se decidió por Cary Grant, que aceptó con ciertas reticencias, ya que no estaba seguro de poder dar vida a un científico intelectual, Hawks animó a Grant a aceptar el desafío, recordándole que aquello era una comedia, y aconsejándole que tratase de interpretar a David Huxley como lo haría el gran Harold Lloyd. Cary siguió el consejo del director al pie de la letra, y de hecho, el look que luce en el film, gafas incluidas, y su perenne expresión de desconcierto nos remiten a algunas de las mejores interpretaciones de aquel gran comediante del cine mudo. Hawks y Grant colaborarían en cuatro películas más: SÓLO LOS ÁNGELES TIENEN ALAS (ONLY ANGELS HAVE WINGS) y LUNA NUEVA (HIS GIRL FRIDAY, ambas de 1939); LA NOVIA ERA ÉL (I WAS A MALE WAR BRIDE, 1949) y ME SIENTO REJUVENECER (MONKEY SHINES, 1952) En esta última película, el inmortal galán compartiría cartel con una Marilyn Monroe en la plenitud de su belleza.
LA FIERA DE MI NIÑA fue la única película en la que Hepburn trabajó a las órdenes de Hawks, y la última que hizo para la RKO. La productora pretendía que Kate protagonizara MOTHER CAREY´S CHICKENS, un film de bajo presupuesto y pocas pretensiones que no la satisfacía en absoluto, por lo que la actriz, con la ayuda de su padre, compró el contrato que la ligaba a la RKO por la entonces astronómica suma de 220.000 dólares, obteniendo así la libertad para trabajar en cualquier productora e interpretar sólo las películas que le interesaran. El fracaso en taquilla de LA FIERA DE MI NIÑA contribuyó a que la Asociación de Exhibidores Independientes, que controlaba millares de cines por todo el país, incluyera a Katharine Hepburn en el selecto club de las actrices consideradas veneno para la taquilla, en el que también figuraban Greta Garbo, Joan Crawford y Marlene Dietrich. No obstante, es más que posible que en esto influyera también la actitud política de la Hepburn, mujer muy liberal y progresista que se había erigido en líder y portavoz de las reivindicaciones de los Sindicatos de Actores, que por aquel entonces habían comenzado a enfrentarse abiertamente a las prácticas dictatoriales de los grandes Estudios.

LA FIERA DE MI NIÑA ofrece diversión sana y estimulante, apta para todos los públicos, erigiéndose en una de las obras más imperecederas del Arte cinematográfico. En una época como la actual, en la que la idea de comedia cinematográfica cada vez se asocia más con lo chabacano, resulta muy estimulante visionar uno de estos estupendos clásicos que, como la película que nos ocupa, han alcanzado el status de Obra Maestra. Disfrutemos, pues, de esta magnífica cinta del maestro Howard Hawks. La mejor comedia que jamás se haya filmado. Nada más... y nada menos.