
Elemento químico, afín al carbono. Es uno de los más frecuentes en la Tierra, ya que entra en la composición de numerosos minerales tales como el cuarzo o los silicatos. En estado puro su uso es fundamental en la electrónica y la informática, ya que su condición de semiconductor le convierte en el material idóneo para estos fines.
Al igual que el carbono, el silicio es capaz de formar cadenas moleculares, pero de forma mucho más restringida. Este hecho ha motivado que la literatura de ciencia-ficción haya especulado con la existencia de seres vivos con una bioquímica basada en el silicio en vez de en el carbono. Dada la gran relación entre el silicio y la mineralogía, la convención del género es que las formas de vida basadas en el silicio serían como rocas, resistentes pero muy lentas. La escritora Anne McCaffrey ha retratado esta convención bastante bien en dos de sus obras, EL PLANETA DE LOS DINOSAURIOS y LOS SUPERVIVIENTES. Los Theks de McCaffrey son literalmente rocas móviles, lentos en actuar, casi inmortales y de hábitos mineralógicos (por ejemplo, su alimentación se basa en digerir otras rocas, preferiblemente conteniendo elementos transuránidos). Los anglosajones no son los únicos que han abordado el tema. El español Pascual Enguídanos también lo ha hecho en su conocida Saga de los Aznar, aunque en esta ocasión, a diferencia de la anterior, los hombres de silicio unos extraños seres humanoides de aspecto cristalino muestran una insaciable apetencia por la carne humana... picos de la serie B, evidentemente.
También el cine de ciencia-ficción, y en especial el de serie B, ha recurrido en diversas ocasiones a los seres de silicio, como ocurre por ejemplo en la película THE MONOLITH MONSTERS (1957), donde unos alienígenas cuyo metabolismo está basado en este elemento químico aterrizan desde un meteorito destrozándolo todo a su paso, pues se dedican a ir masticando rocas (su alimento) mientras avanzan, amenazando a todas las poblaciones que se encuentran en su camino.
En la práctica, la posibilidad de existencia de seres de este tipo resulta muy remota, ya que la capacidad del silicio para formar cadenas moleculares es muy limitada, e insuficiente para que a partir de ella se pudiera desarrollar toda una bioquímica paralela a la nuestra. Por otro lado, de existir estos hipotéticos seres de silicio su metabolismo no podría estar basado en modo alguno ni en el oxígeno ni en el agua, puesto que al contrario de lo que ocurre con el carbono, su combinación con el oxígeno no es un gas (el anhídrido carbónico) sino un mineral, el cuarzo, por lo cual estos compuestos, imprescindibles para nuestra vida, serían para ellos unos venenos mortales de necesidad.