
1.- Zoología. Se conoce con el nombre de simios, o monos, al grupo de mamíferos primates más evolucionados (el otro es el de los lemúridos) del cual forma parte la especie humana. Los simios se subdividen a su vez en dos grupos, los platirrinos o monos americanos, caracterizados por tener cola prensil, y los catarrinos, o monos asiáticos y africanos, que poseen cola no prensil o bien carecen de ella.
Los catarrinos se subdividen a su vez en tres grupos: cercopitecos (papiones, babuinos y macacos) antropoides (gorilas, chimpancés, bonobos o chimpancés enanos y orangutanes) y homínidos. La única especie actual de homínicos es el hombre, pero se conocen numerosas especies fósiles como el pitecántropo, el australopiteco o el hombre de Neandertal, todas ellas ya extinguidas.
2.- Ciencia-ficción. Puesto que los simios son los animales más cercanos al hombre, cabría esperar que la ciencia-ficción mostrara una profusión de los mismos; sin embargo, y pese a que efectivamente existen, su presencia no suele ser demasiado habitual.
Por lo general, la imagen más común de los simios dentro del género es la de monos cuya inteligencia ha evolucionado, de forma natural o artificial, acercando sus capacidades intelectuales a las del hombre. Éste sería el caso del conocido episodio de 2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO tanto en la novela de Arthur C. Clarke como en la película homónima de Stanley Kubrick, donde el famoso monolito interfiere en la evolución natural acelerando la transición de mono a hombre. Éste sería también el caso de los superchimpancés de CITA CON MEDUSA de Arthur C. Clarke o los chims de David Brin en la Trilogía de la Elevación (y secuelas posteriores) entre otros muchos, y dentro de este apartado entraría también CONGO (1995) una mediocre adaptación cinematográfica de Frank Marshall sobre la novela del mismo nombre de Michael Crichton, donde aparece una orangután a la cual se ha equipado con un aparato capaz de potenciar su capacidad cerebral.
Mención aparte merece, por su trascendencia dentro y fuera del género, EL PLANETA DE LOS SIMIOS originalmente una novela del escritor francés Pierre Boulle, donde se presenta una sociedad en la que los papeles están cambiados, con unos monos civilizados convertidos en especie dominante mientras los humanos están reducidos a la condición de meros animales al estilo del cuarto viaje de Gulliver, donde este escenario se representa con hombres y caballos. Esta obra alcanzó una gran difusión tras su conversión en película por Franklin J. Schaffner (1968) a la cual siguieron cuatro secuelas cada vez más endebles e incluso dos series de televisión. Por si fuera poco, en 2001 Tim Burton perpetró un discutido remake que nada nuevo aportó a la película original, siendo por el contrario muy inferior a ésta.
Un caso diferente, aunque también muy conocido, se plantea en la película KING KONG (1933) todo un clásico del cine basado en un relato de Edward Wallace. Aquí se nos presenta a un gigantesco gorila que, capturado en una remota isla perdida en mitad del océano Pacífico, es capaz de sembrar el pánico en Nueva York tras lograr escapar de su encierro. Quizá lo más remarcable de la película sea, además de unos efectos especiales modélicos para su época, la trasposición a la misma, de forma sumamente original, del mito de la Bella y la Bestia, con un monstruoso simio enamorado incongruentemente de la protagonista de turno. El éxito de la película motivó que ese mismo año se lanzara la mediocre secuela EL HIJO DE KONG, para la que se aprovechó parte del metraje sobrante tras el montaje de la primera. Mucho más pretencioso fue el remake producido por Dino de Laurentiis en 1976, formalmente perfecto pero privado del encanto del original, eclipsado a su vez por un segundo remake dirigido en esta ocasión por Peter Jakson en 2005. Con el tiempo el inefable gorila se convertiría, con su nombre o camuflado con otros diferentes para evitar el pago de derechos de autor, en protagonista frecuente de películas de serie B e incluso de serie Z, la mayoría de ellas japonesas sin que falte alguna italiana o de cinematografías más exóticas, interviniendo en todo tipo de combates contra los más variados monstruos y sirviendo de inspiración para el cómic inglés MYTEK, obra de los británicos Tom Tully (guionista) y Eric Bradbury (dibujante) aunque en este caso no se trata de un ser vivo, sino de un robot de enorme tamaño cuya forma exterior recuerda a la del mítico antropoide. La contribución española al mito se reduce a la película VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA (Juan Piquer, 1977) una de tantas adaptaciones de la novela homónima de Julio Verne en la que en esta ocasión se añadió un gorila gigante a la tradicional fauna de dinosaurios y otros animales prehistóricos habitantes en el interior de nuestro planeta
Ya dentro del campo humorístico podemos reseñar, por último, el divertido relato de Isaac Asimov EL DEDO DEL MONO donde unos experimentadores intentan conseguir que unos chimpancés escriban, a puro golpe estadístico, una obra de Shakespeare. Al fin y al cabo, opina socarronamente el autor, siempre que intervenga el azar es cuestión tan sólo de esperar suficiente tiempo.