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Robert Bloch
(1917-1994)

Tiempo estimado de lectura: 6 min 14 seg

Biografía

Robert Bloch

Robert Bloch (Chicago, EE. UU., 1917 - Los Ángeles, EE. UU., 1994)

Una mujer desnuda bajo la ducha. Una sombra tras las cortinas. Un cuchillo. El grito. El cuchillo baja una y otra vez... La sangre se escurre lentamente por el desagüe.

Nadie olvida la célebre secuencia de PSICOSIS, en la que la aparente protagonista es asesinada a los pocos minutos por un travestido Norman Bates. La perdurabilidad de la película de Hitchcock ha llegado a convertirse en una losa sobre el autor de la novela original, Robert Bloch, creador de una obra mucho más amplia y que, desde su estreno, ha visto impuesta en sus portadas la cansina coletilla de por el autor de PSICOSIS, aunque no fuera esta historia de ningún modo el inicio de su carrera como escritor, ni siquiera la primera vez en que se ocupaba de la figura del asesino enfermo (algunos malintencionados cuestionarán la celebridad de Bloch recordando el conocido principio cinematográfico según el cual raramente una gran novela consigue una traducción afortunada a la pantalla, mientras son multitud las buenas películas basadas en novelas vulgares).

Robert Bloch, nacido en Chicago el 5 de abril de 1917, publicó su primer relato, LILIES, en 1934 en la revista amateur Marvel Tales, y su primera venta profesional fue ese mismo año para Weird Tales, con THE SECRET IN THE TOMB, aunque aparecería impresa en primer lugar una historia posterior, THE FEAST IN THE ABBEY. El joven Bloch era un entusiasta atraído por los temas fantásticos desde que, a la edad de nueve años, contemplara a Lon Chaney interpretar la versión muda de PHANTOM OF THE OPERA. Este feliz descubrimiento se vería reforzado pronto con la lectura de Edgar Allan Poe y la revista Weird Tales, en especial de las poderosas fantasías de H. P. Lovecraft, con el que empezó a cartearse siendo todavía un adolescente.

Era inevitable que el novel escritor resultara deslumbrado por el maestro y muy pronto fue absorbido en el llamado Círculo de Lovecraft. A la manera de August Derleth, Clark Ashton Smith y Frank Belknap Long, contribuyó a los Mitos de Cthulhu con un nuevo libro maldito, DE VERMIS MYSTERIIS, de Ludvig Prinn, y narraciones como THE FACELESS GOD (1936), THE DARK DEMON (1936) o la tardía e interesante (por su redacción como diario infantil) NOTEBOOK FOUND IN A DESERD HOUSE (1951). De cualquier forma, sus relatos más recordados del ciclo son, hoy en día, los que protagonizaron un curioso juego literario con el mismo Lovecraft.

En 1935 Robert Bloch publicó en Weird Tales THE SHAMBLER FROM THE STARS, donde un místico de Providence, fácilmente identificable como Lovecraft, tiene un horrible final tras recitar imprudentemente un pasaje de DE VERMIS MYSTERIIS. Antes de ofrecer el relato a la revista, Bloch había tomado la precaución de solicitar el permiso de Lovecraft para matarle, a lo que éste accedió con muy pocos reparos, incluso por escrito:

A quien corresponda:

Certifico que Robert Bloch (...) queda plenamente autorizado para retratar, matar, aniquilar, desintegrar, transfigurar, metamorfosear o bien maltratar al abajo firmante en el cuento titulado THE SHAMBLER FROM THE STARS.

Pese a esta autorización, Lovecraft no dudó en replicar a Bloch haciéndole, a su vez, víctima de otra criatura sobrenatural, bajo la trasparente identidad del escritor de relatos de terror Robert Blake. Eso sucedía en THE HAUNTER OF THE DARK, publicado por Weird Tales en diciembre de 1936. Ya muerto el maestro, y como homenaje, Robert Bloch cerró este intercambio de truculentas imaginaciones con el relato THE SHADOW FROM THE STEEPLE (1950). En esta ocasión Lovecraft ya aparece como tal, imbricado en la narración como amigo del fallecido Robert Blake y cronista de su muerte.

Tras la desaparición o abandono de sus autores más carismáticos (H.P. Lovecraft, Robert E. Howard y Clark Ashton Smith), Weird Tales entró en una lenta pero imparable decadencia y Bloch empezó a explorar otros géneros y mercados. Ya en 1936 había escrito sus primeros guiones radiofónicos para los cómicos Roy Atwel y la pareja Stoopnagle y Budd. Más tarde, en 1944, adaptó treinta y nueve de sus historias para el programa Stay Tuned for Terror. También, como Kuttner, Long o Bradbury, que empezaron a escribir profesionalmente con relatos macabros para Weird Tales, se sintió tentado de probar el joven y vital género de la ciencia-ficción; pero, al contrario que alguno de los citados, no le llevaría a abandonar su primer amor, la literatura de terror, que siempre mantendría el protagonismo dentro de su producción.

