El mundo futuro

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El mundo futuro

Probablemente El Mundo Futuro sea la serie española de ciencia-ficción más original al menos hasta al momento de su creación. Si las anteriores habían sido imitaciones, más o menos afortunadas, de Rogers, Bradford o Gordon, la filosofía de esta era la misma de Hazañas Bélicas, serie que había dado fama a su autor.

Boixcar había creado un estilo muy personal, utilizando una base documental realista, a partir de fotografías que eran reproducidas con tramas hechas con una técnica de dibujo a plumilla. Boixcar utilizó esta técnica en El Mundo Futuro substituyendo las fotografías por su propia inventiva. La calidad del resultado le proporcionó merecidas fama y notoriedad. Pero, además, sus guiones tenían un contenido humanista, más o menos explícito, de raíces cristianas.

La epopeya galáctica está aquí fuera de lugar: la Tierra es uno de los planetas más atrasados del universo, los intentos de colonización que engendran odio, violencia y guerras han quedado obsoletos en favor de una idílica paz basada en la convivencia, el respeto, la bondad y el amor por y entre todos los seres vivos en un modelo claramente inspirado en un humanismo de raíces cristianas. La existencia de un dios no se pone en duda y éste tiene claras reminiscencias terráqueas: un nativo de un planeta situado al extremo de nuestra galaxia lleva al cuello un crucifijo símbolo del que creó la hermandad de los astros.

Para la solución de los conflictos individuales y colectivos el autor toma partido por el modelo capitalista con duras críticas al comunismo ateo. La elección predominante de protagonistas anglosajones, cosa bastante frecuente en la época, le reportó acusaciones de racismo. Acusaciones injustas a un hombre que había luchado en el lado republicano durante la guerra civil española y que acostumbraba a presentar de forma mucho mejor a los extraterrestres que a los humanos. Si de alguna cosa se puede acusar a Boixcar es de ingenuidad.

La serie no tiene un protagonista fijo y cada cuaderno, con la excepción de unos pocos en los que la aventura se desarrolla en unos pocos números, es una aventura que empieza y termina con unos protagonistas que ya no volverán a aparecer. Ediciones Toray editó 102 números ordinarios y 2 extras.

Es un ejemplo de lo que se entendía por ciencia-ficción en aquella época. Con el mismo argumento, prescindiendo del aspecto físico de los personajes y del atrezzo, los autores podían haber hecho un western o un cómic bélico. Y, a pesar de ello, el éxito de público fue considerable. Tanto que, insólitamente en aquel momento, se reeditó como cuadernos monográficos.

© Toni Segarra,
(429 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Comics SF
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El autor

cAutor

Guillermo Sánchez Boix (Barcelona, 1917 - Sant Just Desvern, Barcelona, 1964) Dibujante y guionista barcelonés, firmaba como Boixcar sus popularísimos cuadernos. Empezó su carrera en los años 40 con El Caballero Negro (1945) El Puma (1946) y La vuelta al mundo de dos muchachos (1948) Fué catapultado hacia la fama por la colección Hazañas Bélicas (1ª serie 1948, 2ª serie 1950, Ediciones Toray) que recordaba los recientes acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, esforzándose en destacar los valores humanos que afloran en el individuo debido a las situaciones desesperadas que provocan los conflictos armados. El sentimentalismo de la acción contrastaba con el espectacular realismo de las armas y artefactos bélicos. Boixcar realizaba cualquier tipo de dibujo, como lo demostró publicando temas tan dispersos como los de sus colecciones Mundo Futuro o Flecha Negra. Falleció a los 43 años dejando un sinfín de admiradores de su arte que se ha extendido hasta los jóvenes de nuestros días.


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