
El pasado jueves 24, como muchos sabréis, la UAI votó y aprobó una definición de planeta en la que Plutón queda excluido como tal, pasando a ser un planeta enano. Los medios se ha hecho eco de la noticia, con mayor o menor fortuna. Así, en algunos casos, se ha hecho referencia a su tamaño o a su peculiar órbita como motivos de esta degradación, que si bien ha influido para considerar que Plutón no es un planeta, la nueva definición no se basa ni en el tamaño ni en la órbita. En otros casos, se ha tomado la noticia con cierto humor innecesario. Aunque sin duda la que se lleva la palma es la aparecida en Terra, sobre unos budistas rusos que dicen que ellos nunca habían considerado a Plutón como un planeta (gracias Miguel, por comentarlo) Publicar en la sección de ciencia una noticia sobre astrología, y en la que además se cita la frase del portavoz de estos budistas los científicos contemporáneos hacen descubrimientos muchos siglos después que nosotros, como si la astrología fuera una ciencia superior a la astronomía moderna (de hecho, no es ciencia) es ridículo. No se ha descubierto nada nuevo. Simplemente se ha dado una nueva definición de planeta, o más bien, una definición formal, ya que antes no existía realmente.
¿Y por qué todo esto? Para entenderlo hay que remontarse varios siglos (incluso milenios) atrás. Los antiguos griegos, al observar el cielo nocturno, se dieron cuenta de que las estrellas conservaban la misma disposición noche tras noche, si bien todas giraban alrededor de un punto en la misma noche, y a lo largo del año. Además, había otras cuya posición cambiana noche tras noche con respecto a esa bóveda de estrellas fijas, y las llamaron planetes, que en griego significa errante. Entonces sólo se conocían Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. En los modelos griegos, las estrellas fijas formaban una esfera que rodeaba nuestro sistema solar, y los planetas eran simplemente estrellas más cercanas.
Con el tiempo, los astrónomos fueron descubriendo la verdadera naturaleza de los planetas y del Sistema Solar. Las Leyes de Kepler y la Ley de Gravitación de Newton permitieron establecer las relaciones entre las distancias de los distintos planetas. Allá por la segunda mitad del siglo XVIII, se formuló la Ley de Titius-Bode, que establecía una sencilla fórmula matemática que relacionaba el número de orden de un planeta con su distancia. Según esta fórmula, tenía que existir un planeta entre Marte y Júpiter aún por descubrir. Hay que decir que actualmente no se conoce ninguna explicación teórica para esta ley totalmente empírica, por lo que se desconoce si se trata simplemente de una curiosa casualidad, o hay realmente algún principio físico detrás de ella.
En 1781, sir William Herschel, descubrió un nuevo planeta, si bien ya había sido observado con anterioridad y confundido con una estrella. Recibió varios nombres, como Georgium Sidus (la estrella de Jorge, en honor a Jorge III) o Herschel, pero el que se impuso finalmente fue Urano, dios primordial del cielo en la mitología griega, padre de Cronos (Saturno para los romanos) que a su vez era padre de Zeus (Júpiter para los romanos) La distancia de este nuevo planeta se perfectamente a la Ley de Titius-Bode.
En 1801 se descubrió Ceres, al que su descubridor clasificó como cometa. Sin embargo, su órbita se encontraba entre la de Marte y Júpiter, en el hueco predicho por la Ley de Titius-Bode, así que los astrónomos concluyeron que se trataba de un planeta. Poco después, en 1802 se descubrió Palas, en 1804 Juno, y en 1807 Vesta. Estos cuatro asteroides (bueno, ahora Ceres es un planeta menor) se consideraron planetas durante varios años, hasta que los posteriores descubrimientos de muchos más objetos en órbitas similares, hicieron replantearse a los astrónomos su clasificación. Fue precisamente sir William Herschel, el descubridor de Urano, el que acuñó el término asteroide (parecido a una estrella) ya que al ser objetos tan pequeños, no se podía apreciar ningún disco, y se veían como puntos, igual que las estrellas.
Volvamos con Urano. Su movimiento no era exactamente el predicho por la ley de gravitación de Newton. Así que, o bien Newton estaba equivocado, o bien las mediciones no eran correctas, o bien había otro planeta por ahí, aún sin descubrir, cuya gravedad perturbaba la órbita de Urano. Así, los astrónomos Adams y Le Verrier calcularon (y de forma independiente) dónde debería estar ese planeta, y en 1846 fue descubierto a menos de un grado de dicha posición (confirmando la ley de gravitación de Newton) Estamos hablando de Neptuno
Neptuno también presentaba discrepancias entre su órbita calculada y observada, por lo que se dedujo nuevamente que había un planeta más. En 1930 se descubrió Plutón y se le consideró como el noveno planeta. Ya entonces se detectó que Plutón era un planeta muy peculiar, ya que su órbita era muy excéntrica comparada con la de los demás planetas. De hecho, su excentricidad es tal que llega a estar más cerca del Sol que Neptuno, durante una parte de su recorrido. Además, su plano orbital está bastante inclinado con respecto a la eclíptica. Sin embargo era un objeto grande y redondo, mayor que cualquier asteroide conocido.