Su primer relato de ciencia-ficción fue SECRET OF THE OBSERVATORY, aparecido en Amazing Stories en el número de agosto de 1938. A éste le seguirían muchos otros, notables en ocasiones, como son IT HAPPENED TOMORROW (1943), AL­MOST HUMAN (1943), THE PAST MASTER (1955) o THE LEARNING MAZE (1974). La ciencia-ficción de Robert Bloch entraría en la vertiente más soft del género, en parte debido a la escasa formación científica de Bloch, en parte por ser mayor su interés por la exploración psicológica de los personajes que por la especulación. Curiosamente, pese a ser un escritor relacionado muy tangencialmente con la ciencia-ficción, Robert Bloch recibiría uno de los primeros premios Hugo, el correspondiente a relato en 1959, por THAT HELL-BOUND TRAIN, eso sí, por una fantasía.

El salto de las páginas de las revistas pulp a los libros se produjo en 1945, con THE OPENER OF THE WAY, una antología de relatos de Arkham House, la editorial que August Derleth y Donald Wandrei crearon inicialmente para publicar la obra de Lovecraft. Su primera novela llegaría dos años más tarde, pero su argumento andaría lejos de las fantasías sobrenaturales de su época en Weird Tales, y no sólo en su tema, sino también en su estilo, lacónico y moderno frente al anterior amaneramiento lovecraftiano. THE SCARF (1947) trata sobre las andanzas de un estrangulador psicópata, narradas (insólitamente) en primera persona, con un asesino atormentado al que no le faltan paralelismos con el futuro Norman Bates.

Años tardaría en volver a publicar una novela, pero cuando lo hizo en 1954 no ofrecería una sólo, sino tres. La primera, SPIDERWEB, es una historia de misterio no muy afortunada, en la que se nos narra cómo un actor se convierte en títere de un inteligente y maquiavélico villano, el profesor Hermann; las otras dos, KIDDNAPER y THE WILL TO KILL, recobran al asesino psicópata como personaje central, prólogos a lo que sería la posterior y más conocida PSYCHO (1959).

No es necesario mencionar el argumento de PSYCHO (incorrectamente traducida como PSICOSIS en España), que todo el mundo recuerda. Para él, Robert Bloch se inspiró muy libremente en la historia real de uno de los más terribles asesinos en serie de este siglo, Ed Gein, el caníbal de Wisconsin, que también serviría de base para la truculenta película La matanza de Texas. Hintchcock, que llevó la obra a la pantalla en 1960, jamás dedicó a la novela original comentarios demasiado favorables, asegurando que lo único que le había atraído de ella era la escena del asesinato en la ducha y tachándola de vergonzosamente trucada. Lo cierto es que Bloch no es muy honrado con el lector y no escribe con la necesaria ambigüedad para resultar verosímil que Norman y su madre sean una sola persona; aunque argumentalmente la película sigue con bastante fidelidad la historia, tal y como fue imaginada por su autor, y muchos de sus méritos hay que atribuirlos por igual a la soberbia imaginación visual de Hitchcock y a la inventiva de Robert Bloch, a pesar de que el primero intentara acaparar toda la gloria, tal y como manifestó en su entrevista a Truffaut: En PSICOSIS el argumento me importa poco, los personajes, lo mismo; lo que importa es la fusión de las secuencias, la fotografía, la banda sonora y todo lo que, siendo puramente técnico, puede hacer gritar al público. Al público no le intriga el mensaje, ni le conmueve una gran interpretación. Lo que le emociona es el cine puro.

Sea como fuere, a raíz del tremendo éxito comercial de la película los productores se sintieron atraídos por el trabajo de Bloch, hasta ese momento un simple autor de novelas de misterio como otros cientos, y que sólo recientemente se había trasladado a Hollywood para trabajar como guionista de televisión. La década de los 60 la dedicará, por tanto, a escribir casi en exclusiva para la pantalla, empezando por un remake de EL GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI, para la 20th Century Fox, y llegando, incluso, a la hoy serie de culto Star Trek (para la curiosidad de los trekkies, Robert Bloch es el autor de los episodios WHAT ARE LITTLE GIRLS MADE OF? (1966), CATSPAW (1967), WOLF IN THE FOLD (1967)), además de un buen número de películas producidas por Amicus (la rival británica de la Hammer) en las que se adaptaron algunos de sus relatos, como son THE DEADLY BEES (1966), TORTURE GARDEN (1967), THE HOUSE THAT DRIPPED BLOOD (1970) o ASYLUM (1972).

