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Los Grandes Hermanos nos vigilan ya
por Ángel Torres Quesada

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Estrellas
Estrellas

En el ejemplar país de las libertades ha estallado el escándalo del año, de la década o del siglo, durante el segundo mandato del primer Presidente de raza negra, hecho que hace años han venido anunciando de manera solapada los medios de comunicación, la literatura, el cine y las series televisivas, preparando nuestras mentes para aceptar como lo más natural del mundo que ocurra, por lo que no me extrañaría que pronto se sentara en el Despacho Oval una dama. Si no, al tiempo. Por supuesto, no seré quien yo clame al cielo por tan fausta conquista, sino que me alegraré.

Mucha gente ignora que el título del programa televisivo Gran Hermano está inspirado en la novela 1984, de Orwell, aunque no su contenido, que nada tiene que ver con la trama de la novela escrita en 1948, cuando su autor se desencantó del ideario comunista y tomó otros derroteros, que reflejó de forma exquisita en REBELIÓN EN LA GRANJA, de la que a mediados de los cincuenta, o a principio de los sesenta, se hizo una peli de dibujos animados, que vi en un cine de verano una noche de calma chica. Yo aún no había leído el libro, pero entendí la intención del señor Orwell. Recuerdo que había muchos niños que esperaban divertirse. No disfrutaron de la peli, claro, porque era para mayores, muy cruel, harto violenta. Era tolerada para menores. A la Censura de la época se la metieron bien metida porque era de muñecos y tal vez no la visionaron previamente. O sí. Como era una crítica a los enemigos seculares del régimen de entonces en España, la autorizaron. Años después tuve la oportunidad de leer lo que Orwell escribió en plan metáfora, como una fábula. Su crítica era acertada, aguda y directa. En resumen, viene a decir que aun dictador suele sucederle otro dictador, sea del ideario que sea, Pero no voy a extenderme en este asunto, sino tratar de explicar otro, más moderno, que describe lo que nos espera.

Algunas profecías de autores de ciencia-ficción se están plasmando en la realidad, sobre todo las que pronostican que hemos emprendido la carrera hacia el desastre final, del que hay muchas versiones.

He leído y escuchado que nuestros mensajes electrónicos pueden ser examinados, que todo cuanto hagamos en nuestro ordenador es controlado, como nuestras llamadas telefónicas. Parte de este asunto ha sido destapado por un tal Bradley Manning, un joven militar que se enfrenta a un montón de años de cárcel por haberse ido de la lengua, que ahora dice sentirse mujer, y por el también famoso Edward Snowden, que ha sido acogido por Putin ante el cabreo de Obama. Según estos personajes, la trama del espionaje es más escandalosa de lo que imaginamos.

Los Estados Unidos, con su fama de albergar las mayores libertades del mundo, nos muestran un rostro muy distinto del que teníamos en mente. Según sus dirigentes, por exigencias del guión y para preservar las libertades hacen lo que hacen, que es barrer para dentro. Les expondré un caso de cinismo y, por tanto, de aviso a los navegantes, para que nos preparemos a lo que se nos viene encima.

La Casa Blanca decretó en los sesenta del siglo pasado el más duro embargo a un país, a Cuba. Si no me falla la memoria fue durante el mandato de Kennedy, antes o después de la crisis de los misiles, y no sólo aún dura, sino que ha adquirido fuerza.

Para hablar del ejemplo me remontaré al pasado, a dos décadas atrás. Llevo más de diez años participando en eBay, como vendedor, y esporádicamente como comprador. Si alguien desconoce esta web, le explico que es la mayor empresa de venta, subasta y demás medios de trueque en internet. Su funcionamiento es excelente, es cierto, debo reconocerlo, aunque no algunos de sus participantes, que como en toda la viña del Señor dejan mucho que desear, que participan para fastidiar al prójimo, pero es un porcentaje mínimo. Aparte de que durante unos años vendí a través de eBay los montones de tebeos que tenía almacenados en mi anterior domicilio, con bastante éxito por cierto, me dedico a la compra y venta de monedas. Aparte de la ciencia-ficción, otra de mis pasiones es la numismática, la manía de coleccionar monedas antiguas y actuales, una afición que para mí está íntimamente ligada con la Historia y la Economía, otras de mis aficiones.

Caras
Caras

Pero vayamos al grano. Tiempo hace, allá por los setenta y ochenta, que a Cádiz arribaban mercantes y pesqueros cubanos, y como los tripulantes no podían cambiar sus pesos castristas porque nadie los quería, se jugaban el pellejo trayendo a escondidas de los comisarios políticos las monedas de plata, y a veces de oro, que sus familias habían ocultado de la rapacidad del gobierno, enterrándolas en el patio o en los jardines de sus casas.

A mi pastelería solían entrar tres o cuatro hombres y preguntaban por mí porque en el muelle alguien les habían dado mi dirección, y uno de ellos se quedaba en la entrada, vigilando la calle por si asomaba la jeta del chivato de a bordo, el comisario político. Me decían que traían algunas monedas, querían saber si yo las compraba y les invitaba a pasar a mi despacho y les pedía que me mostrasen la mercancía. Uno de ellos las sacaba de una especie de faltriquera y las ponía en la mesa. Yo no necesitaba la lupa para saber que eran auténticas las llamadas tipo estrella que traían, acuñadas desde principios de siglo hasta 1934, los pesos conocidos como de la Libertad, las denominadas ABC, y las conmemorativas de Martí, con fecha de 1953, junto con docenas de piezas de diez, veinte, cuarenta y cincuenta centavos.

