Gas cuya molécula está compuesta por un átomo de carbono y dos de oxígeno. Se produce en la respiración de los seres vivos, y también por combustión de sustancias que contengan carbono, tales como el petróleo, el carbón o la madera. A su vez, las plantas verdes lo convierten en oxígeno y compuestos orgánicos mediante la función clorofílica, por lo que su presencia en la atmósfera está regulada naturalmente por estos ciclos de respiración-función clorofílica.
Aunque su concentración en la atmósfera es pequeña (no llega al uno por ciento), su presencia es importante debido al efecto invernadero que provoca. Dado que en las últimas décadas el consumo incontrolado de combustibles tales como el petróleo o el carbón ha producido un notable incremento en su concentración, se teme que este efecto pudiera provocar en el futuro un incremento en la temperatura media de nuestro planeta.