Término peyorativo, alusivo a cierto tipo de gafas, propiamente de pasta, muy populares dentro de ciertos círculos culturales.
Los gafapastas, el gafapastismo, más que un grupo, resulta ser una corriente de pensamiento. El gafapasta no va a la moda, el gafapasta marca tendencia. Un gafapasta renegará siempre de la cultura más o menos establecida y alabará obras y autores poco o nada conocidos, que en cuanto adquieren la condición de populares, se habrán vuelto comerciales
y por tanto indignos de atención. Y vuelta a empezar. El gafapasta vive una continua huida hacia delante, lo que en la mayoría de los casos acaba por resultar tan ridículo como contradictorio, de ahí la utilización despectiva del término.
No cualquiera puede ser gafapasta. Hay que reconocerles una amplia base cultural y una buena capacidad comunicativa, necesaria para poder alabar con un amplio vocabulario su último descubrimiento, aunque éste carezca de contenido, sobre todo cuando carece de contenido o, de forma más habitual, sea más de lo mismo con otro envoltorio.
El gafapasta, además, tiene tendencia a un cierto malditismo y adoptar estudiadas poses existenciales. En los casos más graves sufren un cierto complejo de brahmanismo, asumen que sus gustos revisten la condición de canon, se autoerigen en los custodios de las esencias divinas y en los sumos sacerdotes de la cultura, siempre según sus particulares criterios.
Dentro del fandom español, y antes de que el término gafapasta se impusiera, se habló durante una breve temporada de los perillitas
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