
Ante todo cuidado con este libro. No se trata de un libro sobre Alex de la Iglesia, tampoco es un libro acerca del frikismo exacerbado en el mundo del cine, se trata, nada menos, que de un largo ensayo sobre el postmodernismo en el que se repasan sus orígenes y las claves que lo definen. Alex de la Iglesia sólo hace el papel de ejemplo viviente de las tesis sostenidas por el autor, y el recorrido por su filmografía se limita a ilustrar las palabras de Jordi Sánchez Navarro, en modo alguno se profundiza en su obra y motivaciones (para ello el propio Sánchez Navarro recomienda otras lecturas) ni se analiza su obra más que de forma superficial y en los aspectos que interesa al autor para reforzar sus propios argumentos.
Además, el lenguaje utilizado es denso, técnico hasta la extenuación, no es un libro que esté al alcance de cualquiera y su orientación es claramente hacia teóricos y estudiosos del cine, ojo, no cinéfilos, hay que tener un conocimiento muy profundo de la jerga académica utilizada por el autor o de lo contrario el texto resulta oscuro y difícil de seguir, tanto es así, que algunos fragmentos son absolutamente ridículos si se los quiere interpretar de una forma literal. Baste este ejemplo, una cita de Félix de Azua:
El posmoderno es un movimiento artístico típicamente moderno, caracterizado por su exasperación ante la lentitud de acabamiento de la era moderna. Con una cierta candidez, los teóricos posmodernos dan por concluida la modernidad de lo moderno, Los artistas posmodernos también simulan que ha terminado lo moderno, pero se consideran muy modernos, de hecho, más modernos que los modernos, porque los posmodernos, como su nombre indica, han llegado después y son más novedosos [... ].
Confieso que este párrafo me provocó una gran carcajada, no obstante, su sentido tiene, no es lo mismo la modernidad, el modernismo y lo moderno, por no hablar de la Edad Moderna, que en el caso que nos ocupa tiene muy poco que ver.
El resto del libro se mueve en parámetros similares, lo que convierte su lectura en un ejercicio bastante penoso para el lector no avisado. Obviamente, como mis conocimientos sobre el tema son bastante escasos no puedo juzgar si lo expuesto por Sánchez Navarro está lleno de sensatez y buen sentido o son solo elucubraciones sin demasiado fundamento. Abusa, desde mi punto de vista, del principio de autoridad, la mayor parte de sus argumentos los apoya en citas de otros autores, aunque este es un hecho que no esconde y el mismo hace notar definiéndolo como propio de la postmodernidad, es decir, de las infinitas influencias expuestas sin pudor y con descaro, de la mezcla, del pastiche.
Como conclusión, se puede entender que todo esto no pasa de ser un esfuerzo titánico de los teóricos de la estética por comprender el mundo en el que viven que realmente un movimiento con líderes, manifiestos, señas comunes y metas definidas. El propio Sánchez Navarro deja caer que el postmodernismo es más el nombre que se le ha dado a una época, en la que todo vale, que una clasificación clara y definida, denominación que por otro lado pone nervioso a más de un teórico que propone otras formas de llamar a esto que vivimos, no tengo ya muy claro de si por necesidad real o en un intento de que su propio nombre transcienda como descubridor, o definidor, o como se le quiera llamar, de un momento de la historia.
La época actual es la de el cuestionamiento radical del concepto clásico de arte, y es más, del cuestionamiento de esa nueva concepción que produce obras de un autismo desalentador, pero también es la época en la que el hiperrealismo pictórico gana una batalla tras otra en las preferencias del público. Es la época de la multiculturalidad, de las músicas de ida y vuelta, la publicidad convertida en lenguaje cinematográfico, y la vuelta de las guerras simbólicas y los sacrificios humanos estilizados en el marco de las masificadas competiciones deportivas. Como dice Sánchez Navarro, vivimos en el postmodernismo y no podemos hacer nada para dejar de ser postmodernos porque al fin y al cabo, como todo vale, cualquier cosa es arte, y hay arte para todos los gustos y bolsillos.
Dissidenten son muy postmodernos, Alex de la Iglesia es muy postmoderno, Tarantino es muy postmoderno, pero nunca lo llegarán a ser tanto como la maruja que, sin pudor, en chandal y tacones de aguja, pasea sus rulos por la calle camino de la panadería.
El contenido de este texto puede ser total o parcialmente reproducido sin autorización explícita y previa del autor y bajo cualquier medio de comunicación siempre que se den las siguientes condiciones:
- Debe incluirse la totalidad de este pie de página.
- No puede modificarse, con la excepción de correcciones ortográficas, tipográficas o de traducción a otro idioma, y nunca excepcionando las correcciones de estilo, contextuales o gramaticales, de las cuales se hace responsable el propio autor en el texto original.
- El autor no renuncia a sus derechos de propiedad intelectual legalmente constituidos y se reserva la posible reclamación oportuna siempre que el medio en que se reproduzca reporte beneficios económicos de cualquier tipo.
Publicado originalmente el 25 de febrero de 2007 en www.ciencia-ficcion.com