Componente mayoritario de una disolución, habitualmente líquido. Decimos que una substancia (el disolvente) disuelve a otra (el soluto) o, lo que es lo mismo, que un soluto es soluble en un disolvente, cuando el disolvente es capaz de romper las fuerzas de cohesión existentes entre las partículas (moléculas, átomos o iones) del soluto, lo que hace que estas últimas se dispersen por toda la disolución. Por supuesto este concepto de solubilidad no es absoluto, ya que existe un límite (la saturación) alcanzado el cual no es posible disolver más cantidad.
Aunque existen muchos tipos distintos de disolventes, los más habituales pueden ser agrupados en dos categorías principales. A la primera pertenecen aquéllos que disuelven fácilmente a las sales, los ácidos, los hidróxidos, algunos gases como el amoníaco el anhídrido carbónico, y a determinadas sustancias orgánicas tales como los azúcares o los alcoholes. El disolvente más común de este tipo es el agua, aunque también lo son los alcoholes etílico y metílico, el amoníaco líquido o ácidos inorgánicos tales como el sulfúrico o el nítrico.
El segundo tipo de disolventes presenta afinidad por sustancias que no son disueltas, o lo son muy poco, por los anteriores, como por ejemplo el azufre, el yodo, las grasas, los materiales plásticos, las pinturas, los barnices... Dentro de este grupo se encuentran el benceno, el tolueno, las gasolinas, el aguarrás o la acetona.
La diferencia de comportamiento entre estos dos tipos de disolventes viene dada por la forma en que se distribuyen las cargas eléctricas en sus moléculas. Si esta distribución no es homogénea, de forma que unas partes de la molécula quedan cargadas positivamente y otras negativamente (es decir, polarizadas), como ocurre con el agua, se dice que los disolventes son polares. Aplicando el conocido principio químico de semejante disuelve semejante, es fácil deducir que estos disolventes disolverán substancias también polares (como el azúcar) además de las iónicas (como las sales), donde la separación entre las cargas eléctricas positivas y negativas es todavía mayor.
Por el contrario, los disolventes del segundo tipo poseen una distribución homogénea de las cargas eléctricas en las moléculas, lo que hace que éstas se compensen entre sí. Se llaman por ello disolventes apolares, y las substancias que disuelven son asimismo apolares.