
Una de las convenciones más extendidas de la ciencia-ficción. El imperio galáctico es inicialmente una forma de cultura (gobierno, estructuración social y económica) similar a uno de los imperios de nuestra historia, pero extendido a un amplio número de sistemas planetarios. En el sentido más amplio de esta convención, un imperio galáctico es cualquier clase de sociedad extendida a un amplio número de sistemas planetarios.
El ejemplo emblemático de imperio galáctico es el reflejado por Isaac Asimov en la serie de Fundación publicada en los años 40. Asimov toma como trasfondo histórico el período de desaparición del Imperio Romano para esbozar el declive y caída de su Imperio Galáctico, que abarca todos los mundos humanos de la galaxia y rige los destinos de trillones de personas. La influencia de esta serie en el género ha sido enorme, y aunque es posible encontrar obras anteriores en las que el concepto de un vasto imperio galáctico con su élite aristocrática, su dinastía y toda la parafernalia accesoria está implícito, Asimov desarrolló el concepto de una forma que no se había tocado hasta el momento. Por algún motivo, la visión de los imperios galácticos en el género suele reflejar precisamente los períodos de decadencia de éstos.
Con el advenimiento de las democracias tras la II Guerra Mundial, la convención de imperios galácticos evolucionó hacia otras formas políticamente más agradables. Así, escritores como Poul Anderson o Robert A. Heinlein transformaron el imperio autocrático de Asimov en una Liga o Federación, dando lugar a la Liga Polesotécnica de Anderson o a la Historia del Futuro de Heinlein, que los respectivos autores desarrollaron a lo largo de docenas de relatos. En CIUDADANO DE LA GALAXIA, del mismo Heinlein, los mundos humanos se agrupan bajo diversas federaciones, ligas e imperios esclavistas, y el concepto de imperio galáctico a escala reducida está también presente en más obras de Heinlein, como ESTRELLA DOBLE, donde el imperio en cuestión se restringe a nuestro Sistema Solar e incluye a Venus, Marte y la Tierra, con su capital en la Luna y una dinastía basada en la casa de Orange. La serie de Darkover y el universo de Dune son asimismo ejemplos muy conocidos de imperios, benévolo el primero y altamente riguroso y autocrático el segundo. En los últimos años, posiblemente series como Star Trek hayan contribuido enormemente a que la visión de megasociedades galácticas sea de Federaciones respetuosas con los derechos de sus miembros.
Los Imperios Galácticos no se basan sistemáticamente en el Imperio Romano. El Imperio Austrohúngaro, y en general todos aquellos con características prusianas, también constituyen un buen molde. El mejor ejemplo es el Imperio de Barrayar, creado por Lois McMaster Bujold, donde se desarrollan las aventuras de Miles Vorkosigan. Curiosamente el Imperio Español y el Imperio Británico, los más extensos de la historia de la humanidad, apenas han provocado interés entre los autores del género. Sin embargo, hay ejemplos de que los imperios históricos no son siempre la referencia de origen. Un imperio puede estar inspirado por el actual proceso de Globalización, donde las multinacionales marcan las pautas económicas y políticas. Ese es el Unicorp, de los españoles Eduardo Gallego y Guillém Sánchez. El Unicorp es el fruto de la unión de las multiplanetarias, hartas del caos que domina a la humanidad y de que su vida como empresas (y dominadores de mercado) dependa de decisiones ajenas. Gallego y Sánchez han ambientado numerosas novelas y relatos con un carácter claramente humorístico en este universo.
Otro modelo es el del surgimiento de un imperio gracias a la habilidad de un líder local capaz de aunar voluntades en torno suyo, situación que se ha dado en Oriente Medio en varias ocasiones. Esta idea está desarrollada en MAESTRO CANTOR de Orson S. Card. Mikal es un niño huérfano que inicialmente organiza su poblado contra las incursiones esclavistas exteriores. Su habilidad estratégica le proporciona fama y le obliga a iniciar una escalada que le llevará a reconstruir el antiguo imperio humano. La debilidad de estos imperios es el carácter despótico y cruel de sus líderes, algo reflejado en la obra, hecho que imposibilita encontrar un heredero capaz de conservar el imperio unido durante mucho tiempo, algo que Card evita en su obra encontrando un digno sucesor a Mikal.
El caso más emblemático de imperio galáctico en la ciencia-ficción cinematográfica es sin duda alguna LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, de George Lucas, donde se dan indicios de que el tenebroso Imperio no es más que la corrupción de una benévola República, caída bajo un golpe de estado. El Imperio de Lucas es, por buenos motivos, el arquetipo de imperio galáctico: autocrático, corrupto y notablemente malévolo. Muchos otros autores han tratado la conversión de un vasto gobierno democrático en un imperio, y viceversa. Por ejemplo, Jerry Pournelle y Larry Niven han trabajado en la transformación de una serie de colonias creadas bajo el CoDominio, una curiosa alianza entre la URSS y los EE.UU., en el Imperio del Hombre. Esta futura historia humana desarrollada en EL SOLDADO, EL MERCENARIO, la famosa LA PAJA EN EL OJO DE DIOS y otras novelas, está teñida del conservadurismo político norteamericano: los militares deben salvar a los civiles de su propia estupidez, y conducirlos por el buen camino, y lo que en un principio era el desmantelamiento de un corrupto senado para instaurar en su lugar un benévolo Imperio del Hombre, se transforma finalmente en un escenario donde el Primer Imperio se derrumba por guerras civiles y es reconstruido mediante constantes guerras.
Los autores españoles han aportado a la ciencia-ficción varias buenos ejemplos del tema. Carlos Saiz Cidoncha, autor de varias obras tales como LA CAÍDA DEL IMPERIO GALÁCTICO, CRÓNICAS DEL IMPERIO GALÁCTICO, MEMORIAS DE UN MERODEADOR ESTELAR o ENTRE DIOSES Y TERRÍCOLAS, nos transporta a un universo que recuerda al de la Fundación asimoviana. Ángel Torres Quesada, por su parte, desarrolla a lo largo de varias decenas de novelas de a duro su conocida serie del Orden Estelar, donde se describe el hundimiento del antiguo Imperio Galáctico y los esfuerzos por volver a reconstruir la unidad de la galaxia, también siguiendo en cierto modo las pautas marcadas por Asimov. No se puede hablar, por el contrario, de imperios galácticos propiamente dichos en la Saga de los Aznar, puesto que los imperios que en ella aparecen, como el nahumita, no se extienden más allá de un sistema planetario.
Pero quizá, el más interesante Imperio de la ciencia-ficción española es el del universo de Akasa-Puspa, que Juan Miguel Aguilera y Javier Redal desarrollan, principalmente, en las novelas MUNDOS EN EL ABISMO, e HIJOS DE LA ETERNIDAD. En este caso se trata de una organización todavía fuerte, pero en plena decadencia, que se ve obligada a replegarse sobre si misma al no ser capaz de administrar de forma efectiva los planetas de su periferia debido a la corrupción y a las luchas de poder entre las distintas facciones de la aristocracia. Los planetas que va abandonando a su suerte al concederles una eufemística independencia, acaban a su vez absorbidos de grado o por la fuerza en las dos fuerzas emergentes más pujantes de esa tierra de nadie que se va creando paulatinamente; la idealista pero muy militarista Utsarpini o la religiosa Hermandad
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