
Dicho de una forma sencilla, se puede definir a un holograma como una fotografía tridimensional, obtenida mediante una técnica denominada holografía que es posible gracias al láser. Dado que no es sencillo falsificarlos, se usan pequeños hologramas impresos en una etiqueta plateada como sello de autenticidad en cintas de video y tarjetas de crédito. Hoy en día es corriente también su uso para aplicaciones menos serias, como los cromos infantiles.
Como cabe suponer dado su aspecto futurista los hologramas han tenido bastante difusión dentro de la ciencia-ficción. ¿Quién no recuerda la famosa secuencia de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS en la que el robot R2D2 proyecta ante los protagonistas una imagen holográfica de la princesa Leia pidiéndoles ayuda? Muchos autores del género incorporan hologramas o incluso aplicaciones más sofisticadas de esta técnica en sus libros. En las infames novelas de la serie Battletech, por ejemplo, los militares utilizan para supervisar las operaciones militares los holotanques, unos proyectores que generan una imagen tridimensional y sustituyen a los ya tradicionales monitores de ordenador. ORA:CLE, de Kevin O´Donnell, Jr., da un paso más allá para proponer la sustitución de los teléfonos por sistemas de proyección tridimensional llamados apropiadamente holófonos. Los autores españoles han aportado también su grano de arena. En MUNDOS EN EL ABISMO, de Javier Redal y Juan Miguel Aguilera, las naves del Imperio portan holotanques, pero esta tecnología se ve empequeñecida por el ordenador de la estatocolectora Konraz Lorenz, que no sólo utiliza como salida gráfica ventanas con forma de cubo generadas holográficamente, sino que además usa sistemas holográficos en un increíble interfaz gráfico de usuario