
Aparato propio de la parafernalia de la ciencia-ficción que permite transportar materia de un lugar a otro. La ciencia no conoce hoy en día ninguna manera de fabricar un teletransportador, y de hecho casi todos los físicos coinciden en que el desarrollo de un aparato tal es completamente imposible. Básicamente, el concepto de teletransporte (a veces también llamado teleportación) consiste en analizar y codificar el objeto que va a ser teletransportado, para que un aparato similar decodifique y reconstruya el objeto en el punto de destino. La cantidad de información que debería ser transmitida de esta forma es increíble: considérese únicamente el número de átomos que entran en unos pocos milímetros de cualquier sustancia, y piénsese en codificar el tipo y posición de los átomos. Algunos físicos especulan además conque sería necesario codificar también la estructura subatómica, lo que implicaría todavía más información para cosas como la carga eléctrica, el momento angular, el espín y cosas similares. Los cálculos más optimistas y con una tasa de transmisión gigantesca, dan tiempos mayores que la edad del Sistema Solar para objetos simples. Al enorme volumen de datos considerado se añaden además problemas como los errores en el proceso de codificación/descodificación.
Como siempre, esto no preocupa en absoluto (o al menos, no demasiado) a los escritores del género, que han escrito gran cantidad de obras con teletransportadores de todo tipo. El caso más conocido de teletransporte es sin duda el de Star Trek. Los guionistas de la serie han intentado dar al invento un aire de verosimilitud, algo que es parte fundamental de cualquier obra de ciencia-ficción que se precie, y así hablan de cosas como los compensadores de Heisenberg, dedicados precisamente a evitar los problemas derivados del principio de incertidumbre que harían imposible la codificación subatómica. Lamentablemente el teletransporte de Star Trek tiene cosas curiosas. Por ejemplo, es capaz de transmitir un objeto sin que haya un receptor en el punto de destino. El teletransporte ha dado a los guionistas de Star Trek un gran número de ideas.
Larry Niven ha propuesto en sus obras del Espacio Conocido un teletransportador mucho más plausible, y ha llegado a escribir incluso un artículo titulado TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA TELEPORTACIÓN. El teletransporte de Niven consiste en una serie de cabinas cerradas que un usuario puede usar como de si de teléfonos públicos se tratase para marcar una combinación y llegar a su destino. En MUNDO ANILLO Niven lleva la idea un paso más allá para proponer teletransportadores abiertos en forma de disco que conectan multitud de puntos del mundo natal de los Titerotes. Un caso similar es el masitransporte de Kevin O´Donnell, Jr. en ORA:CLE. Las cabinas de masitransporte de O´Donnell hacen posible una sociedad como la descrita en la novela, donde la población está confinada en sus hogares mientras el mundo se transforma en un jardín para recuperarse del efecto invernadero. Como novedad, el masitransporte no permite transportar objetos vivos; sólo materia inanimada.
Otro caso muy conocido de teletransporte es la novela EL LABERINTO DE LA LUNA, de Algis Budrys. El sistema de teletransporte ideado por Budrys es usado para vencer paso a paso (y muerte a muerte) un laberinto letal situado en nuestro satélite. El explorador protagonista es duplicado en un laboratorio mediante un sistema de teletransporte, que envía la copia a la Luna; ambas copias permanecen en contacto telepático hasta que una de ellas muere, momento en que una nueva copia es teletransportada al laberinto. La idea de Budrys sería obviamente imposible sin dicho contacto telepático: el pobre duplicado moriría constantemente en el mismo lugar al no poder aprender de los errores anteriores. Budrys introduce también un concepto que va habitualmente asociado al del teletransportador: la duplicación de materia. Ya que se dispone de un sistema capaz de analizar un objeto, ¿por qué no usar la información para construir una copia del mismo objeto?
Los posibles errores en el proceso de teleportación también han dado al género una de sus obras más conocidas: LA MOSCA, un relato de George Langelaan trasladado posteriormente al cine en dos ocasiones. En el relato, un científico que experimenta con un sistema de teletransporte ve mezclado por error su cuerpo con el de una mosca que se introduce en el aparato.
Dentro de la ciencia-ficción española cabe reseñar la máquina karendóndescrita por Pascual Enguídanos en la segunda parte de La Saga de los Aznar. En realidad la karendón es, más que un teletransportador, un transmutador de materia en energía y viceversa, siendo la teletransportación tan sólo uno de sus posibles usos.