
Tiempo que tarda una onda sonora en recorrer una cierta longitud a través de un medio elástico. Este medio elástico puede ser tanto un fluido (líquido o gas) como un sólido. La velocidad del sonido es función de toda una serie de variables: densidad del medio, temperatura, presión... En general, el sonido se mueve a mayor velocidad en líquidos y sólidos que en gases, debido a que son más densos. La imagen de los ladrones de trenes apoyando la oreja al raíl para oír la llegada del tren tiene su origen en este fenómeno.
Asimismo, la elasticidad del medio (la facilidad con que se transmite la perturbación de la onda sonora) también influye de forma notable. Mientras que en condiciones normales la velocidad del sonido en el aire es de 340 m/s, en agua fría puede alcanzar los 1.500 m/s. En los sólidos la elasticidad produce efectos todavía más curiosos: En el cobre la velocidad del sonido es de unos 3.500 m/s, mientras que en el acero, más elástico, el sonido se desplaza a unos 5.000 m/s.
La temperatura también es un factor importante. Por ejemplo, la velocidad del sonido en el agua a temperaturas ordinarias es inferior a la que se observa cuando aumentamos la temperatura del agua. Este fenómeno es muy útil al emplear el sonar en la guerra submarina, como saben perfectamente los protagonistas de EL DRAGÓN EN EL MAR, de Frank Herbert).
Durante mucho tiempo se creyó que la velocidad del sonido era insuperable, por lo que se acuñó el término barrera del sonido. El 14 de octubre de 1947 se demostró la falsedad de tal supuesto cuando el estadounidense Chuck Yeager alcanzó 1, 06 mach (es decir, una velocidad 1, 06 veces superior a la del sonido). Hoy en día numerosos aviones, incluyendo algunos reactores civiles de pasajeros, superan la velocidad del sonido sin problemas.