Postulada su existencia por Bart Bok en 1947, los glóbulos bautizados con su nombre son núcleos de polvo y gas interestelar cuyo colapso, provocado por la atracción gravitatoria, inicia la formación de nuevas estrellas. Aunque en un principio fueron una simple hipótesis, en los últimos años se ha acumulado una suficiente cantidad de evidencias que demuestra que, efectivamente, los glóbulos de Bok son los precursores de las estrellas.