Tecnológicamente mucho más avanzada que el reconocimiento de voz, esta técnica aprovecha la gran capacidad que tiene cerebro humano de filtrar el significado de los sonidos que le llegan, para imitar el habla humana con la garantía de que serán comprendidos sin excesivos problemas.
Desde tiempos muy tempranos de la microinformática (1982) ya existían sistemas comerciales capaces de hablar ya fuera mediante sintetizadores especializados o por medio de programas no excesivamente complejos. Tanto entonces como ahora, las voces conseguidas son fácilmente identificables como sintéticas, y aunque su uso es de una enorme utilidad para ciegos o en entornos de trabajo en los que no es posible prestar una atención continuada a los ordenadores, todavía queda mucho para conseguir que un ordenador hable con la agradable voz del HAL de 2001 o los robots sean capaces de matizar sus palabras con la sutil prudencia de C3PO.