Radiación electromagnética emitida por una partícula con carga eléctrica moviéndose en órbitas circulares a velocidades relativistas en un campo magnético. El físico escocés Maxwell había predicho a mediados del siglo XIX que una partícula cargada (por ejemplo, un electrón), moviéndose a una velocidad elevada debería emitir parte de su energía cinética en forma de radiación electromagnética. Este efecto es notable en los aceleradores de partículas conocidos como sincrotrones. Llegado un cierto momento la energía cinética ganada por los electrones a medida que son acelerados iguala a la energía que pierden por radiación. Por este motivo se conoce a la radiación emitida como radiación sincrotrónica. La frecuencia de la radiación sincrotrónica puede ser variada a voluntad simplemente ajustando la velocidad de los electrones, y puede obtenerse así una radiación que abarca todo el espectro electromagnético
Este mismo efecto es el responsable de la radiación emitida por un púlsar. Los electrones de su atmósfera, acelerados hasta alcanzar velocidades relativistas, son conducidos a lo largo de las líneas del intensísimo campo magnético de la estrella y sólo pueden escapar a través de los polos magnéticos. Los electrones emiten parte de su energía en forma de radiación electromagnética (la radiación sincrotrónica), por lo que se observa una emisión de radiación procedente de ambos polos del púlsar, lo que dada la elevada velocidad de rotación de un astro de este tipo produce una especie de faro cósmico.