
Espiral entra con esta novela en una nueva etapa en la que el color se hace dueño de las portadas y el resultado, con esta magnífica ilustración de Antoni Garcés, es francamente bueno, aunque en este apartado, portadas como la de REFLEJO EN EL AGUA ya era un ejemplo de buen gusto.
Y para inaugurar la nueva época nada menos que un par de relatos de uno de nuestros más ilustres autores; ángel Torres Quesada. No creo que me equivoque mucho si digo que es el único autor profesional que sigue en activo, y es que por desgracia, pocos autores profesionales hemos tenido en España. Mientras que las colecciones como Luchadores del Espacio o La Conquista del Espacio se mantuvieron vivas, los autores que participaban en ellas podían permitirse el lujo de dedicarse de una forma más intensiva a la escritura. Quizá sin poder dejar su trabajo fijo por la máquina de escribir, pero si como una forma de pluriempleo regular.
Así, con Pascual Enguídanos jubilado, muchos de los autores perdidos tras los inevitables seudónimos anglosajones que las editoriales les obligaban a adoptar, y otros más dedicado a otros menesteres, sólo Ángel Torres Quesada sigue publicando con regularidad ciencia-ficción, y una ciencia-ficción, como demostró con la Trilogía de las Islas, de una calidad más que respetable.
Este par de relatos que se publican en la colección Espiral son el resultado de una promesa que el autor hizo a J. J. Aroz en la HispaCon de 1994. Promesa cumplida sin prisas, pero con inmejorables resultados.
El que da título al volumen; UN PARAíSO LLAMADO ARA, da buena muestra del oficio de Ángel Torres Quesada. Lo cierto es que el inicio no puede ser más desesperanzador, torpe y forzado, me hizo pensar que se trataba de algún relatillo de ínfima calidad rescatado del olvido para salir del paso, pero a las pocas páginas esa impresión se desvaneció UN PARAISO LLAMADO ARA es un relato serio y muy sólido, en el que se especula de una manera bastante inquietante acerca de los manejos y conspiraciones gubernamentales.
En cierto modo me recordó un episodio de Expediente-X a escala cósmica en el que Norma Fowles, una periodista por otro lado nada original como personaje (dinámica, curiosa hasta la antipatía, etc.) se embarca en la investigación de un extraño suceso.
Ara es un planeta descubierto recientemente, el entusiasmo que provoca la constatación de que se trata de un planeta casi idéntico a la Tierra, hace que miles, millones de habitantes de nuestro planeta se embarquen en la colonización del mundo recién descubierto. Pero hay detalles que no encajan. Por lo pronto la selección de los colonos sigue criterios muy particulares, por decirlo de alguna forma, son individuos socialmente poco integrados, y eso sirve tanto para los delincuentes, marginados, fracasados y contestatarios molestos. Por otro lado, la rápida construcción de infraestructuras en Ara está provocando a partes iguales una contaminación incontrolada y desaforada del nuevo planeta y la existencia de obras públicas que se volverán inservibles mucho antes de que puedan ser útiles. Y por último, las naves de transporte siguen unas pautas de construcción ciertamente curiosas, cada nave parece ser la parte de un todo, y lo más extraño es que únicamente realizan un viaje; el de ida, siendo la flota construía de nuevo cada vez que se prepara una nueva partida de colonos.
Norma Fowles, se encargará de averiguar que es lo que ocurre, y cuando finalmente sepa el porque de todo esto, palidecerá de terror.
Un relato magistral de Ángel Torres Quesada, capaz de ofrecer un desenlace sorprendente y para nada previsible a estos acontecimientos.
El volumen lo completa CICLOS, una historia también de final, en la que la eterna rivalidad entre rusos y americanos tiene aquí una nueva lectura. En la base Tiempo Dilatado, la homóloga rusa del Area 51, los soviéticos mantuvieron con vida, y en unas condiciones ciertamente peculiares, a un extraterrestre durante cincuenta años. Las circunstancias actuales obligan a los rusos a pedir ayuda financiera a los americanos y estos, antes de pagar, quieren ver en lo que se va a invertir su dinero.
La llegada de los enviados de las USAF a Tiempo Dilatado, la base rusa, coincide con inquietantes revelaciones...
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Publicado originalmente el 25 de julio de 1999 en www.ciencia-ficcion.com