
Resulta curioso comprobar lo que el bombardeo al que nos vemos sometidos por los medios de comunicación ha llegado a encallecer nuestra sensibilidad hasta dejarla convertida, en más ocasiones de las deseables, en una esponja de grandes agujeros que en vez de retener, expulsa de si todo aquello que alcanza los límites del horror.
Hace ciento cincuenta años las cosas no eran así; la vida era más dura, desde luego, enfermedades y miserias eran moneda común entre los habitantes de las grandes ciudades y los campos devastados por la guerra. Sin embargo, y pese a vivirlo en ocasiones demasiado de cerca, la brutalidad no estaba considerada como un hecho cotidiano, las noticias de asesinatos y atrocidades llegaban de cuando en cuando y en forma de rumor escalofriante, y cuando el suceso era cercano despertaba la curiosidad y la expectación del vecindario, no como hoy día, cuando las imágenes de la televisión se han convertido en la auténtica realidad, tenida por más fiable incluso de lo que ven nuestros ojos.
La literatura de aquel tiempo era fiel reflejo de ese estado de cosas, los horrores que se relataban apenas inquietan hoy en día, y algunos de los gestos descritos resultan incluso difíciles de comprender.
Este volumen presenta siete relatos de autores franceses del siglo XIX, Dumas y Balzac los más conocidos, que recrean toda una serie de momentos escalofriantes y situaciones de una negrura turbadora. Mención especial requiere el relato FRANÇOIS PICAUD, de Alejandro Dumas. En él se pueden ver las líneas maestras de EL CONDE DE MONTECRISTO; encarcelación injusta, vuelta de incognito, y venganza de los causantes de la desgracia.
El resto de los relatos, desde el dramático EL VERDUGO, de Balzac, hasta el lúgubremente humorístico EL CRIMEN PERFECTO, de Jean Richepin, son un buen ejemplo de otra forma de entender el horror en otra época... aunque eso no significa que hayan perdido su capacidad de inquietar...
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Publicado originalmente el 16 de febrero de 2003 en www.ciencia-ficcion.com