Los cuentos de Bloch, breves y con final sorpresa, resultaban ideales para las películas de episodios típicas de Amicus y algunas excelentes series de televisión con las que colaboró en esos años, como Night Gallery o Alfred Hitchcock. Sin embargo, ese estilo de terror pasó de moda en los setenta, cuando películas como THE EXORCIST (1973) o THE OMEN (1976) y las novelas de Stephen King revitalizaron un género aletargado durante mucho tiempo, modernizándolo. Robert Bloch vio como su, hasta entonces, apretada agenda se aligeraba y casi no se le encargaban guiones, salvo para unos pocos telefilmes. Volvió a la literatura impresa, a la que se había dedicado muy esporádicamente en los años anteriores y sólo con historias breves para revistas, aunque nunca dejaron de publicarse sus libros, generalmente antologías con material antiguo. Sin abandonar su marca de fábrica, el psicópata, intentó aportar algo nuevo en su producción escribiendo en 1974 AMERICAN GOTHIC. Contra lo usual en él, acostumbrado a situar sus historias en ambientes contemporáneos, en esta obra la acción transcurre en 1893 y su argumento se acerca más a las historias de suspense gótico estilo Victoria Holt, con damas en apuros y mansiones lóbregas, que a la novela de terror de moda en esos momentos (CARRIE, de Stephen King, se publicaría ese mismo año).

Pese a su empeño en continuar escribiendo, el tiempo de Robert Bloch había pasado. En los años 80 se hace patente la decadencia de su narrativa, que pierde frescura en la búsqueda de un éxito comercial que no llega. Ejemplos serían su patética novelización de la película THE TWILIGHT ZONE (1982); PSICOSIS II, con la que Bloch pretendía adelantarse al proyecto hollywoodiense de filmar una secuela de la película, aunque al final los productores la realizaron sin tomar en consideración esta novela a la hora de escribir el guión; THE NIGHT OF THE RIPPER (1984), nueva incursión en el personaje de Jack el Destripador, desafortunada por su forzada e inverosímil conclusión, y más comparando con los buenos resultados que el famoso asesino le había reportado en relatos como YOUR´S TRULY, JACK THE RIPPER o A TOY FOR JULIETTE (incluida en las DANGEROUS VISIONS (1967), de Harlan Ellison, lo cual no deja de resultar curioso tratándose de una antología pretendidamente joven y revolucionaria, y siendo Robert Bloch una escritor de la vieja guardia); o THE JEKYLL LEGACY (1990), la pretenciosa intención de continuar una novela redonda e intachable como THE STRANGE CASE OF DR JEKYLL AND MR HYDE (1886), de Robert Louis Stevenson, en la colaboración con Andre Norton.

De todos los pastiches escritos en el último tramo de su carrera, el que a mí, por mis gustos personales, me resulta más simpático es STRANGE EONS (1978), un retorno al universo de Lovecraft lleno de guiños para el conocedor de su obra, y en cuyo último capítulo se nos muestra el tan postergado retorno de un Cthulhu triunfante a la Tierra. No es, sin embargo, el último libro lovecraftiano de Robert Bloch. En 1981 Zebra publica MYSTERIES OF THE WORM, colección completa de los relatos de los Mitos de Cthulhuescritos por Robert Bloch durante toda su carrera, bastante más recomendables que los de otros epígonos, como August Derleth.

Robert Bloch murió de cáncer en 1994, tras permitirse un último rasgo de humor, él que siempre lo tuvo tan negro: escribir un artículo para la revista Omni donde, como quien avisa a los amigos de su boda, anunciaba con absoluta naturalidad el paso que la naturaleza iba a obligarle a dar en breve.

Injustamente, creo, su fallecimiento apenas suscitó comentarios entre los aficionados a la literatura fantástica (al menos en España) y hoy es un autor con muy pocos lectores. Para justificarlo debemos reconocer que la obra de Robert Bloch tiene sus debilidades, por lo que no se le valora todo lo que su larga carrera merecería. Por un lado sus relatos cortos recurren con demasiada insistencia al truco del impacto final, pareciendo chistes alargados, mientras que sus novelas se han decantado más hacia el thriller policiaco. También ha influido que se concentrara durante muchos años en el mundo del guión radiofónico, televisivo y cinematográfico, siendo su producción impresa bastante irregular, mezclándose lo excelente con la más soberana tontería. Pero Bloch es historia y merece que le reservemos un rincón en nuestra memoria, aunque sea sólo por ese magnífico regalo para nuestra pesadillas que es el atormentado Norman Bates y ese escalofrío que todos hemos sentido alguna vez cuando, mientras nos duchamos, imaginamos ver una sombra tras las cortinas.

© Armando Boix,
(2.247 palabras) Créditos
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