No tardábamos en llegar a un acuerdo y se las compraba. Contentos ellos, porque con las pesetas de entonces podían adquirir cosas que en Cuba no conseguían, como medias de nylon y otros caprichos, antes de marcharse me preguntaban si yo estaba dispuesto a comprarles más. Claro, les dije. Pues un compañero tiene una cantidad muy importante de pesos de la estrella. ¿Le interesa, señor? quiso saber quien parecía ser el cabecilla del trío. Desde luego, era mi respuesta. Me dieron las gracias y la promesa de que alguien me visitaría al día siguiente. Y así ocurrió, pero lo que yo no esperaba era que el cubano que se presentó llevara encima más de trescientas monedas de peso. El precio que me pidió era tentador y en seguida cerramos el trato. Como era de esperar, en la calle permaneció de guardia su socio, mirando hacia la esquina, temiendo que apareciera el comisario, al que toda la tripulación conocía, claro.

Más adelante otros cubanos me visitaron, uno de ellos con monedas de oro, de cinco, diez y veinte pesos, con la efigie de Martí. Así fueron las cosas durante dos o tres años, hasta que los pesqueros de Cuba dejaron de arribar a Cádiz y no volví a ver más a aquellos hombres.

Esto viene a colación por lo que ha ocurrido recientemente en eBay. Durante más de treinta años el mercado numismático se vio inundado con monedas conmemorativas cubanas de diez, veinte y otras denominaciones en pesos, en plata y cuproníquel, celebrando los acontecimientos más inverosímiles, como el descubrimiento de América, la relación entre Cuba y la Monarquía española, los eventos deportivos mundiales y los cumpleaños de Fidel Castro y su régimen. La imagen más utilizada era la del Che Guevara. En una convención numismática celebrada en Barcelona, un colega me contó que tanta cantidad de monedas conmemorativas en el mercado se debía a que La Habana y una compañía norteamericana habían firmado un acuerdo por el cual la acuñación de las piezas corría cargo de ésta y por la concesión abonaba un porcentaje al gobierno cubano, que falto de divisas siempre andaba necesitado.

En eBay han aparecido cientos de tipos de monedas de esta procedencia. En todas las subastas estaban. Yo envié hace unos meses dos lotes de piezas de 20 centavos del tipo estrella y de Martí. Vendí uno, pero el otro no recibió puja alguna y volví a ponerlo en subasta. A los dos días de que apareciera recibí un correo de eBay explicándome al que ser la compañía acuñadora norteamericana y estar en vigor el embargo a Cuba, tenían que acatar la ley de su gobierno y se veían obligados a eliminar todas ofertas de monedas de Cuba, cualquiera que fuera la época de su acuñación. Observé que las docenas de anuncios de monedas acuñadas por la compañía de marras que colaboraba con el régimen castrista, habían desaparecido de las listas. Me pregunté por qué eBay había tardado tanto en recibir la advertencia de su gobierno de suprimirlas. Un misterio entonces y ahora, pues no he conseguido una información al respecto.

Hace unos días, repasando las ofertas, encontré la un peso estrella de 1934, cuya foto del anverso aparecía en la cabecera del anuncio. Examiné su contenido y no hallé la palabra Cuba en la descripción. Una forma de burlar la prohibición, pensé. Como faltaban siete días para que finalizara el anuncio, marqué la casilla de seguimiento, que me diría si al final del plazo se había vendido o no la moneda. Pues ocurrió que tres días después, en el apartado donde seguía las pujas, había una nota advirtiendo que la venta había quedado suspendida. Joder, pensé, ya las localizan aunque no aparezca la palabra Cuba.

Caras y cruces
Caras y cruces

Este pequeño cúmulo de cosas me obliga a pensar que la administración Obama aprieta las tuercas a Cuba. Quizá lo haga con más severidad desde que sus díscolos ciudadanos, Snowen y Manning, les haya incordiado. El primero de ellos sigue en Rusia a la fecha de hoy, protegido por Putin, que no sé si lo ampara para putear a su colega yanqui o porque espera obtener información privilegiada acerca de su supuesto amigo actual. Por cierto, el experto en informática no puede reunirse con su novia, retenida en los USA.

Comentando esto el otro día con un amigo y colega, que además de numismático es un fan de la ciencia-ficción, le pregunté si creía que estábamos en la línea de partida del recorrido que nos llevará a los mayores despropósitos del mundo mundial. Me dijo que sí, porque la situación, sólo hay que examinar el mapa de las trifulcas que arden en muchos países, que no necesito numerarlas porque todos las conocen, es el preludio del acontecer de algo que nos helará el corazón.

Sin saber por qué, todo esto me obliga a pensar que allá en 1975, cuando se lanzó al espacio un vehículo conteniendo datos de la Tierra, el famoso disco de oro con las imágenes de un hombre y una mujer y el saludo en cincuenta idiomas de nuestra civilización, en la Tierra la cifra de sus habitantes era de cuatro cinco mil millones. Actualmente estamos a punto de sobrepasar los siete mil.

Como verán, he mezclado la ciencia-ficción con la política, con el aderezo de la economía y la por ahora permitida afición de coleccionar monedas. Los augurios que andan por ahí, todos son portadores de los peores males que pueden golpearnos a corto plazo.

Orwell nos advirtió de que el Gran Hermano nos vigilaría. Sólo se equivocó en no sería uno solo, sino muchos y proliferarían en la mayoría de los países.

En fin, paciencia. Como consuelo, la Liga de fútbol ya ha empezado. Un acicate para no pensar en cosas desagradables.

En la próxima Memoria Estelar contaré lo mucho que echo de menos mi época en Bruguera. Ya me entienden.

Ángel Torres Quesada
Ángel Torres Quesada,
(1.937 palabras) Créditos
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