Por esa época, se hicieron las primeras conjeturas de la existencia de una región más allá de Neptuno, donde habría numerosos objetos, restos de la formación del Sistema Solar, y que podrían ser el origen de algunos cometas. Hubo que esperar algunas décadas hasta que se confirmara su existencia, y se bautizara como Cinturón de Kuiper (en honor a Gerard Kuiper) Esta región se encuentra a una distancia del Sol, de entre 30 y 50 UA, por lo que la órbita de Plutón la atraviesa. Durante ese tiempo, diversas observaciones y cálculos, fueron reduciendo el tamaño de Plutón, hasta llegar a la estimación actual de 2.302 km de diámetro. No es gran cosa, menos que nuestra Luna, pero más del doble de Ceres, que es el mayor cuerpo del Cinturón de Asteroides
Su pequeño tamaño, y su órbita, tan excéntrica, inclinada, y que cruzaba el Cinturón de Kuiper, dieron que pensar a los astrónomos, que dudaban entre reclasificarlo como un simple objeto transneptuniano, o seguir manteniendo su estátus de planeta, ya que después de todo era más grande que el resto de objetos de ese tipo descubiertos, y había cierta inercia histórica.
Pero el anuncio en 2005 del descubrimiento de 2003 UB313 (que como su nombre indica, fue descubierto en realidad en 2003, como ya comenté hace tiempo) con un tamaño estimado superior al de Plutón, hizo precipitarse los acontecimientos. Si Plutón era un planeta, entonces 2003 UB313 (llamado Xena, de forma extraoficial) también debía serlo. Y si no lo era, pues Plutón tampoco. Este descubrimiento puso de manifiesto que realmente no existía una definición formal y no ambigua de planeta.
Y como la astronomía es una ciencia, hay que formalizar la definición de algo tan básico como un planeta. La resolución del pasado jueves 24, define tres categorías.
Un planeta es un cuerpo celeste que (a) está en órbita alrededor del Sol, (b) tiene suficiente masa para que su propia gravedad supere las fuerzas de cuerpo rígido de manera que adquiera una equilibrio hidrostático (forma casi esférica) y (c) ha limpiado la vecindad de su órbita.
Un planeta enano es un cuerpo celeste que (a) está en órbita alrededor del Sol, (b) tiene suficiente masa para que su propia gravedad supere las fuerzas de cuerpo rígido de manera que adquiera un equilibrio hidrostático (forma casi esférica) (c) no ha limpiado la vecindad de su órbita y (d) no es un satélite
Todos los otros objetos que orbitan al Sol se deben denominar colectivamente Cuerpos Pequeños del Sistema Solar.
Fijáos que en la definición no se habla para nada del tamaño del objeto o de la distancia al Sol o de la excentricidad o inclinación de su órbita. Esto hubiera obligado a fijar límites arbitrarios. El punto importante, que diferencia a un planeta de un planeta enano es el haber despejado la vecindad de su órbita o no. Así, aunque Plutón y Ceres son redondos, en las inmediaciones de su órbita hay otros cuerpos (objetos transneptúnicos en el caso de Plutón, y asteroides en el de Ceres)
Sin embargo, esta nueva definición no está exenta de polémica, ya que hay dos puntos que dan lugar a la interpretación. Uno es del de la forma casi esférica. ¿Cuánto es casi? ¿Qué ocurrirá si se descubre un objeto que esté en el límite de redondez? Otro es el de vecindad, ya que ¿hasta dónde se considera la vecindad? La órbita de Júpiter no está despejada, ya que en ella se encuentran dos grupos de asteroides troyanos, y parece evidente que su estátus de planeta queda fuera de toda duda.
Pero resumiendo, la nueva definición de planeta no hace alusión a su tamaño, por lo que, aunque lleva tiempo debatiéndose su estátus por esta causa, Plutón no ha sido degradado por ser pequeño, como se afirma en algunos medios, sino por atravesar una zona poblada de objetos como es el Cinturón de Kuiper.
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- Operación Threshold: ADN de triple hélice, 31 de agosto de 2006